Bonos
que abonan la corrupción
La siniestra
historia del bono salteño, contada por Roberto Guzmán
en su libro Saqueo asegurado, podría quizás anticipar
la del bonaerense. Esa falsa moneda (que de mano en mano va /
y ninguno se la queda, según nos cantaba Miguel de Molina)
se completaba con la existencia de cuentas bancarias de chequesbono
que libraban los particulares y el Estado salteño. Mientras
aquellos giraban contra el monto de los bonos depositados, el
Ejecutivo sobregiraba sobre la totalidad de cuentasbono,
sin siquiera contar con esos títulos como respaldo. En
cierto momento, mientras en el tesoro del banco provincial había
9 millones en bonos, la deuda emitida contra éstos era
de 60 millones.
Mientras duró este festival, los salteños que cobraban
en bonos sufrían un descuento del 15 por ciento, y los
comerciantes les aplicaban precios 20 por ciento superiores. Para
los provincianos del montón estaba la Casa del Bono, donde
canjeaban con tope por persona que se comiera la paciente cola.
Además, una fracción del saldo de cada cuentabono
era convertida periódicamente a pesos para afrontar pagos
fuera de la provincia o a acreedores que no aceptasen el papel.
Pero había una casta privilegiada que discurría
por otros circuitos.
Los bonos dieron lugar a una fiebre especulativa, con arbolitos
que los permutaban en la calle con una quita del 15 por ciento.
El capital que utilizaban esos buscas les era provisto cada mañana
por el propio Banco Provincial vía descubiertos en cuenta
corriente, que al cierre del día eran cancelados por estos
operadores depositando bonos. Las indelebles, fáciles y
abultadas ganancias (15 por ciento diario sobre plata ajena y
gratuita) se repartían entre funcionarios y cómplices,
diseminados éstos en todo los ámbitos del poder
local. Cuando se envió un proyecto de ley para eliminar
los bonos, los legisladores obviamente se resistieron, y un diputado
proclamó que gracias al bono los salteños habían
conquistado la independencia respecto del centralismo
porteño. Casualmente, el mismo slogan acuñado por
Fernando de la Rúa para el Déficit Cero.