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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
12 AGOSTO 2001








Deuda
crisis

- Domingo Cavallo jugará en los próximos días la pulseada final con los mercados.

- Su apuesta es alejar el fantasma del default.

- Espera el auxilio financiero del FMI para fortalecer las reservas.

- También está evaluando utilizar el crédito que recibirá el Banco Central para frenar la corrida de depósitos para comprar directamente títulos públicos en el mercado.

- Cuáles serían las consecuencias del default, según coincidieron varios economistas: caída del producto del 10 al 15 por ciento; devaluación y quiebras bancarias.

- El año que viene vencen 18.639 millones de dólares de capital.

- De ese total, a Economía sólo le faltan conseguir 5683 millones para cubrir las necesidades de financiamiento de 2002.

 


El fantasma del default

Por Roberto Navarro

La pulseada con el denominado “mercado” está en su punto culminante. Domingo Cavallo sabe que el auxilio financiero adicional que recibirá del FMI es la última ayuda externa disponible. Inversores especulativos del exterior apostaron fuerte a que Argentina entrará en default (cesación de pagos). No los convenció el megacanje, tampoco la Ley de Déficit Cero. Siguieron jugando en contra y ahora más que nunca. Por eso siguen vendiendo papeles argentinos para depreciar aún más sus precios. Si el país cae, ganarán mucho dinero; si se recupera y los bonos suben, perderán mucho. Son jugadores fuertes: se trata de un grupo de los más importantes bancos internacionales. Algunos operan en el país e incluso aportaron al Fondo Patriótico. Para ganar esa pulseada, Cavallo les abrió el juego a los empresarios locales, permitiéndoles cancelar impuestos con bonos. La carta que tiene guardada Cavallo, y que está dispuesto a jugar la semana entrante, es intervenir directamente en el mercado de títulos públicos. Con los 2000 millones que recibirá el Banco Central de un seguro financiero internacional para casos de crisis, el ministro va a salir a comprar bonos para subir sus cotizaciones y así alejar el fantasma del default.
Existe consenso, incluso entre economistas de distintas posiciones ideológicas, de que si se cae en cesación de pagos el país será un caos. La experiencia de otras naciones que incumplieron sus compromisos de deuda abona esa tesis. Basta consignar que nunca hubo un default que no haya derivado en una devaluación de la moneda del país caído en desgracia. En algunos casos, como Ecuador, el desmadre de la economía fue tan grande que derribó al gobierno. En la mayoría de los casos la debacle terminó en caídas del Producto Bruto de entre 10 y 15 por ciento.
Cuando un país deja de cancelar el capital o el interés de un título público, por las características en que están pactados los contratos, entra en cesación de pagos con toda su deuda. Como, globalización mediante, los tenedores de bonos están dispersos por distintos lugares del mundo, el Estado debe esperar a que los acreedores se organicen para sentarse a negociar con sus representantes. El proceso habitual es que cada propietario de un bono ceda su voto a la institución financiera con la que opera. Esta a su vez lo cede a comités de deuda regionales, que finalmente delegan la responsabilidad de la negociación en un comité único internacional. Durante todo ese proceso, más el tiempo que lleve la negociación, el país vive la incertidumbre de no conocer cómo quedarán reestructurados sus compromisos.
Según los montos adeudados y la forma en que se maneje la crisis, las consecuencias pueden variar, pero, en todos los casos, los países que cayeron en default sufrieron consecuencias económicas negativas, por lo menos, en los primeros meses. Cash preguntó a varios importantes consultores económicos sobre cuáles serían las secuelas de un default para Argentina. Con matices, todos concluyeron que la debacle sería fortísima. A continuación un detalle de las posibles derivaciones.
n Devaluación: La experiencia de la cesación de pagos en otros países dice que siempre viene acompañada de una corrida cambiaria que termina en devaluación. En el caso de Argentina, que tiene casi la totalidad de su deuda nominada en moneda extranjera, la depreciación del peso alejaría aún más la posibilidad de cumplir con sus compromisos, profundizando la desconfianza de los mercados.
n Quiebras bancarias: Un escenario de default atacaría al sistema financiero por varios flancos. Por un lado, como los bancos son grandes tenedores de bonos, la depreciación de esos papeles resentiría sus balances. A su vez, la devaluación de la moneda podría aumentar fuertemente la cartera de morosos, porque la mayoría de los créditos de empresas y particulares están tomados en dólares. Por otra parte, los ahorristas correrían a retirar sus depósitos. En esas condiciones caerían fácilmente los bancos privados locales y buena parte de la banca oficial. Los grandes bancos internacionales dependerían del auxilio de sus casas matrices.
n AFJP: El 50 por ciento de los aportes de los trabajadores administrados por las AFJP está invertido en títulos públicos nacionales. Un 10 por ciento está colocado en bonos provinciales que, en caso de un default nacional, muy probablemente se verían arrastrados. Del saldo, la mayor parte está invertido en fondos comunes, que están compuestos en gran medida por títulos públicos, y en plazos fijos que, dada la situación en que quedarían los bancos, también estarían en peligro. Con este escenario, la cesación de pagos sería un golpe a las futuras jubilaciones y pensiones de los trabajadores.
n Crédito: La opinión de los economistas es que si el país reestructura su deuda sin generarles mayores pérdidas a los acreedores tendría mayores posibilidades de acceder a los mercados de crédito internacionales en el corto plazo. Por ejemplo, reprogramando los vencimientos a mayores plazos, pero sin efectuar quitas de capital e interés. Si se efectúa una quita fuerte de la deuda, los inversores podrían alejarse, no sólo de Argentina, sino del resto de países emergentes, por varios años.
n PBI: La mayoría de los economistas estima que la restricción del crédito, la incertidumbre económica y la caída de la inversión generarían un desplome en el nivel de actividad de entre el 10 y el 15 por ciento. Pero también hay quienes piensan que el derrape duraría poco tiempo, porque la devaluación alentaría las exportaciones y la caída del precio de los activos atraería a inversores en busca de oportunidades.
Para los principales consultores económicos el país está muy lejos de caer en cesación de pagos. A pesar de que Argentina no logra acceder a los mercados de crédito internacionales desde setiembre de 2000, el Estado cuenta con fondos para refinanciar el capital hasta mayo de 2002. El pago de los intereses está asegurado por la Ley de Déficit Cero, que les da prioridad con respecto a todas las otras erogaciones del Estado. En este año restan vencer 3843 millones de dólares de títulos, que están cubiertos con los fondos del blindaje y con el recupero de las garantías que el país depositó en Nueva York por los bonos Brady. También se deben cancelar 4285 millones de dólares de Letes. Para ello, Economía dispone de 2367 millones que pondrán las AFJP, 1318 que canjearán los bancos y 600 millones que necesitan los fondos comunes de inversión para fondos de bajo riesgo llamados money markets.
El año que viene vencen 18.639 millones de dólares de capital. Sumando el saldo del blindaje, la refinanciación de los acuerdos con el FMI, que están condicionados al cumplimiento de compromisos que tomó el Gobierno, y el flujo de compras normal de las AFJP, el Estado cuenta con 12.956 millones. En consecuencia, si todo sale bien, aún le faltan conseguir 5683 millones para cubrir el 2002, de los que 3183 vencen en mayo de ese año. El país todavía tiene diez meses para lograr que se abran los mercados internacionales de crédito que se cerraron en setiembre de 2000, cuando los inversores del exterior percibieron que el gobierno de Fernando de la Rúa no lograba sacar a la economía de la recesión.
Aunque Cavallo cuenta con los fondos para cubrir deuda por diez meses más, sabe que el default puede llegar antes. Mientras el riesgo país siga en niveles tan altos, los depositantes de los bancos, temerosos, seguirán sacando su dinero del sistema. También se acentuará la demanda de dólares, minando las reservas del Banco Central. Si el Gobierno no detiene ese proceso, la corrida terminará en devaluación. Entonces la cesación de pagos será inmediata, porque el Estado, que recauda en pesos, no podrá cancelar una deuda en dólares con un precio creciente. Si el Estado interviene congelando los depósitos, la recesión sería tan grande que derrumbaría la recaudación gatillando también la cesación de pagos.
Por eso el ministro va a salir a pelear a los mercados en su propio terreno, para detener la crisis. La estrategia es convencerlos de que van a perder la pulseada e impulsarlos a que salgan a recomprar los bonosantes de que cuesten más que cuando los vendieron y terminen perdiendo plata. La jugada de permitir el pago de impuestos con cupones de intereses de deuda tuvo un efecto positivo. Los inversores saben que muchas grandes empresas no van a dejar pasar la posibilidad de comprar bonos al 50 por ciento de su valor y reducir en esa proporción su carga impositiva.
Ahora Cavallo se jugará el resto. Usará los 2000 millones que recibirá el Banco Central para recomprar títulos y bajar el riesgo país y utilizará los nuevos fondos del FMI para reforzar las reservas.
El ministro asegura que con un riesgo país cercano a los 1000 puntos y las reservas restablecidas se detendrá la sangría de depósitos y terminará la crisis. Si lo logra, habrá ganado un round, pero no la pelea. A mediados de 2002 tendrá que salir a buscar nuevos fondos para cubrir deuda. Para eso tendrá que restablecer la confianza en el país. Los economistas que más conocen el pensamiento de los inversores afirman que para lograrlo tendrá que cumplir una difícil misión: conseguir que la economía vuelva a crecer.


ALQUILER DE BONOS ARGENTINOS

Jugar al “default”

A los grandes inversores internacionales no les interesa que los títulos nacionales suban o bajen: ellos pueden ganar dinero en ambos casos, si realizan la apuesta adecuada. Son tan fuertes que es necesario un gran poder de fuego para detenerlos cuando se lanzan tras una presa. En el caso argentino, los grandes bancos y fondos de inversión, convencidos de que el país no podrá pagar su deuda y finalmente caerá en cesación de pagos, salieron a desprenderse de los bonos nacionales. El negocio es vender papeles a 60 o 70 dólares y recomprarlos a 20 o menos cuando el país caiga. Luego del negoción, esperan sentarse a discutir una nueva reestructuración de la deuda con el Estado argentino, con muy poco para perder y mucho para ganar.
Muchos esperan cosechar ganancias con la caída del país sin poner ni siquiera un dólar. Son inversores que venden deuda nacional sin contar con los títulos para entregar al comprador. Ante la imposibilidad de liquidar la operación, las cámaras compensadoras de las cajas de valores internacionales les alquilan bonos que tienen en custodia de otros clientes. Así, estos especuladores salieron a vender papeles argentinos esperando que los precios se derrumben para volver a comprarlos, devolverlos a su dueño y quedarse con la diferencia.
En este momento hay más de 2000 millones de dólares de papeles argentinos alquilados. Por eso Cavallo instó a los bancos locales con fuertes intereses en el país, a los que no les conviene el default, a que traigan sus tenencias a la caja de valores argentina, en la que no es posible realizar esa operatoria.

Gabriel Rubinstein coordinador de Estudio Broda

“Comprar un matafuego”

“El riesgo país es mucho más alto de lo que Argentina merece. Pero en este momento no hay mejor negocio en el mundo que apostar en contra nuestra. Un título que hoy se consigue a 60 dólares, si caemos en default, va costar 20. Entonces conviene vender hoy y sentarse a esperar. Los inversores saben que tienen poco para perder porque, si el país zafa, los títulos difícilmente superen los 70 dólares en el corto plazo. Por eso el equipo económico tiene que jugarles fuerte en las próximas semanas. Sólo cuando vean que van a perder aflojarán la presión. Creo que Cavallo tendría que reclamarles a los bancos que le entreguen todo el seguro tomado por el Banco Central, que totaliza 4500 millones de dólares, y volcar todos esos fondos al mercado. Si compramos un matafuego, usémoslo ahora, que recién comenzó el incendio. Después puede ser tarde. Si el país cae en cesación de pagos, las consecuencias serán muy graves. Por el monto de la deuda y porque está casi toda en moneda extranjera, un default argentino sería aún peor que lo que fueron en otros países.”


Arnaldo Bocco economista del Frepaso

“Mucha audacia”

“La Ley de Déficit Cero no convenció a nadie porque los mercados saben que el problema no es bajar el gasto, sino reactivar la economía y comenzar a recaudar impuestos en serio. El país gastó cien millones de dólares en indemnizar a los mejores empleados de la DGI y ahora no cuenta con personal capacitado para fiscalizar. Otro error terrible fue elegir para renegociar la deuda mediante el megacanje a David Muldford, por el solo hecho de ser amigo de Cavallo. Había mejores hombres disponibles. En ocasión de la crisis asiática, Bill Clinton envió a Larry Sammers a la región y en poco tiempo los sacó del pozo. El Gobierno va a tener que tener mucha audacia y profesionalidad para evitar la cesación de pagos. La pulseada con los mercados aún no terminó. Espero que tampoco se cometa el error de dolarizar la economía para evitar una corrida cambiaria. Ecuador lo hizo y entró en una recesión dramática. El Gobierno debe evitar la cesación de pagos porque significaría una caída del PBI del 15 por ciento, se perdería la tercera parte de la recaudación y el desempleo llegaría a proporciones nunca vistas.”


Claudio Lozano de la CTA

“Cuidar las reservas”

“El país tiene que ir hacia una reprogramación soberana de la deuda, que tiene que ir acompañada de una redefinición del esquema de organización de la economía. Argentina tiene una deuda de 140 mil millones de dólares y los argentinos tienen 120 mil millones depositados fuera del país. Ahora nos vienen con el chantaje de que la cesación de pagos va a traer una caída fenomenal del PBI y mayor desocupación. Es cierto que en un primer momento pasaría eso. Pero en los últimos tres años, pagando la deuda, la caída de la actividad ya llega al 10 por ciento y el desempleo sigue creciendo. Tenemos que zafar de las dos alternativas que disputan los grupos de poder. Los que quieren la dolarización sólo piensan en recuperar sus activos financieros intactos. Los que auspician la devaluación sin cambio de modelo priorizan mejorarsus ganancias con las exportaciones y ganar con sus depósitos en el exterior. El país debe sentarse sobre sus reservas, que son el único capital social con que contamos para pensar una estrategia de crecimiento con equidad.”