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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
30 SEPTIEMBRE 2001








 BUENA MONEDA


¿ALCA o Mercosur?

Se peleó con los gobernadores, y Chrystian Colombo tuvo que salir a apagar el incendio. Despreció a los técnicos del FMI y a los “miopes” del mercado, y Daniel Marx tuvo que asumir la tarea de recomponer relaciones con el mundo de las finanzas. Con soberbia impropia menospreció la capacidad de los brasileños de manejar su economía, y Adalberto Rodríguez Giavarini tuvo que hacer malabarismos diplomáticos para apaciguar la ira del principal socio comercial. Estos son algunos ejemplos de la particular habilidad de Domingo Cavallo para profundizar la crisis. Y con dudosa destreza Fernando de la Rúa lo elogia como “patriota” por haber asumido el Ministerio de Economía en los turbulentos días de marzo pasado. A esta altura, con el riesgo país por encima de los 1600 puntos, ha quedado probado que los costos de Cavallo al frente del Palacio de Hacienda han sido muy elevados. Habrá que ver si este Gobierno, luego de las elecciones de octubre, tiene la capacidad de evitar que el mediterráneo siga haciendo estragos en las perspectivas de crecimiento de la economía. Con el ruinoso megacanje de deuda giró negocios a sus amigos hipotecando al país por décadas. Con el nuevo canje que se está armando se trata de compensar parte de ese daño. Ahora, busca destruir el Mercosur para abrazarse a una incierta, por beneficios y costos, asociación comercial con Estados Unidos. En este caso, ¿habrá posibilidad de reparar el daño si avanza en su objetivo de boicotear el bloque regional?
¿Cómo saber si conviene el Mercosur o el ALCA para el desarrollo económico si antes en el país que se debate esa cuestión no define cuál es su estrategia de crecimiento? Resulta evidente que una y otra opción de integración comercial con el mundo son excluyentes, pese al reiterado discurso del Gobierno que el camino que ha de transitar será el de negociar el ingreso al ALCA desde el Mercosur. El ALCA implica una extensión del NAFTA (Acuerdo de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México) a todo el continente. Impulsado por los Estados Unidos, su objetivo es asegurar la libre circulación de sus capitales y mercancías, así como su hegemonía en el continente, puesto que sus capitales adquirirían, respecto a los de Japón y la Unión Europea, un acceso privilegiado a los mercados latinoamericanos. Un área de libre comercio (ALCA) es distinta a un mercado común (Mercosur). Este supone, además, tarifas aduaneras exteriores comunes y libertad de movimiento de la mano de obra, pero constituye igualmente, como lo demuestran experiencias propias y ajenas, esencialmente, un espacio de acumulación de capitales más concentrados de la región.
El Mercosur resultó una respuesta superadora a la desgastante e improductiva rivalidad alentada por los sectores más reaccionarios de ambos países. Y un avance espectacular a un mero espacio de comercio recíproco ampliado. Hay que dejarlo claro: no es fácil ser socio de Brasil; hay que ser firme en las negociaciones, pero sin Mercosur la economía argentina pierde lo poco de interesante que tiene para atraer inversiones.
Un verdadero proyecto de integración sería entonces, a diferencia del ALCA, una asociación entre iguales destinada a crear las condiciones para la libre circulación de las mercancías, el capital y las personas en un contexto de transformaciones económicas, sociales y de apoyo a las regiones más atrasadas, a fin de alcanzar, en el marco de sus culturas, una creciente homogeneización del nuevo espacio común. Por el contrario, un área de libre comercio, como la planteada por el ALCA, tiende, si se establece entre países con distinto grado de desarrollo, a acentuar las desigualdades y establecer así una división del trabajo en la que los más atrasados operan simplemente como proveedores de recursos naturales y mano de obra barata.