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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
30 SEPTIEMBRE 2001








 DESECONOMIAS
 por Julio Nudler


No deben, pero se endeudan

Las telefónicas se presentaron recientemente a Hacienda agitando facturas impagas de diferentes organismos públicos por 80 millones de pesos. Y éste es sólo un ejemplo. Conozcan las maravillas del Déficit Cero. Si no fuera por las telefónicas, Hacienda no se habría enterado. A ningún funcionario que esté a cargo de un área se le va a ocurrir autoincriminarse, denunciando ante el Tesoro que está comprometiendo gastos más allá de lo que le está permitido. Por tanto, la gran caja del Estado sólo descubrirá la verdad cuando el proveedor golpee con los nudillos la ventanilla. Esto es normal, porque no hay repartición que pueda, de repente, reducir abruptamente su gasto en luz, comunicaciones o insumos diversos simplemente porque Hacienda le niegue la cuota presupuestaria prevista. A menos que opte por la solución entrerriana: bajar la cortina, o que como la Federal deje de entregar pasaportes por los que los frustrados viajeros ya pagaron la tasa vigente, pero sólo para que su dinero fuese capturado por el erario. De manera que, mientras Economía celebra el logro del Déficit Cero, o incluso de algún superávit, por debajo de la línea contable los organismos asumen inevitablemente deudas que –aunque Hacienda no las reconozca– tendrán que ser pagadas tarde o temprano, con plata, con bonos o como sea. Ahora, en un intento por obturar esta tronera fiscal, Marcos Makon, modernizador del Estado, chachista y cavallista al mismo tiempo, ha promovido un decreto que obliga a cada proveedor del Estado a exigir al jefe administrativo del área que sea su cliente la certificación de que cuenta con la cuota presupuestaria conferida por Hacienda para comprometer ese gasto. Esa especie de declaración jurada burocrática será imprescindible para cobrar. Es un extraño mecanismo por el cual el Gobierno confiesa su impotencia para controlar la conducta de los funcionarios y tiene que valerse de medios indirectos. Pero los conocedores de la hacienda pública suponen que continuará la generación de deuda no registrada, aunque no se note hoy en ese objeto de culto que es la caja.