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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
30 SEPTIEMBRE 2001








economía
Carrió

-“Crearía impuestos de emergencia a ciertas rentabilidades extraordinarias y a algunos grandes patrimonios.”

- “Hay que negociar una quita del capital de la deuda.”

- “Tenemos que instrumentar una imposición sobre la renta financiera y un gravamen sobre la distribución de dividendos.”

- “Es imprescindible tener criterios estrictos de regulación de entrada y salida de capitales.”

- “Deberíamos haber salido hace rato de la Convertibilidad.”

- “Abandonar el Mercosur sería una locura.”

- “Hay que crear un ingreso ciudadano para la infancia, que llegue a todos los menores del país.”

 


El economista de Lilita

Por Roberto Navarro

Rubén Lo Vuolo es el coordinador del equipo de economistas que está elaborando un plan económico para el caso de que Elisa Carrió sea presidente de la Nación en 2003. Es egresado de la Universidad de Pittsburgh, de Estados Unidos, profesor de posgrado e investigador de las universidades de Notre Dame y la Sorbonne y autor de una decena de libros. Además, es amigo de Lilita. Lo Vuolo propone un modelo alternativo, con un sistema impositivo basado, fundamentalmente, en el impuesto a las Ganancias que, según el economista, podría recaudar 10 mil millones de pesos más por año. Parte de ese dinero lo quiere usar para financiar un ingreso mínimo para todos los menores de edad del país, que asegure el postulado que le da nombre al partido de Carrió: una república para iguales. Asegura que hay que salir de la Convertibilidad y quiere cobrarles un impuesto de emergencia a las ganancias extraordinarias y a los grandes patrimonios para equilibrar las cuentas del Estado.
Si el lunes se tuviera que sentar en el sillón de Cavallo, ¿cómo saldría de la coyuntura? ¿Mantendría el déficit cero?
–Tomaría medidas de emergencia. Crearía impuestos de emergencia a ciertas rentabilidades extraordinarias y a algunos grandes patrimonios. Y negociaría la deuda con la misma lógica de los mercados financieros. Los tenedores de títulos cobraron tasas que contemplaban una posible pérdida. Por eso hay que negociar una quita del capital. Si el sector financiero dice que toma riesgo y lo carga en sus costos, les llegó la hora de hacer frente a algunas pérdidas. Acá invertimos la lógica del capitalismo, en el que el que toma riesgo es el capital. En Argentina el que arriesga es el trabajador. Claro que para cambiar esto hace falta un gobierno legitimado por el consenso popular.
Y después, ¿cómo se hace para volver a crecer?
–Hay que tener una diferente relación entre la política fiscal, la política monetaria y la política cambiaria, para no seguir sometidos a los espasmos de los movimientos financieros internacionales. El problema de Argentina no es el gasto alto sino la recaudación baja. Tenemos que instrumentar una imposición sobre la renta financiera, un gravamen sobre la distribución de dividendos y una reorganización mucho más contundente y progresiva del impuesto a las Ganancias de las personas. Es imprescindible tener criterios estrictos de regulación de entrada y salida de capitales, exigiendo un mínimo de tiempo de permanencia a las inversiones. Pero no se puede hacer esto sin modificar otras cosas, porque este modelo depende de la entrada de capitales. Por eso hay que reorganizar la economía para reducir esa dependencia, lo que hace la mayoría de los países.
El régimen impositivo responde al esquema de poder vigente. ¿Se pueden llevar a cabo sus propuestas en la Argentina de hoy?
–Hay que tener cuidado con quedarse en un esquema circular. Si no se puede cambiar el esquema de poder, no se puede cambiar nada. Así como digo que no tenemos futuro si no modificamos el patrón de distribución de la riqueza, afirmo que no tenemos salida si las relaciones sociales no producen un cambio a favor de la democracia. En el exterior no preguntan cómo se sale de esta situación, sino cómo nos metimos en ella. Me preguntan cómo esta gente tuvo tanto poder para hacer lo que hizo.
¿Cuánto más se recaudaría con su modelo tributario?
–Rápidamente se pueden recaudar 10 mil millones más. Por modificaciones en la legislación y por un cambio de actitud con respecto a la evasión. Es una decisión política. Con una tasa de IVA del 21 por ciento se promueve la evasión. Si se despide o se deja ir a los mejores empleados de la AFIP, se promueve la evasión. Hay que romper con esa lógica perversa.
¿Qué otras medidas completan su plan?
–Hay que modificar la política del Banco Central, que se ha transformado en una caja de conversión. Debe tener una política mucho más activa en la regulación de entrada y salida de capitales y en una nuevaestrategia en materia monetaria. Tiene que ser un efectivo garante de un sistema financiero al servicio del sector productivo.
¿Cómo?
–Con una nueva ley de entidades financieras, con nuevas exigencias al sistema y proponiendo una relación diferente entre el sector financiero y el aparato productivo. Hacer política monetaria a favor del crecimiento.
¿Saliendo de la Convertibilidad?
–Deberíamos haber salido hace rato. Es un programa macroeconómico ineficiente. La Convertibilidad no es sólo un tipo de cambio. Sino toda una estrategia de reacomodamiento de la economía argentina, que privilegia la renta especulativa. El tipo de cambio argentino es absolutamente nocivo para la economía. La moneda que emite un país tiene como respaldo el patrimonio de ese país. Hay que preguntarse: ¿a alguien le puede parecer razonable que Argentina durante más de diez años esté emitiendo una moneda que mantiene la misma relación con la moneda de la primera potencia del mundo? ¿Qué precio hemos tenido que pagar para mantener esa locura? Y la principal pregunta debería ser: ¿por qué Cavallo mantuvo a la economía encorsetada todo este tiempo?
¿Cómo se rompe la Convertibilidad?
–Con un plan coherente hay muchas posibilidades. Hay que discutir cuál es la mejor forma. En vez de pedir apoyo internacional para seguir en esta agonía, debemos requerirlo para volver a crecer. Las deudas internas se pueden pasar a pesos o se pueden extender todos los plazos de pago. Y utilizar el apoyo externo para sostener al sistema financiero. Igual, hoy ya la gente no puede pagar sus cuotas.
¿El Mercosur sigue siendo útil para el desarrollo económico?
–Abandonar el Mercosur sería una locura. ¿Para qué? ¿Para integrarnos con Estados Unidos, que tiene una economía netamente competitiva con la nuestra y que no está dispuesto a levantar sus subsidios? En el Mercosur somos tan competitivos que mantenemos una balanza comercial favorable aún hoy. Lo que hay que revisar principalmente en la relación con Brasil son nuestras políticas y no las de ellos. Lo que hay que hacer es profundizar la unión regional. Si hubiésemos avanzado en una política de unión monetaria, hoy sería mucho más fácil salir de la Convertibilidad.
¿Se debe revisar el grado de apertura económica?
–Para discutir la apertura hay que rever el concepto de competitividad. No tiene sentido a nivel internacional hablar de una empresa competitiva. Sólo se habla de un país o de un sistema económico competitivo. Hay que plantear una apertura que esté implicada en una estrategia de competitividad sistémica. Acá se hizo todo lo contrario. El desarrollo económico siempre y en todo el mundo se explica por la innovación tecnológica y por la difusión de los beneficios al conjunto del sistema económico. No nos sirve que una telefónica logre progresos tecnológicos si no se desarrollan procesos productivos a su alrededor. Estas compañías no son un factor de competitividad para el país. En algunos casos hay que proteger a empresas y sectores, pero a cambio de algo. Y no es el viejo concepto de planificación total, sino una estrategia de desarrollo.
¿En qué sectores se debería basar la estrategia de crecimiento?
–Las economías modernas son diversificadas. El sector agropecuario es imprescindible y tiene que seguir siendo un elemento fundamental en la generación de divisas. Hay que tener políticas muy concretas para que no se destruyan las ventajas comparativas. La industria sigue teniendo una importancia fundamental por tres razones. Es el sector transformador y progresista por excelencia, es un sector que genera empleo y sigue siendo el lugar en donde se generan las mayores innovaciones tecnológicas. Toda la política de los últimos años apuntó a desindustrializar el país. Y en servicios hay que basarse en salud y educación, que son los sectores que utilizan mayor cantidad de mano de obra calificada.


¿Cuál es el modelo?

¿Hay que reformar el modelo económico o cambiarlo?
–Hace falta un nuevo modelo que apunte no sólo a modificar la política económica, sino a vincularla con las políticas sociales y con el ambiente sociocultural de la comunidad. No creo que se pueda cambiar el modelo económico si no se modifican también distintos principios de organización que constituyen el funcionamiento global de la sociedad. La economía es la primera función social.
¿Cómo se instrumenta?
–El país necesita un modelo mucho más endógeno, que no quiere decir cerrado. Una estrategia que potencie al máximo los recursos productivos del país. Salir de la discusión financiera y pensar que tenemos el 36 por ciento de la capacidad industrial sin utilizar, hay una desocupación inédita y un desmembramiento de los sistemas de innovación tecnológica. O sea un enorme potencial sin uso. El nuevo modelo debe apuntar a un crecimiento sostenido, de alta calidad y a tasa moderada. Sólo endeudándose y a un costo altísimo se pueden generar tasas de crecimiento infladas como la que se lograron entre 1992 y 1994. Además, para crecer necesitamos otro patrón de distribución de la riqueza. Hace falta una reforma fiscal profunda, basada en el Impuesto a las Ganancias.
¿El modelo endógeno no se contrapone con la tendencia mundial a la globalización?
–No podemos globalizar modelos acríticamente sin diferenciarnos. Hay que integrarse desde lo que uno es. Pasar a formar parte de un todo mayor a partir de un modelo nacional. La Argentina de hoy no tiene nada distinto que ofrecerle al mundo.

CARRIO Y LOS GRUPOS DE PRESION ECONOMICOS

“El poder de la gente”

¿Qué sabe de economía Elisa Carrió?
–Tengo una relación personal e intelectual de muchos años con ella. Tengo en Lilita una interlocutora política y económica de una lucidez impresionante. Ella entiende lenguajes de política económica alternativos que otros no alcanzan a comprender. Comparto una visión ideológica de cuáles son los problemas del país y la preocupación de tener una mirada integral y autónoma.
¿En qué factor de poder se apoyaría Carrió si fuera Presidente?
–En la gente. Así va a tener una condición imprescindible para gobernar y modificar cosas. Con qué capital se puede llegar para cambiar: con la gente. Así podrá discutir con los factores de poder y hacer política a partir de la defensa concreta de sus representados. El proyecto no es excluyente y le puede entusiasmar a sectores de distintas corporaciones; es un proyecto integrador y con visión de futuro. El plan vigente se basa en sectores que no dependen del futuro del país. Elisa incluye a los que se comprometan con un modelo útil para Argentina. Es un modelo de alternativas para una república de iguales. Una alternativa de vida y de futuro. Lilita no quiere acumular poder, sino distribuir poder.
¿Está trabajando solo?
–No, soy el coordinador de un grupo de economistas que trabaja en un modelo distinto para el país, con especialistas en distintas áreas.

POBREZA Y DESOCUPACION

“Mejorar la distribución”

¿Cuál es su política para combatir la pobreza?
–Es un problema económico y no una cuestión de programas sociales. Con un 30 por ciento de pobres es imposible focalizar con justicia la distribución de los fondos. Esto se resuelve con una política clara de distribución de riqueza. Hay que crear un ingreso ciudadano para la infancia, que llegue a todos los menores del país, independientemente de su nivel económico. No hay que elegir quién es pobre, porque eso es muy difícil. Es una cuestión de estrategia. Hay que garantizar un ingreso para todos y después hacerlo jugar con la declaración de Ganancias, en la que los sectores de mayores ingresos descuentan un monto por hijo. Hay que vincular los ingresos fiscales con los gastos. Luego hay que avanzar con un ingreso universal para los ancianos.
¿Cómo se financia?
–Una parte con los programas que hay actualmente y que no sirven. El resto con una reforma tributaria integral y atando cada impuesto con un destino coherente. Ese es un problema cultural del país: la gente no sabe a dónde van a parar sus impuestos.
¿Cómo se reduce la desocupación?
–También es un problema económico. El pleno empleo sólo existió cuando hubo una política de pleno empleo. No es cierto que las empresas no tomen gente por los costos, que son muy bajos. Necesitan saber que sus productos van a ser vendidos y a precios razonables. Hay que dar horizontes de certidumbre de demanda efectiva y eso se consigue con una mejor distribución de la riqueza y con estrategias comerciales claras. No se puede decir hoy Mercosur sí, mañana no. Y hay que crear nuevas empresas en sectores de servicios relacionales, que están desarrollándose a una velocidad vertiginosa en otros países y que tienen que ver con la calidad de vida. Atención a los ancianos, a la niñez y servicios de salud y de educación. Son servicios que aumentan la productividad social.