1 Entropía
Llueve en la pampa. Como
el terreno es liso y horizontal, y además ya no absorbe más
agua, unas cuantas gotas, repetidas días y días, inundan
extensiones enormes. Las cosechas se pierden y no hay cómo
pagar los créditos bancarios contraídos. Con ello,
se pierden dólares por exportaciones que nunca ocurrirán
e impuestos que nunca llegarán a las arcas públicas.
Cada parte involucrada atribuye a las demás la desgracia.
Los productores ponen el grito en el cielo porque los políticos
no hicieron las obras de drenaje prometidas, y a los bancos porque
siguen cobrando intereses cuando la capacidad de repago se ha vuelto
nula; los políticos aducen que son lluvias excesivas, que
superan el record de principios de siglo (¿cuál siglo?),
no obstante que ya Ameghino estudió científicamente
el problema y que la experiencia de Holanda ofrece todo un repertorio
de acciones posibles; su propuesta es cobrar un peso a cada propietario
para pagar obras futuras, y con la desesperación por fondos
frescos que hoy padecen las provincias, es previsible el destino
de esos fondos cuando las inundaciones pasen. A nadie parece importarle
el futuro de la tierra misma, luego de habérsele extraído
cantidades innumerables de producción durante un siglo, y
no haber hecho nada por impedir el empobrecimiento del suelo por
causas eólicas, hídricas y por el régimen mismo
de producción. En las ciudades y suburbios, otra inundación
ocurre por incapacidad de absorción de mano de obra por el
aparato productivo. Se anuncia que estamos, en promedio, en 20 por
ciento de desempleo de la población económicamente
activa. Y ya van años enteros de esa otra inundación.
El desempleado y el empobrecido reclaman asistencia económica,
y el político la brinda cuando ella le aporta votos para
llegar al poder. A nadie parece importarle el futuro del capital
humano, que no por no comer, sino por no ejercer sus facultades
productivas, baja cada día un peldaño en su aptitud.
El descenso no tiene límites: hay en el mundo enormes extensiones
áridas y numerosas poblaciones semisalvajes. Las dos grandes
formas de capital que tuvo el país, su pampa húmeda
y su clase media educada, fueron usadas por el mercado con el solo
fin de extraerles ganancia, como mecanismos que podían funcionar
indefinidamente, más allá del fruto extraído
y de agresiones infligidas. Fue un error de la economía,
del que hoy vamos regresando.
2 Georgescu-Roegen
Fue
un emigrante de un país subdesarrollado. Además, su
país luchaba a brazo partido por salir del estado agrícola
subdesarrollado y alcanzar la industrialización, aun con
amplio proteccionismo, como proponía en esos años
Mihail Manoilescu, autor de Neoliberalismo (1923). Nicholas Georgescu-Roegen
nació en Constanza, Rumania, un 4 de febrero de 1906, y falleció
en 1994. Su primera carrera fue la matemática, en la que
se recibió en 1926, en la Universidad de Bucarest. Luego
pasó a París, adonde, bajo la supervisión de
Emil Borel y Georges Darmois se doctoró en estadística
matemática (1930). Luego de enseñar Estadística
en Bucarest los acontecimientos políticos de Rumania le llevaron
a Harvard (1934-6), adonde sus avanzados conocimientos de estadística
matemática le resultaron útiles a Schumpeter, quien
trabajaba en su monumental obra Business Cycles (1939). De regreso
a Rumania (1937), se involucró en instituciones públicas
y en 1948 regresó a los EE.UU., primero a Harvard (dos años)
y luego a la Universidad de Vanderbilt, adonde trabajó hasta
jubilarse en 1976. Luego de trabajar treinta años en la teoría
del consumidor, por la que se convirtió en una celebridad,
percibió que, metodológicamente, sus técnicas
y resultados no eran distintos a los de un ingeniero que hace operar
al máximo una máquina. Pero ¿era la máquina
un buen paradigma del sistema económico? En Cuestiones
de orientación en economía (1966) planteó
que en la producción, que es transformar una reserva constante
de materia y energía, debía regir la misma ley de
entropía que rige a todo sistema cerrado: la entropía,
o materia y energía no alcanzables, tiende siempre a aumentar,
en tanto la materia y energías alcanzables tiende constantemente
a disminuir; el crecimiento económico aumenta el producto
por unidad de insumos, pero consumiendo la reserva mundial limitada
de materia y energía. Las sociedades industriales, basadas
sobre petróleo y otros insumos minerales, están sujetas
a un decaimiento entrópico, por la extracción de esos
materiales y por la polución. Ni el avance tecnológico
puede librarlas del rendimiento decreciente. No es posible un sistema
económico en movimiento perpetuo, como un sistema cerrado
que podría operar indefinidamente a una tasa constante. Su
exposición más conocida la desarrolló en La
ley de entropía y el proceso económico (1971).
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