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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
28 OCTUBRE 2001








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López

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  Entropía

Llueve en la pampa. Como el terreno es liso y horizontal, y además ya no absorbe más agua, unas cuantas gotas, repetidas días y días, inundan extensiones enormes. Las cosechas se pierden y no hay cómo pagar los créditos bancarios contraídos. Con ello, se pierden dólares por exportaciones que nunca ocurrirán e impuestos que nunca llegarán a las arcas públicas. Cada parte involucrada atribuye a las demás la desgracia. Los productores ponen el grito en el cielo porque los políticos no hicieron las obras de drenaje prometidas, y a los bancos porque siguen cobrando intereses cuando la capacidad de repago se ha vuelto nula; los políticos aducen que son lluvias excesivas, que superan el record de principios de siglo (¿cuál siglo?), no obstante que ya Ameghino estudió científicamente el problema y que la experiencia de Holanda ofrece todo un repertorio de acciones posibles; su propuesta es cobrar un peso a cada propietario para pagar obras futuras, y con la desesperación por fondos frescos que hoy padecen las provincias, es previsible el destino de esos fondos cuando las inundaciones pasen. A nadie parece importarle el futuro de la tierra misma, luego de habérsele extraído cantidades innumerables de producción durante un siglo, y no haber hecho nada por impedir el empobrecimiento del suelo por causas eólicas, hídricas y por el régimen mismo de producción. En las ciudades y suburbios, otra inundación ocurre por incapacidad de absorción de mano de obra por el aparato productivo. Se anuncia que estamos, en promedio, en 20 por ciento de desempleo de la población económicamente activa. Y ya van años enteros de esa otra inundación. El desempleado y el empobrecido reclaman asistencia económica, y el político la brinda cuando ella le aporta votos para llegar al poder. A nadie parece importarle el futuro del capital humano, que no por no comer, sino por no ejercer sus facultades productivas, baja cada día un peldaño en su aptitud. El descenso no tiene límites: hay en el mundo enormes extensiones áridas y numerosas poblaciones semisalvajes. Las dos grandes formas de capital que tuvo el país, su pampa húmeda y su clase media educada, fueron usadas por el mercado con el solo fin de extraerles ganancia, como mecanismos que podían funcionar indefinidamente, más allá del fruto extraído y de agresiones infligidas. Fue un error de la economía, del que hoy vamos regresando.

 Georgescu-Roegen

Fue un emigrante de un país subdesarrollado. Además, su país luchaba a brazo partido por salir del estado agrícola subdesarrollado y alcanzar la industrialización, aun con amplio proteccionismo, como proponía en esos años Mihail Manoilescu, autor de Neoliberalismo (1923). Nicholas Georgescu-Roegen nació en Constanza, Rumania, un 4 de febrero de 1906, y falleció en 1994. Su primera carrera fue la matemática, en la que se recibió en 1926, en la Universidad de Bucarest. Luego pasó a París, adonde, bajo la supervisión de Emil Borel y Georges Darmois se doctoró en estadística matemática (1930). Luego de enseñar Estadística en Bucarest los acontecimientos políticos de Rumania le llevaron a Harvard (1934-6), adonde sus avanzados conocimientos de estadística matemática le resultaron útiles a Schumpeter, quien trabajaba en su monumental obra Business Cycles (1939). De regreso a Rumania (1937), se involucró en instituciones públicas y en 1948 regresó a los EE.UU., primero a Harvard (dos años) y luego a la Universidad de Vanderbilt, adonde trabajó hasta jubilarse en 1976. Luego de trabajar treinta años en la teoría del consumidor, por la que se convirtió en una celebridad, percibió que, metodológicamente, sus técnicas y resultados no eran distintos a los de un ingeniero que hace operar al máximo una máquina. Pero ¿era la máquina un buen paradigma del sistema económico? En “Cuestiones de orientación en economía” (1966) planteó que en la producción, que es transformar una reserva constante de materia y energía, debía regir la misma ley de entropía que rige a todo sistema cerrado: la entropía, o materia y energía no alcanzables, tiende siempre a aumentar, en tanto la materia y energías alcanzables tiende constantemente a disminuir; el crecimiento económico aumenta el producto por unidad de insumos, pero consumiendo la reserva mundial limitada de materia y energía. Las sociedades industriales, basadas sobre petróleo y otros insumos minerales, están sujetas a un decaimiento entrópico, por la extracción de esos materiales y por la polución. Ni el avance tecnológico puede librarlas del rendimiento decreciente. No es posible un sistema económico en movimiento perpetuo, como un sistema cerrado que podría operar indefinidamente a una tasa constante. Su exposición más conocida la desarrolló en La ley de entropía y el proceso económico (1971).