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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
28 OCTUBRE 2001








Crisis
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- Las quiebras y las convocatorias empezaron a alcanzar también a las grandes empresas.

- Las Obligaciones Negociables (ON) de decenas de empresas de primer nivel cotizan a precios de default.

- Derrumbe del nivel de actividad, alza de la tasa y fuerte restricción crediticia conforman un cóctel explosivo.

- Esa situación puede derivar en una espiral de quiebras de la que nadie estaría a salvo.

- La deuda corporativa total asciende a 40 mil millones.

- Del total de ON, que suman 24.010 millones, el año que viene vencen 7246 millones.

- Los bancos y calificadoras de riesgo comienzan a pensar que muchas empresas no podrán pagarla.

- La morosidad del sistema financiero ya supera el 15 por ciento, que equivale a 10.350 millones.

- En los primeros nueve meses de 2001 hubo 7067 pedidos de quiebra y 1018 concursos de acreedores.

 


Ni monedas

Por Roberto Navarro

El reclamo de Francisco Macri para que el Estado se haga cargo del endeudamiento privado, pedido que remite a la triste historia de la estatización de la deuda externa, refleja el estado de desesperación en el que está cayendo todo el sector privado. Las quiebras y los concursos de acreedores, que en los primeros dos años de recesión afectaban especialmente a las pyme, empezaron a alcanzar también a las grandes. En los últimos meses se presentaron en convocatoria empresas como América TV, Musimundo, Correo Argentino y Gatic. Y para los analistas de deuda corporativa, lo que viene será peor. Las Obligaciones Negociables (ON) de decenas de empresas de primer nivel cotizan a precios de default. Las ON de Multicanal rinden un 75 por ciento anual; las de la compañía de comunicaciones Impsat, un 111 por ciento y las de la constructora Sideco –de Macri–, un 136 por ciento. Rendimientos que revelan que el mercado piensa que no van a pagar sus deudas. El derrumbe del nivel de actividad, el alza de la tasa de interés y la fuerte restricción crediticia conforman un cóctel explosivo que, de extenderse, puede derivar en una espiral de quiebras de la que nadie estaría a salvo.
En 1982, desde la presidencia del Banco Central, Cavallo fue uno de los protagonistas de la estatización de la deuda externa privada, mediante un seguro de cambio. Decisión que echó las bases de lo que hoy es la impagable deuda pública. Ahora la deuda corporativa total asciende a 40 mil millones y los bancos y calificadoras de riesgo comienzan a pensar que muchas empresas no podrán pagarla. Las grandes compañías financian la mayor parte de sus inversiones mediante la emisión de títulos de deuda privada, papeles denominados ON, que luego cotizan en el mercado secundario. La operatoria habitual es cancelarlos mediante nuevas emisiones. Pero desde hace más de un año son muy pocas las compañías que consiguen colocar nuevos papeles. En los primeros nueve meses del 2001 las colocaciones cayeron un 55 por ciento con respecto al mismo período del 2000. La restricción obligó a muchas compañías a cancelar vencimientos utilizando parte de su capital de trabajo. La extensión de la crisis está acabando con esos fondos y pone a las empresas al borde del default.
La fragilidad de la situación financiera del sector privado obligó a las calificadoras de riesgo a analizar la situación de las empresas mes a mes. Así, en lo que va del año hubo 450 bajas en las calificaciones de deuda corporativa. Hasta marzo quedaban 16 compañías con la máxima nota, Investment Grade; en la actualidad no queda ninguna. Empresas como Banco Galicia, Molinos Río de la Plata y Aguas Argentinas, entre otras, cayeron a categoría CCC, que el mercado considera de altísimo riesgo.
Muchos bancos están actuando de dique de contención para evitar que la caída de algunas grandes compañías desate una estampida que termine arrastrándolos. “Si dejan caer en default a una empresa, el mercado pensará que la banca se corrió a un costado y se desataría una ola de quiebras que incluiría a los propios bancos”, explicó a Cash Marcos Deboto, analista de Banco Río. Por eso las entidades financieras están refinanciando deudas que, en otras circunstancias, pasarían a la cartera de morosos.
A pesar de la decisión de los banqueros de refinanciar pasivos para no blanquear la verdadera situación de sus carteras, la morosidad del sistema ya supera el 15 por ciento, que equivale a 10.350 millones. Y pasaría al 18 por ciento si no fuera porque en marzo pasado el Banco Provincia de Buenos Aires transfirió 2000 millones de pesos de deudas en estado irregular al tesoro provincial, mediante un fideicomiso. Hace apenas un año la morosidad era del 14 por ciento. A su vez las previsiones por posibles futuras pérdidas pasaron del 9 por ciento al 13 por ciento del total de préstamos en el último año. Aunque la situación general del sistema financiero sigue siendo buena, luego de tres años de recesión algunos analistas comienzan a temer que la banca local sufra lo mismo que el sistema japonés. Cuando la economía de la segunda potencia mundial superó el quinto año de estancamiento, los bancos japoneses comenzaron a caer y tuvo que salir el Estado a salvarlos. Las mismas causas que generaron la debacle de la banca nipona afectan a las entidades locales: aumento de la morosidad, caída de los precios de las garantías que respaldan los créditos de sus clientes y derrumbe de los precios de los activos en cartera (acciones y bonos). Además, las entidades que operan en Argentina sufrieron una fuerte caída de los depósitos.
Para Guillermo Corso, economista de Fundación Capital, si el riesgo país no se sitúa por debajo de 1000 puntos en los próximos cuatro meses, las empresas no podrán cumplir sus compromisos. “Primero caerán las empresas y después los bancos”, opinó. “Además, la caída de ventas, la deflación y las altas tasas están minando los balances.” Por eso muchos papeles de empresas con vencimiento en el 2002 cotizan a precios de remate: nadie cree que los puedan cancelar. Del total de ON, que suman 24.010 millones, el año que viene vencen 7246 millones. Las ON de la distribuidora eléctrica bonaerense IEBA, que vencen en marzo próximo, cotizan al 40 por ciento de su valor, con un rendimiento para quien se anime a comprarlos del 149 por ciento; los de IMPSA, la constructora de Enrique Pescarmona, que vencen en mayo, rinden más: el 198 por ciento.
En los primeros nueve meses del 2001 hubo 7067 pedidos de quiebra y 1018 concursos preventivos de acreedores, ambas cifras superan los ya altísimos registros del año pasado. Entre los que convocaron a sus acreedores a renegociar sus deudas se encuentran firmas como Lapa, Musimundo, Helados Massera, la compañía de micros Río de la Plata, la fábrica de motores diésel Perkins, Chocolates Bariloche y el Club Ciudad de Buenos Aires.
A pesar de todas las medidas de flexibilización del uso de cuentas corrientes que adoptó el Banco Central, la situación financiera de las empresas es tan frágil que en los primeros ocho meses del año los cheques rechazados crecieron un 20 por ciento. Pasaron de 2 millones entre enero y agosto del 2000 a 2,4 millones en el mismo período del 2001. A su vez el plazo de pago promedio pasó de los 45 días de épocas normales a los 180 días de la actualidad. Y en algunos sectores llega hasta el año.
La ruptura en la cadena de pagos, la alta morosidad que soporta el sistema financiero y la depreciación de los títulos de deuda privada son síntomas inequívocos de que la posibilidad de que muchas grandes compañías comiencen a caer en dominó, arrastrando en su camino a los bancos, no está lejana. Otra prueba de que varias empresas de primera línea están al borde del precipicio es su cotización bursátil. Las acciones de Renault, Acindar e Indupa apenas superan los 20 centavos. Precios que no cubren ni por lejos el valor de sus bienes muebles e inmuebles. Y que al igual que las cotizaciones de las ON detalladas anteriormente son catalogados por los analistas de empresas como precios de remate o precios de quiebra.

Números

1018 fueron los pedidos de concursos de acreedores entre enero y setiembre, que incluye a América TV, Musimundo, Correo Argentino, Gatic, Lapa, Perkins, Massera, Chocolate Bariloche, La Costera Criolla, Club Ciudad de Buenos Aires y Rabbione.

2,4 millones es la cantidad de cheques rechazados acumulados en los primeros nueve meses del año. Esta cantidad supera en un 20 por ciento a los cheques voladores del mismo período del año 2000.

13 por ciento del total de préstamos bancarios los bancos previsionan como posibles pérdidas futuras. Hace sólo un año, 9 por ciento. 7246 millones de dólares de ON vencen el 2002.

15 por ciento es el porcentaje de montos de préstamos bancarios que están en situación de morosidad.

10.350 millones equivale esa morosidad.

761 ya fueron decretadas por la Justicia con el cierre respectivo de las empresas.

7067 son los pedidos de quiebra de los primeros nueve meses del año, cifra record para el período.

55 por ciento fue la caída en la emisión de obligaciones negociables (bonos privados) de las empresas.

Miguel Peirano economista de la UIA

“No se debe estatizar la deuda privada”

¿Qué opina de la propuesta de Francisco Macri de estatizar la deuda de las empresas?
–No comparto la propuesta. De ninguna manera se debe estatizar la deuda privada, porque implicaría una transferencia de ingresos regresiva e injustificada. El problema de fondo es que este modelo económico no funciona. Pero sus costos no pueden seguir siendo transferidos a los sectores de menores ingresos.
¿Cómo se soluciona el ahogo financiero que están sufriendo la mayoría de las empresas?
–Cuando se analicen programas de refinanciación, deberán diferenciarse a las pymes y a las industrias de mano de obra intensiva, de capital nacional y con tradición en el país, de los sectores que desarrollaron sus negocios en áreas protegidas por marcos regulatorios o que formaron parte del proceso de privatizaciones.
¿Cómo debería tratarse cada caso?
–Las privatizadas pueden fondearse en el exterior. Para el resto debería analizarse la suspensión transitoria de las ejecuciones de industrias y productores agropecuarios, y encontrar un esquema al estilo del Plan Brady, que permita que la empresa con un bajo nivel de capital inicial garantice el pago de su deuda y sólo deba afrontar los intereses, que deberían tener un tope. Además habría que refinanciar las deudas impositivas.
¿De qué manera?
–Con un esquema que vincule el pago de cada una de las cuotas de la deuda a refinanciar con el nivel de facturación de las empresas, estableciendo un período de gracia de uno o dos años, según la gravedad de cada caso, para que puedan reconstituir capital de trabajo.

Alejandro Pavlov analista de Humphreys, sociedad de Moody's

“Se deteriora la capacidad de pago”

¿La extensión de la crisis puede derivar en una cadena de quiebras?
–Hasta el momento, las empresas han tenido un excelente manejo financiero que les permitió cumplir sus compromisos. Los empresarios locales estuvieron sumamente cautelosos al refinanciar sus pasivos a tiempo y a plazos lo más largos posibles. Ultimamente muchas han recurrido a cancelar obligaciones con aportes de capital de los accionistas o utilizando capital de trabajo. Son medidas para aguantar hasta que la crisis ceda. Si se siguen extendiendo esos paliativos no serán suficientes.
¿Las calificaciones de las deudas de las empresas van a seguir descendiendo?
–En este momento estamos haciendo una revisión de todas las empresas a las que evaluamos. En los próximos días se van a conocer nuevas calificaciones, que serán más bajas que las actuales. La extensión y profundización de la crisis van deteriorando las posibilidades que tienen las empresas de cumplir sus compromisos.
¿Las bajas en las notas son generales o hay sectores en peor situación?
–Las grandes empresas están un poco más protegidas porque son monopolios, duopolios u oligopolios. Nosotros en cada caso hacemos un análisis y bajamos las calificaciones según las perspectivas de cada una. Aunque es cierto que la situación del país las arrastra a todas. En las últimas semanas comenzamos a analizar detenidamente la situación de algunos bancos y compañías de seguros, que hasta hace un tiempo eran de los más sólidos, pero que ya se están viendo afectados.

Las perspectivas de las empresas

Guillermo Corso
Fundación Capital

“Sin refinanciación, caen”

“Hasta fin de año, la situación está controlada. Pero si el riesgo país no baja de 1000 puntos en los próximos cuatro meses, la mayoría de las empresas corre riesgo de no poder hacer frente a sus compromisos del año que viene. El problema sería general. Primero caerían las empresas y luego los bancos. Las únicas que podrían aguantar son las petroleras. Los privados no tuvieron un megacanje ni un blindaje ni recibieron ayuda financiera externa. El Estado puede seguir tirando, pateando el default para adelante, pero las empresas no. Si no consiguen refinanciar sus pasivos, van a caer. Las más expuestas son las que comercializan bienes y servicios que no son de primera necesidad, como las de cable. La gente está prescindiendo de esos gastos. Luego de tres años de recesión, con varios balances a pérdida, las posibilidades de conseguir créditos son aún menores. A partir del segundo semestre del 2002, cuando comiencen a vencer la mayor parte de las Obligaciones Negociables, la situación va a ser muy difícil. Las cotizaciones de las ON reflejan esta realidad. Al Gobierno le quedan pocos meses para revertir la actual situación.”

Marcos Deboto
analista de deuda corporativa Banco Río

“Los bancos se hicieron socios”

“Es increíble que no caigan más empresas. El hecho de que haya sido tan mal año ayudó. No tomaron mucha deuda. El temor es que cuando caiga una, caigan todas. Los bancos están renovando las ON para no dejarlas caer en default y que no se les deteriore la cartera. Por supuesto respetando las reglas de emisión y exigiendo garantías. Si uno no paga, es la señal de que los bancos se corrieron y de que empiezan a caer las grandes compañías. Los bancos están compartiendo los problemas porque, al prestarles, se hicieron socios. Por suerte, no había empresas con deudas de corto plazo. Tuvieron el buen tino de tomar deuda larga. El riesgo de incumplimiento de muchas empresas para el 2002 es muy superior al riesgo país. Si Macri pidió que el Estado le pague las deudas es porque él no las pensará pagar, porque no puede. Si la actual situación se extiende, cualquiera puede tener problemas. Los bancos están al final del dominó, aguantando para que no se caigan las empresas y los arrastren. Pero, ojo, sólo un banco acreedor va a financiar a una empresa en problemas. El resto, los que están afuera, no prestan un peso. De todas maneras, la situación general de la banca sigue siendo buena.”