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El Malba es argentino
La ficción convertible parecía, luego de su monumental y estrepitosa caída, haberse perpetuado simbólicamente en el impactante Malba de Buenos Aires, que resultó una de las pocas buenas noticias del año pasado. Pero finalmente la onda expansiva de la caída terminó por afectar seriamente al museo. No en su estructura edilicia, que por suerte no se desvaneció, sino en sus proyectos internacionales de corto plazo. El default, la devaluación y la catástrofe social terminaron por cancelar las muestras de gran envergadura que estaban en la agenda del Museo Costantini –una exposición de Roy Lichtenstein, otra de Frida Kahlo y Diego Rivera– y esa caída se llevó a su director, el mexicano Agustín Arteaga que renunció luego de un año y medio de gestión a puertas cerradas y cinco meses de actividad pública. Habían quedado en el pasado la pelea por la construcción del edificio y su privilegiada localización y las rounds entre ciertos vecinos quisquillosos y el museo que actuaba con una política de hechos consumados. Para que el Malba no se transforme en una cafetería con museo ad hoc, pronto tendrá que generar una programación que guarde cierta proporción con la medida de las expectativas que despertó. Se supone que esa programación deberá moverse por el sendero angosto de la nueva economía y con el giro copernicano de vivir con los nuestro. Hasta tanto aparezca ese esperado plan B, la colección permanente, con sus numerosas perlas y sus contados baches puede servir de consuelo.

Inauguran en la semana
- Leonel Luna, ilustraciones del libro Tres años de cautividad entre los Patagones, del francés Auguste Guinnard, hoy, en el ICI, Florida 943.
- Abel Merlo, Sólo luz, fotografías, mañana, en el Fotoespacio del Retiro, Torre de los Ingleses, frente a la Estación Retiro.
- Carlos Masoch (alias Douglas Vinci), pinturas, el jueves 14, en Beckett, El Salvador 4960, Palermo Viejo.
- Sibyl Cohen, pinturas, el sábado 16, en Braga Menéndez/Schuster, en los lofts de Darwin 1154, 1º C.