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Legitimidad de ejercicio

Los conmocionantes hechos ocurridos en Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Bahrein, y estimo que la lista se incrementará, han puesto sobre el tapete el nudo gordiano del poder político. Obviamente, me estoy refiriendo a lo que en Derecho Político se describe como los dos grandes temas acerca del poder político y su consecuente sustentabilidad. La “legitimidad de origen” define con precisión la vía por la cual un determinado partido político accede al poder junto con sus representantes, cuyo mandato deviene en forma legítima y soberana de su mandante, el pueblo, quien a través de elecciones libres y democráticas manifiesta su decisión de erigirlo como su mandatario. Ahora bien, lo erige como mandatario porque confía en que su plan de gobierno es el mejor para hacer realidad sus sueños de ciudadano. Hasta allí la “legitimidad de origen”. Pero hete aquí que a poco de ocupar el sillón presidencial el primer mandatario puede ir cayendo en una suerte de “amnesia política”, quizá porque los “vahos del poder” y la angurria logren marearlo y hacerle olvidar el “para qué” se lo votó, o quizá porque confía en que la “mansedumbre”, “de-

sidia” o “apatía” de su mandante, el pueblo, jamás le pedirá rendición de cuenta alguna por sus actos de gobierno. No fue esto lo que ocurrió, y seguirá ocurriendo, en el mundo árabe. El pueblo finalmente se despertó de su letargo ciudadano e hizo tronar el escarmiento, poniendo abrupto fin a esos gobiernos faraónicos que desoyeron el mandato del pueblo y gobernaron con mano dura y mezquina a espaldas de su legítimo y soberano mandante. Es decir, se puso sobre el tapete la “legitimidad de ejercicio”. Se revocó ese mandato popular. El pueblo recuperó su dignidad ciudadana y dejó de ser un rehén de su propio mandatario. En particular lo celebro porque, más allá de las salvajes represiones que se cometieron y las lamentables muertes ocasionadas, en un mundo donde los hechos políticos mundiales son conocidos masivamente y al instante, servirán como sesuda reflexión para aquellos mandatarios que padezcan de “amnesia política” o sufran del síndrome de “temeridad de ejercicio”.

Jorge E. Yunes, abogado
DNI 12.944.573

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