Miércoles, 21 de enero de 2015 | Hoy
CIENCIA › LAS NUEVAS TECNOLOGíAS QUE SE TRASLADAN DEL LABORATORIO A LA SOCIEDAD
El INTA desarrolló un software con sistema Android, disponible para smartphones y tablets, que facilita el seguimiento remoto de la producción agropecuaria. Marcelo Di Bella, responsable de su implementación, cuenta las bondades de esta nueva app.
Por Pablo Esteban
Marcelo Di Bella, director del Instituto de Clima y Agua del INTA (Castelar), se graduó como ingeniero agrónomo en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Obtuvo el título de doctor en Ciencias en el Institut National Agronomique Paris-Grignon (Francia) y se especializa en temáticas vinculadas al uso y al desarrollo de herramientas de sensoramiento remoto para el estudio, el seguimiento y la evaluación de los agroecosistemas.
Sea usted apocalíptico o integrado, en términos del célebre semiótico italiano Umberto Eco, la posmodernidad plantea una premisa (o un desafío) que es ineludible: las nuevas tecnologías de la información y la comunicación modificaron los sistemas de percepción en los seres humanos. Por lo menos en apariencia –cuestión no menor, eso de la apariencia– las brechas espaciales se acotan, el tiempo se fragmenta y los modos de socializar se tiñen de otras lógicas.
En este marco, el INTA presentó SEPA móvil, una herramienta sofisticada que permite a los usuarios realizar el seguimiento de su producción agropecuaria y recolectar un enorme flujo de información procesada acerca de los suelos, la vegetación y las condiciones climáticas en apenas segundos. Desde esta perspectiva, Marcelo Di Bella –referente en el área– cuenta acerca de su trayectoria académica, los vínculos entre ciencia y sociedad, y el rol del Instituto en esta interacción.
–¿Por qué es ingeniero agrónomo?
–Cuando terminé el colegio secundario, incluso, sin tener una historia familiar asociada al agro, comencé a estudiar agronomía. Empecé la carrera, tras hacer el CBC y el servicio militar y mi idea era asesorar campos que, en verdad, es la tarea que casi todo agrónomo busca realizar. Sin embargo, en segundo año me desempeñé como ayudante de cátedra y conocí algo de ciencia e investigación. Y la verdad es que no lo pude dejar jamás. Realicé mi tesis de grado y obtuve de forma sucesiva varias becas. En 1994, ingresé al INTA y ocupé diversos puestos y desempeñé varios cargos.
–El vínculo entre el clima y el desarrollo agrícola de una región está claro. En este sentido, ¿cómo se expresa esta relación en Argentina?
–Nosotros desarrollamos una agricultura muy dependiente del clima. Los sistemas de producción extensivos son de secano, aunque se está comenzando a incorporar el riego complementario en períodos sensibles del cultivo en que la falta de agua altera la producción. Nuestros pastizales y sistemas forrajeros también dependen del clima, de allí su incidencia en el quehacer productivo.
–¿Es posible, en la actualidad, afirmar que Argentina posee cuatro estaciones climáticas bien marcadas?
–Sí, por supuesto. Existen eventos que nos desorientan un poco pero que también han ocurrido en otras épocas. Inclusive las anomalías que a veces percibimos –como un día veraniego en octubre– ya han ocurrido en décadas precedentes. Por otra parte, predecir el clima es muy difícil. Si uno traza curvas de lluvia mensual y compara lo que sucede anualmente, no se puede extraer un patrón común que permita visualizar comportamientos parejos. En efecto, es necesario que comprendamos que el sistema climático es muy variable en tiempo y espacio. Quizás, ahí esté el punto en cuestión; tal vez, las variaciones se produzcan con una mayor frecuencia respecto a tiempos pasados.
–¿Y eso qué implica?
–Ello limita nuestras posibilidades de previsión. A menudo, esperamos una campaña ideal y se inundan los campos, o bien, se inundan los campos en una parte y en la siguiente se encuentran con sequía. Sin embargo, cada vez tenemos más herramientas para afrontar la imprevisibilidad. La gente necesita información y el mundo científico lo advierte.
–En este sentido, desde el INTA diseñaron una aplicación con sistema Android para smarthpones y tablets. Cuénteme las bondades de este nuevo software denominado SEPA móvil...
–Es una herramienta muy interesante que plantea una nueva concepción acerca del acceso a la información respecto a estas temáticas. Como instrumento es muy atractivo porque brinda información útil para el sector agropecuario y es fundamental para el proceso de toma de decisiones. El INTA posee estaciones meteorológicas automáticas, un servidor de mapas de suelos, satélites que calculan la altura del suelo sobre el nivel del mar y radares que procesan un enorme flujo de información que es accesible por cualquier tipo de usuario interesado. De modo que para facilitar el acceso, lo que hicimos con SEPA fue reunir y relacionar todos esos datos en un mismo software.
–Señalaba que es una herramienta que modifica la concepción acerca del acceso y la circulación de la información, ¿en qué sentido ocurre ello?
–Se cambia el concepto porque el usuario ya no es quien va en busca de la información. SEPA utiliza un GPS, en efecto, el individuo carga la dirección geográfica donde se halla y los datos requeridos llegan resumidos y adaptados a la región en que la persona se encuentra. Se trata de un sistema que cuando conoce la ubicación geográfica de quien la demanda se dirige a los servidores donde se halla esa información y reúne todos los datos que posee y los exhibe en una pantallita. Se recolectan datos como la distancia de la estación meteorológica más cercana y en qué dirección se encuentra, cuál fue la temperatura máxima y mínima en la última semana, cuánto llovió en los últimos siete días y en el último mes, cuál es la altura sobre el nivel del mar, qué pendiente hay en el terreno, qué tipo de suelo domina y en qué condición está la vegetación respecto los últimos quince años.
–Usted indicó que, pronto, lanzarán la versión 2 de esta aplicación, ¿en qué se diferencia de la primera?
–La novedad que promueve la versión 2 es que el usuario podrá acceder a información desde otras coordenadas. Por ejemplo, si el individuo está en Buenos Aires pero tiene un huerto en Santa Fe será posible obtener información de Santa Fe sin la necesidad de estar en ese instante en ese lugar. En efecto, uno accede a detalles de lugares en los que se tiene un interés agronómico o profesional particular sin estar allí. Eso facilita las cosas.
–¿Ambas aplicaciones se desa-rrollaron bajo la participación exclusiva del INTA?
–Sí, claro. El lanzamiento se realizó con una participación privada muy pequeña, pero la idea, la adaptación, la información y el desarrollo del servicio fueron por iniciativa y oficio del Instituto.
–¿Cómo se obtenían estos datos cuando no se contaba con las tecnologías de comunicación?
–Bueno, aquí hace más de 50 años que realizamos mediciones de clima. Las estaciones convencionales eran sitios donde había casillas de madera con termómetros adentro. Allí uno observaba la temperatura, los números del pluviómetro que recogía información sobre las precipitaciones y se calculaban datos respecto al suelo. Los valores se anotaban en planillas que se mandaban con fotocopia al Servicio Meteorológico Nacional para que las integrara y concluyera con los informes finales. Algunas estaciones, incluso, aún siguen funcionando de ese modo.
–¿En el Instituto de Clima y Agua también pronostican?
–Existe un pronóstico orientado al sector agropecuario realizado por un grupo de meteorólogos que interpretan la información atmosférica –provista por otras agencias climáticas a nivel nacional e internacional– y procesan datos a corto y mediano plazo.
–¿En qué otra herramienta de sensoramiento remoto trabajaron?
–La misión del INTA es desarrollar tecnología e investigación de calidad para los usuarios. Con esa premisa, hacemos desarrollos que son validados y respaldados por nuestros científicos y por pares de otras instituciones. Recién en ese momento, los productos y servicios se vuelcan hacia el usuario. El mismo proceso de prueba, revisión y certificación a la que fue sometida SEPA móvil, fue atravesado por otras aplicaciones. Por ejemplo, también trabajamos con satélites desde 1980, es decir, contamos con casi 35 años de información satelital. Realizamos un seguimiento y un índice de las calidades de los cultivos, de enfermedades de los suelos, etc.
–¿Hay alguna aplicación en el exterior que hayas observado que aquí todavía no se desarrolla y le gustaría promover?
–No, me parece que en Argentina hay bastante desarrollo en este aspecto. Inclusive, desde el INTA se han realizado los convenios necesarios para que algunas cosas que están mejor afuera del país puedan ser incorporadas. Por ejemplo, en el marco del trabajo de seguimiento satelital, acordamos una colaboración de la NASA. Ellos ya contaban con las imágenes, los servidores y la capacidad para procesar grandes cantidades de información en tiempo real; pero no poseían datos del terreno ni nuestra experiencia en el territorio. Como producto del trabajo conjunto, desde el año 2000 hay un sistema que permite controlar el estado de la vegetación cada seis hectáreas.
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