Miércoles, 6 de diciembre de 2006 | Hoy
CIENCIA › ANA OSELLA, FISICA
La física tiene una curiosa derivación al colaborar con la arqueología en la búsqueda de asentamientos, paredes, tumbas. Dos disciplinas, en principio distantes, que se juntan al pie de un tomógrafo o un radar.
Por Leonardo Moledo
Schliemann encontrando Troya (y Micenas, la dorada), Carter desenterrando la tumba intacta de Tutankamón, Hiram Bingham topándose con las ruinas sagradas de Machu Picchu o Henry Layard descubriendo la siniestra Nínive: la arqueología tuvo una época heroica y aventurera, cuando todo estaba por descubrirse (o mejor dicho, por desenterrarse) y los antiguos palacios y aposentos de los reyes aparecían como hongos desde adentro de la tierra, al azar de la intuición y al albur del pico y de la pala. Pero todo pasa, y pasaron los grandes palacios y los descubrimientos espectaculares; pasaron las herramientas toscas y el mero azar cedió su dudoso sitio a una disciplina minuciosa y pletórica de detalles ínfimos capaces de reconstruir un universo, una cultura, un fogón soterrado donde remotos ancestros habrán hablado con reverencia del trueno y de la lluvia; un fragmento de vasija, el hilo de un tejido, las raspaduras de algún resto óseo: el precioso tamiz que deja transcurrir el polvo y retiene la prehistoria en su fina malla.
Curiosa forma en que la más moderna tecnología se incorpora a la historia: el tomógrafo, el radar y los físicos colaborando codo a codo con los arqueólogos. Es el caso del Grupo de Geofísica Aplicada y Ambiental dirigido por la doctora Ana Osella y que está en el Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
–Uno no asocia la arqueología con radares, tomografías y cosas por el estilo o por lo menos no lo asociaba. ¿Por qué no me cuenta un poco de qué se trata esta interacción entre arqueología y física?
–Para sintetizar, le diré que consiste en aplicar la artillería de la geofísica en arqueología....
–Sí, ya escuché su intervención. Permítame aclararles a los lectores que éste es un seminario de colaboración científica y tecnológica entre Argentina e Italia organizado por la SeCyT... Y bueno, yo vine a ver qué encontraba y la escuché hablando de tomografías, radares y tumbas indígenas y verdaderamente me interesó.
–La cosa empezó hace varios años, cuando nos llamaron para tratar de utilizar los métodos de la geofísica para caracterizar cosas enterradas y adaptarlas a la arqueología. Fue todo un desafío.
–Me imagino, porque tenían que adaptarse los unos a los otros.
–Y, sí. Hubo que hacer todo un trabajo interdisciplinario entre físicos y arqueólogos con visiones muy opuestas, pero luego de un cierto tiempo logramos converger en resultados muy interesantes.
–No se pelearon.
–Para nada. Y de hecho, tenemos colaboración muy activa.
–Bueno, y ahora cuénteme qué es precisamente lo que hacen.
–Aplicar técnicas de tomografía eléctrica para caracterizar lo que está debajo de la tierra, de manera no destructiva.
–Usted vio que al principio de esta nota, yo hablé de los arqueólogos de la “época heroica” como Schliemann, que encontró Troya, o “más o menos Troya”.
–¿Por qué “más o menos Troya”?
–Porque se equivocó al identificarla. Pero Schliemann hacía verdaderos desastres, porque para encontrar lo que él buscaba tiraba abajo todo lo que había en el medio.
–Justamente, estas técnicas no son destructivas ni invasivas. El asunto es así: la constitución del suelo está caracterizada por ciertas propiedades físicas, como por ejemplo la conductividad eléctrica o la resistividad.
–¿Y entonces?
–Entonces, lo que uno hace es ver los contrastes de esa propiedad física y a través de la detección de esos contrastes identificar estructuras. De esta manera, en un proceso análogo –como cuando uno se va a sacar una radiografía o una tomografía del cuerpo–, uno hace tomografías de la tierra.
–Pero son eléctricas, no son con rayos X.
–No, porque el rango de penetración que nos interesa responde a un rango de frecuencia que es de algunos cientos de megahertz o corriente continua. Pero el proceso físico es el mismo y uno puede obtener tomografías eléctricas de muy alta resolución que sirven de ayuda para construir mapas de lo que está abajo. Imagínese que la conductividad eléctrica no es la misma si hay solamente tierra o roca, o si hay una pared, o los restos de una casa o una tumba.
–¿Y qué encontraron con este método?
–Paredes, tumbas... Uno de los casos emblemáticos es la expedición que hicimos en Catamarca.
–A ver...
–Bueno, fuimos a hacer un estudio con la doctora Norma Ratto, de la Facultad de Filosofía y Letras, que es arqueóloga. Nuestra idea era tratar de encontrar unos asentamientos indígenas, que en principio tendrían 1600/1700 años de antigüedad.
–¿Y los encontraron?
–Lo que hicimos fue caracterizar esas estructuras y las tumbas asociadas a ese período. Hicimos las tomografías eléctricas, aplicamos radares, interpretamos los datos, sacamos planos y esos planos se usaron para hacer las excavaciones. Y encontramos todo lo que estábamos buscando, y estaba todo donde nosotros decíamos que tenía que estar.
–¿Y qué otras cosas se pueden encontrar?
–Si nos vamos al otro extremo del espectro, plumas contaminantes o napas de agua.
–Plumas contaminantes... no sé qué son.
–Se llama pluma contaminante cuando el derrame de un hidrocarburo se deposita sobre las napas de agua y por eso tiene la forma de una pluma que va evolucionando.
–Mientras usted exponía habló de la utilización de ondas sísmicas.
–En realidad, no se usan tanto. Generalmente la sísmica se utiliza para cosas más profundas, por ejemplo para encontrar fallas o para aplicaciones de petróleo.
–Pero supongo que no esperan a que haya un terremoto, sino que generan una onda sísmica.
–Sí, con un vibrador o con un martillo neumático, y lo que se mide es la respuesta que genera la tierra y las variaciones de velocidad para sacar contrastes. Pero eso no se aplica a la física ambiental porque es un equipo bastante caro y en realidad es mucho más efectivo utilizar un radar, un equipo electromagnético o un equipo eléctrico.
–¿Y el radar para la arqueología cómo es?
–Un radar de frecuencia alta, especial para ver contrastes, manda señales que rebotan cuando chocan con un obstáculo. Los obstáculos pueden ser –de acuerdo con la intensidad de la señal y la frecuencia de penetración– piedras, paredes, clavos o cosas un poco más profundas. Entonces, cuando uno detecta ese rebote, hace una buena interpretación de los datos, puede definir el fenómeno en profundidad e ir directamente al sitio indicado.
–Es una arqueología muy elaborada, bastante alejada de la vieja arqueología heroica.
–Es elaborada, pero no es tan nueva como parece que es. En realidad, en algunos países de Europa se vienen utilizando estos métodos desde hace unos 40 o 50 años. En nuestro país hubo algunos intentos aislados de incorporarlos a mediados de la década del ’90, pero la verdad es que los primeros trabajos de alta resolución los hicimos en nuestro grupo hará apenas unos 5 o 6 años atrás.
Informe: Nicolás Olszevicki.
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