Justificar la pertinencia de una entrevista a Leonardo Moledo (1947-2014), creador y editor del suplemento Futuro y de esta página, es una tarea casi innecesaria. Y lo es porque su relevancia para el ámbito de la divulgación científica en la Argentina es incuestionable, no sólo por su carácter de pionero sino porque su “literatura científica”, como le gustaba llamarla, alcanzó un grado de originalidad único (a nivel nacional e internacional). Fue profesor universitario (UBA, Unqui, UNL) y dirigió el Planetario durante siete años. Escribió varios libros luminosos que lograron que algunas generaciones se animaran a estudiar carreras científicas. En este sentido, el año 1995 fue fundacional: se publicaron sus dos libros para niños, La evolución y El Big Bang, y el inclasificable De las tortugas a las estrellas, que ya no se consigue, pero que tiene los mejores textos sobre ciencia que se hayan escrito. Entre los tres quedó evidenciada la presencia de una pluma privilegiada e irrespetuosa, capaz de abordar las más complejas teorías científicas con simpleza y sentido del humor.

Pero el “laboratorio que se ubica entre las cejas y el pelo”, el verdadero laboratorio según Moledo, no se detuvo: publicó, entre otros, Curiosidades del planeta Tierra, en 1997; Curiosidades de la ciencia. en 2000; Diez teorías que conmovieron al mundo (en coautoría con Esteban Magnani), en 2006, y Lavar los platos (junto a Ignacio Jawtuschenko), en 2008. Un par de meses antes de su muerte apareció la Historia de las ideas científicas. De Tales de Mileto a la Máquina de Dios, que Nicolás Olszevicki ayudó a escribir y a ordenar. Fue la recopilación de los fascículos que durante varios meses publicó semanalmente Página/12. Es una suerte que Moledo lo haya podido ver impreso e incluso firmar algunas dedicatorias: fue consciente, hasta el último momento, de que se trata de la coronación de su extraordinaria carrera como divulgador, escritor, epistemólogo e historiador de la ciencia.