CONTRATAPA
Rebeldes
Por Subcomandante Marcos*
UNO El rebelde es, si me permites la imagen, un ser humano dándose de golpes contra las paredes del laberinto de la historia. Y, que no se malinterprete, no es que se dé de topes buscando el camino que lo llevará a la salida.
No, el rebelde golpea las paredes porque sabe que el laberinto es una trampa, porque sabe que no hay más salida que rompiendo las paredes.
Si el rebelde usa la cabeza como mazo, no es porque sea un cabezadura (que lo es, a no dudarlo), sino porque el romper con las trampas de la historia, con sus mitos, es un trabajo que se hace con la cabeza, es decir, es un trabajo intelectual.
Así que, en consecuencia, el rebelde padece un dolor de cabeza tan fuerte y continuo que olvídate de la migraña más severa.
DOS Entre las trampas de la historia está esa que dice “todo tiempo pasado fue mejor”.
Cuando la derecha lo dice, está confesando su vocación reaccionaria. Cuando es la izquierda parlamentaria quien lo postula, está exhibiendo las claudicaciones que forman su presente.
Cuando es el centro quien habla, es que uno está delirando porque el centro no existe. Cuando la izquierda institucional se ve al espejo del Poder y se dice: “Soy una izquierda responsable y madura”, en realidad está diciendo “soy una izquierda agradable a la derecha”.
Cuando la derecha se mira al espejo del Poder y dice “¡qué hermoso vestido traigo!”, se olvida de que está desnuda.
Cuando el centro se busca en el espejo del Poder, no encuentra nada.
TRES Ni las formas de lucha ni sus tiempos son de uso exclusivo de un sector social. Ni la autonomía ni la resistencia son formas de organización y lucha que sólo atañen a los pueblos indios.
Y aquí déjame contarte algo: se dice que el EZLN es ejemplo de la construcción de la autonomía y de la resistencia.
Y sí. Por ejemplo, cada insurgente zapatista es una especie de municipio autónomo, o sea que hace lo que se le da la gana.
Y qué mejor resistencia que la que oponen a cumplir las órdenes. Y todo eso es defecto, pero también virtud.
Ahí tiene que el enemigo intercepta nuestras comunicaciones y se entera de que el mando está citando a una reunión en el punto G (nota que mis albures están ya en lo sublime).
El enemigo hace su trabajo y pone una emboscada... pero nadie llega.
¿Qué pasó? ¿Se trata de incompetencia sexual? ¿Los servicios de contrainteligencia zapatista funcionaron a la perfección?
No, si se investiga a fondo se encontrará con que Pánfilo no llegó porque pensó que lo mejor era reunirse en otro lado; Clotilde pensó que sí, pero otro día, y Eufrosino no pensó, porque estaba estudiando un manual de educación sexual para ver si encontraba dónde rayos estaba el punto G (by the way, su compañera todavía espera que lo encuentre).
¿No son éstos ejemplos magníficos de la autonomía y la resistencia zapatista usadas como armas contra el enemigo?
Y hablando de punto G, permíteme otra digresión, al fin que esta carta no será pública.
El nuevo disco de Joaquín Sabina traerá, además de la canción que no es canción que escribió el Sup, una rola que se llama “69 punto G”.
Según me cuentan, el disco se venderá como pan caliente (lo caliente debe ser por lo de 69 y punto G), y no es por la canción del Sup sino, acá entre nos, será a pesar de ella. Ahora me estoy acordando de otro mito, el que dice que “Sabina y el Sup se quieren”, cuando al que quieren ambos es a Panchito Varona.
Pero, bueno, lo que yo te quería contar, a propósito de Sabina, es que el otro día estaba yo en un pueblo, cortando un clavel azul para la princesa, y que llega una compañera base de apoyo a presentarme a su hijo.
“Se llama Sabino”, me dice.
Yo pongo cara de “¿Sabino?”, pero no digo nada.
La compañera entiende mi gesto y me aclara: “Sí, Sabino, como la Sabina ésa a la que usted le hace las canciones. Nomás que como éste es varón, pues salió Sabino y no Sabina”.
¿Qué tal?
Con que yo le hago las canciones a Sabina. Deja que se entere y no nos va a dar ni el uno por ciento de las regalías.
¿En qué estaba yo?
¡Ah sí! En los mitos, en la política y en la cultura, en el continuo dolor de cabeza de los rebeldes en su afán de romper las trampas de la historia.
CUATRO El mito fundamental por el que el Poder es lo que es está en la historia. No en la historia que de por sí es, sino en la que inventa a su conveniencia. En esa historia, en la historia del Poder, por ejemplo, la lucha de los de abajo se compone sólo de derrotas, traiciones y claudicaciones.
Tú sabes bien que estamos llenos de cicatrices que no cierran. Algunas, las menos, son de esas que el desamor regala.
Las más son las de nuestra historia, la de abajo, y en nuestro caso, la de más abajo, la subterránea, la clandestina.
No es que en ella no haya habido derrotas y traiciones, pero no sólo.
El río que la corre tiene más de heroísmo y generosidad que de mezquindad y egoísmo.
Y hablando de historia, ahora me recuerdo cuando te conocí, hace 22 años, a ti y a Lucha, en la casa que llamábamos La Mina.
Y era La Mina no porque encerrara un tesoro, sino porque era oscura y húmeda como socavón.
En ese entonces, Lucha se empeñaba en hacerme comer y tú en enseñarme tantas cosas que algún día, decías, serían de utilidad.
Creo que no fui buen comensal ni buen alumno, pero recuerdo bien la pequeña figura del Che que me regalaste en un cumpleaños y en la que, de tu puño y letra, escribiste esas palabras de José Martí que dicen, más o menos: “El hombre verdadero no ve de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber”.
El deber, hermano, ese amable tirano que nos rige.
En nuestra historia he tenido la fortuna de conocer hombres y mujeres para los que el deber es la vida toda y, no en pocos casos, la muerte toda.
Y eso me lleva a la reflexión número...
CINCO Puesto a escoger entre cualquier cosa o el deber, el rebelde siempre escoge el deber. Y así le va.
Creo, hermano mayor, que deberías regalarles también, a quienes te escuchen, esa misma frase, pero actualizada. Y diría algo así como...
“El hombre, la mujer, el homosexual, la lesbiana, el niño, el joven, el anciano, es decir, el ser humano verdadero no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber.”
Esas palabras sintetizan mejor que nada lo que es la vocación del rebelde y superan cualquier cosa que yo pueda decirte a ti o a nadie sobre el asunto. Vale. Salud y, si te apuran, diles nomás que la rebeldía es un dolor del que no vale la pena curarse... nunca.
Desde las montañas del Sureste Mexicano. Es septiembre de 2002 y la lluvia no alcanza a lastimar la piel del sol.
PD: La última y nos vamos. Un favor: cuando leas algo mío en la presentación de la revista, tose de vez en cuando. Es para fomentar otro mito, el que dice que estoy muuuy enfermo.
*Extractado de la carta a su “Hermano grande”, el arquitecto Fernando Yáñez Muñoz, con la que el “Subcomandante Insurgente Marcos” reapareció tras un largo silencio para referirse a la aparición de la revista zapatista Rebeldía. De La Jornada de México, especial para Página/12.