EL PAíS › MENEM Y COTI NOSIGLIA
La gran alianza
El fantasmal lobbysta radical colabora con la campaña menemista a través de un discretísimo incondicional, “Tatino”, experto en armados y puntero veterano de muy, muy bajo perfil. El resultado de una red de amigos en común.
Por Susana Viau
El ex ministro del Interior de Raúl Alfonsín, luego convertido en operador del delarruismo, Enrique “Coti” Nosiglia, se encuentra en la actualidad colaborando con la campaña presidencial de Carlos Menem. El dato fue corroborado a Página/12 por tres menemistas indiscutibles y convencidos, por cierto, de que su líder logrará finalmente obtener la ansiada tercera presidencia. Para ello cuentan con un plan que, dicen, tendría el respaldo de al menos un sector de la administración norteamericana. La cooperación de “Coti” con Menem no debería sorprender. No sólo es pública la excelente relación que lo une a José Luis Manzano, sino que entre 1999 y diciembre del 2001 Nosiglia fue una pieza sustancial en el sector que acaudillaba Fernando De Santibañes, el íntimo amigo del entonces presidente. El grupo capitaneado por el ex banquero e integrado por Nosiglia y los “sushi” representaba el ideario menemista en versión radical.
Habría otros datos para hacer plausible la teoría de los vasos comunicantes: designado jefe de la SIDE durante la gestión de la Alianza, De Santibañes mantuvo bajo contrato en los cursos de la secretaría de inteligencia (por razones de buena vecindad, pero sobre todo por afinidades en materia de finanzas y política) a Jorge Castro que forma hoy, junto a Pablo Rojo, ex titular del Banco Hipotecario, el más respetado binomio de asesores de Menem. Es verdad que los “sushi” eran apenas un exiguo grupo de influencia en el que militaban, entre otros y además de los jóvenes De la Rúa, Antonio y Fernando hijo (Aíto), Lautaro García Batallán, Darío Richarte –personal de Coti, segundo de la SIDE y en la actualidad sustento económico de La U, el periódico universitario de distribución gratuita– y el ex secretario de Turismo Hernán Lombardi. La raquítica usina se disolvió, aventada por las ráfagas del helicóptero presidencial, el 20 de diciembre pasado. Pero al proceso de extinción se agregó el posterior distanciamiento entre Nosiglia y Lombardi.
Omertà
La ayuda del “Coti” al ex presidente justicialista es un secreto a voces pero bien preservado en un universo menemista depurado, según dicen, por la enérgica acción de Cecilia Bolocco, quien ha ahuyentado del lado de su marido a personajes históricos, pero de dudosa imagen y vida complicada. El caso de Ramón Hernández sería paradigmático. “Lo de Coti es cierto”, se limitan a admitir, pero sin soltar prenda. Prefieren derivar los off the record a los planes que, creen –con firmeza, a pesar de los obstinados números que arrojan las encuestas–, los recolocarán en la Casa Rosada. El proyecto no es otro que convertir a Carlos Menem, rejuvenecido en base a colágeno en mejillas y boca, lo que todavía le provoca ciertas dificultades para hablar, en el gran caudillo de la derecha.
Para ello cuentan no sólo con los aceitados contactos que tanto él como Juan Carlos Romero mantienen con los republicanos, sino con una carta que muchos consideran tan brava como improbable: 30 mil millones de dólares que aportaría el Tesoro de los Estados Unidos para el rescate de bonos y dos años de gracia para el pago de vencimientos de la deuda. A cambio, se les otorgaría por no menos de un par de décadas el derecho de auditar al Banco Central. Para levantar el corralito, el menemismo pensaría en el Federal, cotizado par a par con el dólar y valuado 4 a 1 en relación al peso. En el fondo, el viejo proyecto de dolarización aunque en esta oportunidad no sea el CEMA el que dirija las grandes líneas económicas sobre las que se movería el menemismo en un hipotético regreso al poder: los rumores dan por caído en desgracia al bunker de economistas ultraliberales luego de que errara al calcular que la situación le estallaría a Eduardo Duhalde antes de diciembre de este año. El desacierto habría obligado a Menem a readecuar la estrategia de una salida prematura a la campaña electoral.
Hoy por ti, mañana por mí
Los seguidores del riojano se niegan a suministrar datos probatorios. Al “es así”, no le sigue aporte alguno para refrendar lo dicho. Sin embargo, este diario dio con una de las pistas que llevan a Nosiglia y lo ubican en el entramado del proselitismo menemista.
Si no fuera a instancias suyas el hombre no estaría allí. Pasa desapercibido en el mundo de la política porque, en realidad, pertenece a sus niveles operativos. Los pocos que lo individualizan lo hallaron –cuenta el periodista Gustavo Veiga en su libro Donde manda la patota– cerca del ex ministro del Interior de Alfonsín durante las elecciones que condujeron a Mauricio Macri a la titularidad de Boca Juniors. Ha pasado largamente los cuarenta y se llama Juan Carlos Ibáñez, pero para el periodismo deportivo que investiga, para el entorno de Nosiglia y ahora para el menemismo es, simplemente, “Tatino”.
“Tatino” no es hincha de Boca sino de Huracán y pisa fuerte en la barra brava del “globito”. No es radical sino de origen peronista y, aunque disfruta de contactos con la flor y nata del sindicalismo justicialista –Jorge Triaca, Saúl Ubaldini, Juan José Zanola– mantiene con el “Coti” una lealtad incondicional, a prueba de balas.
A tal punto llega su cercanía con el poderoso y fantasmagórico lobbysta de la política que era él, “Tatino”, quien organizaba los partidos de fútbol de fin de semana con que Nosiglia se despejaba en su quinta de Pilar, vecina a Villa Rosa. Especialista en “armados” como su jefe, Tatino era el programador de los picados a los que solía invitar incluso a jugadores profesionales. Claro que los “armados” de Tatino –calificado por algunos como “un free-lance de la política”– se concretan en un nivel más oscuro, menos protagónico y, no obstante, de importancia capital a la hora de la verdad. Para la UCR, “Tatino” no es un extraño: saben que el éxito de los actos partidarios dependía en gran medida de sus habilidades punteriles. Y “Tatino” es uno de los aportes de Nosiglia a la campaña de Carlos Menem, para quien cumple idénticas funciones. Un veterano del aparato radical se resistía a aceptar a Página/12, por descabellada, la posibilidad de que el “Coti” jugara en otros frentes. La mención de “Tatino” venció sus resistencias. “Ah, bueno –exclamó–. Ahí le doy la razón. Si está Tatino, está el Coti.”