Miércoles, 5 de noviembre de 2014 | Hoy
Por Mempo Giardinelli
Una andanada de notas de una diputada nacional opositora, en diarios capitalinos y con rebote en medios chaqueños, intenta ensombrecer la transparencia de un proceso ejemplar del que he sido parte: la creación del Parque Nacional El Impenetrable, en el Chaco.
Diciendo que “todo es irregular, desde la expropiación hasta las intenciones ocultas de quienes se beneficiarían con esto”, la legisladora intenta enturbiar una gesta ambiental de excepción, de la que participaron casi todas las organizaciones ambientalistas de la Argentina, media docena de importantes empresas y miles de ciudadanos en suscripción pública, y en un proceso que se llevó adelante de manera abierta y transparente.
El proceso que dio por resultado la sanción de la ley Nº 26.996 de hace dos semanas fue, hasta donde me consta, y me consta mucho, impecable. Fui uno de los promotores de la idea hace tres años, después de conocida la trágica muerte del propietario de la estancia La Fidelidad. El puñado de ciudadanos que desde entonces impulsamos la creación de este Parque Nacional lo hicimos con el único objetivo de que no se perdiera ni fragmentara un espacio único en el que la biodiversidad del antiguo Gran Chaco Americano estaba intacto, ambientalmente sano y completo en su fauna y su flora maravillosas.
Ninguno de nosotros cobró ni esperó jamás un centavo de nadie, ni impulsamos el proceso legal con otro interés que la preservación ambiental de ese territorio y, por extensión, de todo el Chaco. Provincia a la que amamos y queremos cuidar, precisamente, por encima de todo interés económico sectorial y anteponiendo sólidas razones de bien público.
Por eso estas líneas vienen a responder acusaciones ligeras e irresponsables que sólo buscan enlodar conductas, protegiendo de paso la nula transparencia de otros intereses que podrían estar involucrados y a los que la legisladora de marras acaba defendiendo. Porque sobre las denuncias concretas de tala indiscriminada, cacerías feroces y safaris rentados que involucran incluso a quienes supuestamente debían ser custodios del territorio que ahora es Parque Nacional la diputada no dice ni una palabra.
Con votaciones por unanimidad en la Legislatura chaqueña y en el Senado de la Nación, y por amplísima mayoría en Diputados, el proceso legal fue irreprochable desde que la legitimidad de la cesión de jurisdicción que hizo la Legislatura provincial en beneficio de la Nación se basó en el texto mismo de la ley provincial, que dice expresamente que ante la falta de declaratoria de herederos se puede tomar posesión pagando el valor fiscal.
Es posible conjeturar, desde luego, que puede haber réditos políticos resultantes. Sin dudas, y bien ganados están. Porque hasta donde hemos podido ver, lo que ha habido por parte del gobierno chaqueño ha sido una correcta interpretación de la circunstancia. Creo honestamente que si acaso el gobernador Capitanich, los senadores Aguilar y Pilatti Vergara, y el diputado Pedrini, entre muchos otros, resultan beneficiados políticamente, eso se debe a la decisión y consecuencia con que llevaron adelante este proceso. En todo caso, habrá sido su buen olfato político el que los llevó a conquistar un bien ambiental precioso para la provincia.
Párrafo aparte merece la acusación que se lanza, una vez más con ligereza pero además con torpe ignorancia, acerca del papel que jugó en el proceso el ciudadano estadounidense Douglas Tompkins, titular de una ONG vastamente conocida y respetada en el mundo ambiental. Esa ONG creó, a su costo, el Parque Nacional Monte León, en Santa Cruz (72.000 hectáreas que compraron en 1999 y cedieron al Estado Argentino, sin condiciones). Luego en 2007 donaron 3900 hectáreas para el parque provincial Piñalito, en Misiones. Y en 2013 compraron y cedieron El Rincón: 16.000 hectáreas para la ampliación del Parque Nacional Perito Moreno. En Chile, donaron al país hermano los parques nacionales de Corcovado 280.000 has en 1995, y Yendegaia (150.000 has en 2013).
Lo habrán hecho por las razones que se quieran fantasear y que se desee atribuir a millonarios supuestamente exóticos, pero lo hicieron. Compraron, crearon y donaron esos parques nacionales, como no lo ha hecho ni hace ningún millonario argentino, ningún empresario, y tampoco ningún filántropo (especie que parece inexistente en nuestro país). Es por lo menos necio, entonces, atacarlos con presunciones chovinistas que, de hecho, sólo sirven para encubrir a mezquinos millonarios argentinos incapaces de donar al Estado ni una maceta de medio metro cuadrado.
Lo más penoso de todo esto es que lo que debería ser solamente un motivo de festejo y orgullo para el Chaco y el país todo termine argentinamente enlodado con esta nueva torpeza de la oposición ciega y desesperada que padecemos. Ahora al lamentable servicio de presumibles lobbies de abogados y contables que han de haber esperado fortunas en honorarios y en tierras.
Me consta además, y es destacable, que en el caso de La Fidelidad se dio una conjunción admirable de prácticamente la totalidad de las organizaciones ambientalistas de nuestro país. Más de veinte ONG participaron activamente de la promoción de este Parque Nacional, pero también del estudio y relevamiento de la extraordinaria riqueza hasta hace muy poco tiempo intacta, en materia de insectos, aves, animales, árboles y flores que en variedad asombrosa y única están desde ahora protegidas, gracias a esta ley ejemplar del Congreso de la Nación.
La creación del Parque Nacional El Impenetrable es una de las mejores cosas que les podían pasar al Chaco y al país, en estos tiempos de cóleras y sombras en que todo se pone bajo sospecha. Bueno sería que sepan, estos supuestos guardianes republicanos, que en la Argentina habemos todavía muchísimas personas que hacemos las cosas por convicción y amor a nuestra tierra y que no todo se hace por interés, negocios o fines electorales.
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