CONTRATAPA
¿Ni temido ni amado?
Por Immanuel Wallerstein *
En agosto de 2004 la agencia encuestadora Pew emitió un sondeo coauspiciado por el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) sobre las actitudes de los electores estadounidenses ante los asuntos mundiales actuales. Descubrieron que existe un índice inusualmente alto de preocupación por los temas internacionales (en comparación con los de índole económica).
Pero, más importante, encontraron una considerable diferencia de actitudes entre quienes simpatizan con George W. Bush y quienes apoyan a John Kerry. Específicamente, los adherentes de Bush son doblemente tendientes a sentir que Estados Unidos es más fuerte hoy de lo que fue hace 10 años. Y si les preguntan si Estados Unidos es menos respetado en el mundo que antes, los simpatizantes del presidente muestran una tendencia ligeramente menor a pensar así. Lo que es aún más significativo: sólo 22 por ciento de ellos considera que el respeto del resto del mundo es un tema importante, mientras que 56 por ciento de los simpatizantes de Kerry cree que éste es un problema de gran importancia.
El CFR publicó un comentario sobre la encuesta, hecho por tres de sus analistas, que resalta que las disparidades que se desprenden del estudio sugieren algo más profundo que las divisiones en torno de la guerra de Irak. Los simpatizantes de Bush y los de Kerry están adoptando bandos en el prolongado debate sobre la relativa importancia del poder “duro” contra el poder “suave”. ¿Cómo será Estados Unidos un país más seguro y próspero? ¿Si es temido o si es amado? ¿Qué es lo que más cuenta? ¿El poderío militar de Estados Unidos y su disposición a utilizarlo, o es la reputación estadounidense en el exterior igualmente importante?
Creo que el comentario es correcto, pero evade una cuestión analítica importante. Supongamos que Estados Unidos no es temido ni amado. ¿Es esto creíble? Y de ser así, ¿cuáles son las implicaciones de esta percepción de Estados Unidos para otros pueblos en lo que se refiere a la guerra, a la paz, a las alianzas geopolíticas y a la imagen de Estados Unidos ante sí mismo para las próximas décadas?
Analicemos tanto el temor como el amor. Es muy claro que por ahora, y por algún tiempo, ningún país puede declarar la guerra a Estados Unidos con la esperanza de ganar. Por esta razón, no veo el menor indicio de que alguna nación esté pensando en declararle la guerra a Estados Unidos. Pero el tema en discusión en este momento no es una guerra entre dos Estados, a la antigua. Lo que está a discusión es si el poder militar estadounidense es suficiente para mantener el orden en cada rincón del mundo en el que se estén llevando a cabo actividades que el gobierno estadounidense desaprueba.
¿Es Estados Unidos capaz de “prevenir” todo aquello que considera amenazas de regímenes peligrosos, o bien, de actores no estatales a los que etiqueta de “terroristas”? ¿Le “teme” Irán a Estados Unidos? ¿Le “teme” Al Qaida a Estados Unidos?
Por supuesto que Irán y Al Qaida (que son actores de tipo muy diferente) saben que Estados Unidos puede, y probablemente lo hará, llevar a cabo múltiples acciones hostiles contra ellos. Por cuestiones tácticas, podrían decidir de tiempo en tiempo que es más prudente no provocar a ese Estado, al que quizá perciben como un oso agresivo. Pero temerle a Estados Unidos implica hacer cambios en una estrategia básica, y no en las tácticas interinas porque de lo contrario serían aplastados por Estados Unidos.
Después de tres años de “guerra contra el terror” y casi 18 meses de ocupación en Irak, ¿es Estados Unidos más temido de lo que era antes?
No veo cómo podrían personas razonables, independientemente de sus posturas políticas, defender este supuesto. El machismo unilateral militar de Bush sólo ha expuesto los límites del poder militar de su país, no su eficacia. Estados Unidos enfrenta una insurrección en Irak que es cada vez más amplia y fiera, un debilitamiento de su postura política en todo Medio Oriente y una creciente reticencia de los estadounidenses de seguir pagando un precio cada vez más alto en vidas y dinero por esta no victoria.
Es más probable que la aventura iraquí termine con una retirada humillante que con una “democracia” pro occidental que se extienda triunfal por Irak y la mayor parte de Medio Oriente.
¿Qué hay sobre la alternativa, sobre el ser “amado”? Estados Unidos solía ser amado, al menos por la mitad de la población del mundo. He escuchado demasiados discursos, públicos y privados, sobre la importancia tanto histórica como actual del papel de Estados Unidos en el mundo. Estos se refieren a su calidad de defensor de la libertad humana, de Estados Unidos como un país sin el cual el mundo estaría mucho peor de lo que está.
Sé que las personas que así piensan están ahí, o lo estaban. ¿Qué ha pasado en los últimos tres años?, porque para un buen número de estas personas lo que ha pasado es un reconocimiento público, casi el deseo suplicante de que el fiasco de Bush no les hubiera revelado de manera tan evidente el lado negativo de la política exterior estadounidense.
Estas personas quieren urgentemente que Estados Unidos muestre de nuevo su otra cara, la que ellos creían conocer. Por eso muchos hablan de su esperanza de que Kerry gane las elecciones. Pero al mismo tiempo agregan que las cosas nunca volverán a ser las mismas. Piensan que Kerry será mejor que Bush, ¿pero será esto suficiente para transformar la situación mundial y su visión de la misma? ¿Será Estados Unidos “amado” de nuevo? Para que esto suceda tendrían que borrarse de la memoria no sólo la invasión a Irak, sino Abu Ghraib, Guantánamo y la Ley Patriótica. Las consecuencias de esta última fueron sentidas en carne propia por muchos amantes extranjeros de Estados Unidos cuando intentaron tramitar visas o ingresar al país.
Es famoso el dicho de Mao Tse Tung, cuando aseveró que Estados Unidos era un tigre de papel. Puede que no haya sido cierto cuando lo dijo. ¿Pero qué pasará si ahora se está convirtiendo en uno? Las consecuencias tanto para el mundo como para Estados Unidos son completamente inciertas. En términos geopolíticos, podría estarse creando un vacío momentáneo que todo tipo de jugadores se apresurarán a llenar.
Para Estados Unidos la situación puede llevar a interminables e inútiles discusiones entre los devotos del poder “duro” y del poder “suave” sobre quién tuvo la culpa, cuando lo que se necesita en el país es asumir de manera total que, en su forma de relacionarse con el resto del mundo, ya no está en posición de dominar ni por el miedo ni por el amor, para bien o para mal.
* Director del Centro de Estudios Fernand Braudel de la Universidad de Bringhamtom. Autor de El moderno sistema mundial, entre otras obras.