EL PAíS › KIRCHNER PIDIO AL FONDO QUE CAMBIE
SU ESTRUCTURA Y DE MAS LIBERTAD A CADA PAIS

Cuando los reformadores deben reformarse

El Presidente centró el discurso en las Naciones Unidas en la deuda externa. Definió al superávit fiscal como “virtuoso”, pero se cuidó de decir que no cualquier ahorro del Estado es defendible. Pidió al Fondo que empiece él mismo por las reformas estructurales. Y a la noche, antes de volver a Sparks, escuchó cómo Bush insistía en piropear a Cristina Kirchner. Hoy al mediodía, Council of Americas. De comensales, los acreedores.

 Por Martín Granovsky

Cada uno insistió en el ritual. El presidente norteamericano, George W. Bush, recibió a los Kirchner a la noche, en la recepción del Waldorf Astoria, con un comentario sobre Mrs. Kirchner. “Señora, qué elegante se la ve”, saludó. Y el presidente Néstor Kirchner aprovechó la Asamblea General de las Naciones Unidas para tensar aún más la pelea pública con el Fondo Monetario Internacional. Un día después de que el director gerente del FMI, Rodrigo Rato, dijera que la Argentina debe prometer un superávit fiscal del 4 por ciento, dijo que “los que más reformas estructurales necesitan son los organismos de crédito internacional”.
El comentario de Bush fue al recibir a los invitados, como anfitrión, por la Asamblea de la ONU. Según funcionarios del gobierno argentino y miembros de la delegación que se encontraron a los Kirchner luego, en el restaurante Sparks, hubo saludos de rigor con el presidente norteamericano pero no un diálogo del tipo de una negociación. “Con tantos invitados, pensar en eso era irreal, y el Presidente no lo tenía planificado”, dijo un funcionario argentino.
El Sparks, dedicado a las carnes, es el mismo restaurante donde Kirchner almorzó el lunes con el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. Al parecer, o Zapatero o Sparks se convirtieron en una cábala. El restaurante es el mismo donde ocurrió el último de los grandes asesinatos de la mafia. Allí en los años 80 John Gotti mató a Paul Castellano.
La crítica a los organismos de crédito fue antes de piropos, carnes y recuerdos. Kirchner la personalizó en el Fondo y ocupó la cuarta parte del mensaje de ayer en la Asamblea General, donde el Presidente habló en la tarde.
Según el Presidente, “durante las últimas crisis financieras internacionales los organismos multilaterales de crédito exhibieron una serie de fallas en la resolución de las mismas”. Dijo que “las soluciones propuestas generaron un efecto contagio en otros países, lo que magnificó internacionalmente el crecimiento del hambre y la pobreza”.
Kirchner describió a la Argentina como el escenario de “una crisis financiera todavía no totalmente resuelta” y le atribuyó el carácter de paradigma.
Su crítica al FMI fue al principio más técnica que ideológica. En ese tramo del discurso se orientó más a las fallas de su burocracia que al contenido. Adjudicó al Fondo “una severa equivocación en el diagnóstico de la crisis, lo que lo llevó a cometer importantes errores de pronóstico y recomendaciones de política inadecuadas”.
La alternativa a ese error sería “dar mayor margen de acción a las autoridades nacionales”. En este punto el Presidente pidió priorizar “una solución consistente con la capacidad de pago” y además con posibilidad de ser sostenida “en el mediano y largo plazo”.
Luego, en sintonía con Luiz Inacio Lula da Silva, reclamó que las inversiones en infraestructura “no sean consideradas como gastos corrientes para fines de cálculo de los superávits primarios”.
Por un lado, Kirchner reivindicó la disciplina fiscal. Definió a los superávits nada menos que como “un requisito para estabilizar las economías y respetar las obligaciones con la comunidad financiera internacional”. Incluso puso al superávit el adjetivo de “virtuoso”.
Pero, por otro lado, dijo, “debe entenderse que no cualquier superávit es defendible”, una obvia alusión a Rato.
En una parte en la que a Rato parecieron haberse sumado, como blancos, los tenedores de bonos de la deuda argentina, el Presidente llamó a realizar un rediseño del Fondo “cambiando el rumbo que lo llevó de prestamista de fomento a acreedor con demanda de privilegios”.
Ese cambio sería, de acuerdo con la lógica de Kirchner, el modo de convertir los periódicos ejercicios de introspección del FMI en una transformación real de la estructura del organismo. “De otro modo solo contará con capacidad para reclamar teóricas reformas estructurales sobre cuyos resultados nadie garantiza nada, para seguir luego su sucesión de constantes autocríticas.”
El Gobierno parece alentado por la promesa de apoyo español dentro del grupo de países más ricos, y también por lo que considera una actitud positiva del número dos del Tesoro norteamericano y encargado de la deuda argentina, John Taylor. “Ojalá que Taylor pueda seguir teniendo un minuto para dedicarnos, y no deba concentrarse todo el tiempo en las elecciones norteamericanas”, fue el comentario de un miembro del Gobierno.
Esa es la clave por la que el discurso de Kirchner en la ONU contiene críticas al unilateralismo pero, al revés de los comentarios críticos sobre el FMI, está desprovisto de nombres propios. No dice “George W. Bush” y tampoco “Estados Unidos”.
La Asamblea General cruza varias asambleas al mismo tiempo, en los que cada país, e incluso cada presidente, aprovecha para lanzar sus temas propios con sus énfasis peculiares.
Lula ya había hecho el precalentamiento el lunes, como eje internacional de la conferencia mundial contra el hambre. Su plan Hambre Cero quedó, así, como una marca internacional en la discusión sobre cómo financiar una mengua de la desnutrición.
Bush se centró en el problema de Irak, que es hoy no solo el principal punto de la política exterior norteamericana sino la clave de las elecciones del 2 de noviembre. Bush repitió su llamado a una guerra internacional contra el terrorismo en medio de una polémica con John Kerry en la que el actual presidente puso al candidato demócrata a la defensiva. Kerry dijo que no hubiera hecho la guerra. Bush le recordó que hace un mes declaró que sí la hubiera hecho de haber sido presidente. “Este muchacho se levanta cada mañana con una idea distinta”, lo cuestionó. Al mismo tiempo, The New York Times, que en los editoriales comparte la postura del candidato opositor, dijo que Kerry había estado acertado cuando se lamentó de que los Estados Unidos hubiera “cambiado una dictadura por un caos” y estableció que ese caos había puesto a los norteamericanos en una situación de menor seguridad.
El diario ultraconservador The Wall Street Journal, en cambio, censuró a Kerry por “exceso de locuacidad” y publicó una caricatura que lo muestra confundiendo palabras y conceptos. Y el columnista George Melloan, en la sección opinión, fue todavía más duro. Expresando la idea de la franja más intransigente y menos políticamente correcta, dijo que cuando Kerry habla de constituir una fuerza multilateral seguramente olvida que “el juego se realiza con el dinero de los contribuyentes norteamericanos y a veces con la sangre de los soldados de los Estados Unidos”.
Kirchner evitó meterse en la guerra electoral interna de los Estados Unidos, en buena medida porque la opinión de terceros solo pesa en este país para dificultarles sus relaciones con al Estado norteamericano. Igual que en una pelea matriomonial, siempre existe el peligro de que uno de las partes termine concentrando su odio en el amigo que intenta tomar posición desde afuera.
La postura argentina no es solo una cuestión de picardía sino de estimaciones y dudas, y ambas cosas están relacionadas con dos datos. Uno, que nadie aventura aquí quién gana, aunque hoy la balanza parece inclinarse a favor de Bush justamente por la actitud defensiva a la que está sometido Kerry. El segundo dato, que ni siquiera en su fuero íntimo los funcionarios argentinos aventuran si Kerry será mejor que Bush en el trato sobre el problema, hoy casi excluyente, de la deuda. La cuestión terrorista es la que más preocupa en los Estados Unidos. Kirchner dijo que para la Argentina el tema tiene “la máxima prioridad”. Pidió, sin embargo, que en el combate contra los terroristas participe toda la comunidad mundial y que se respete el Derecho internacional.
“Es central, para enfrentar con éxito al terrorismo, contar con legitimidad en la respuesta y respaldo de la opinión pública internacional”, dijo. “Es necesario entender que dentro de esta lógica importa ubicar esta lucha en una dimensión que excede la reacción puramente militar y preponderantemente unilateral”, agregó.
En rigor aun dentro de los Estados Unidos, y dentro del oficialismo republicano, hay una discusión cada vez más profunda de qué hacer en Irak y cómo y cuándo salir. Esa es la posición de los senadores republicanos Richard Lugar, John McCain y Chuck Hagel, todos ellos miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara alta.

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La ONU fue una tribuna contra el Fondo. “Cometieron errores de pronóstico y plantearon recomendaciones de política equivocadas.”
 
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