CULTURA › LA OBRA DEL CAMBOYANO RITHY PANH EN EL DOCBSAS/04
Otro recuerdo de la muerte
Sobreviviente de los “campos de rehabilitación” del Khmer Rouge, que acabaron con casi el 20 por ciento de la población de su país, Rithy Panh filma obras maestras contra el olvido.
Por Horacio Bernades
La obra de Rithy Panh –uno de los cineastas asiáticos presentados en esta edición 2004 del festival DocBsAs, que se está desarrollando en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín– está enteramente dedicada a la reconstrucción de una tragedia personal y familiar, que coincide exactamente, como si se tratara de un cuerpo y su silueta, con la de su país. Nacido en 1964, a los 11 años Panh fue internado en uno de los famosos “campos de rehabilitación” del Khmer Rouge, ubicado cerca de la frontera camboyana con Tailandia. Cuatro años más tarde pudo escapar de allí y llegar finalmente hasta Francia, donde terminó fijando residencia. Desde fines de los ’80 y casi como en una campaña de edificación del recuerdo, emprendió una serie de documentales en los que vuelve sobre los años del Khmer Rouge, el funcionamiento de los “campos de rehabilitación” y el genocidio ordenado por el dictador Pol Pot. Genocidio que, según se estima, terminó con la vida de casi dos millones de camboyanos, algo así como el 20 por ciento de la población del país.
No se trató, para Panh, de la clase de tragedia de la que uno se entera por los diarios o por comentarios de terceros. Todos los miembros de su familia (padre, madre, hermanas y sobrinos) se dejaron morir de hambre, como forma de protesta ante el brutal régimen dictatorial que entre 1975 y 1979 gobernó su país. O lo hicieron por agotamiento, como consecuencia de trabajos forzados. Unico sobreviviente de su familia, no es raro que Panh acostumbre citar al escritor judío italiano Primo Levi, cuando en Si esto es un hombre ... sostenía que “se siente que otros han muerto en lugar de uno, que estamos vivos debido a un privilegio que no merecemos; no está mal estar vivos, pero nosotros sentimos que sí lo está”. La forma que Rithy Panh parece haber encontrado para impedir el reino del olvido consiste en reconstruir, a través de sus documentales, las tragedias concéntricas vivida por él, por los suyos y por el país en su conjunto.
Esta saga, en la que a una voluntad casi arqueológica se le une una obstinación indoblegable, podrá ser vista casi completa, al menos en el terreno del documental (Rithy Panh produce también, con regularidad, films de ficción) en el marco del DocBsAs/04. La saga se inició con Emplazamiento 2 en el límite de las fronteras (1989), que no podía ser más autobiográfica, en tanto lo que hace el cineasta es volver al lugar donde estaba emplazado el campo en el que permaneció recluido, tres lustros antes. Allí obtiene el retrato de una mujer, que intenta sobrevivir en medio de las contrariedades. De 1996, Bophana, una tragedia camboyana rescata la tragedia vivida por una pareja de intelectuales, encarcelados, torturados y finalmente ejecutados en el S21, el nefasto centro de operaciones de la represión ilegal del Khmer Rouge.
Tanto el tema como el procedimiento utilizado por el realizador –recurriendo a cartas personales y transcripciones de la “confesión” forzada de las víctimas– anticipan ya las características de su obra mayor hasta la fecha, S21, la máquina de muerte del Khmer Rouge. También se verá en la sala Lugones La tierra de las almas errantes (1999), registro de un macabro hallazgo: al excavar unos terrenos para instalar fibra óptica, trabajadores camboyanos descubrieron pilas y pilas de cadáveres, rastro del paso de Pol Pot y los suyos por el gobierno de su país. En cuanto a S21, la máquina de muerte ... –ganadora del Premio Derechos Humanos en el último Bafici–, al espectador local los testimonios y la situación entera le evocarán irremediablemente la represión ilegal de la última dictadura militar (¡hasta los años son los mismos!). Y, sobre todo, la ESMA y el libro Recuerdo de la muerte, de Miguel Bonasso.
Lo que no admite paralelismos es la titánica empresa del realizador, que logró reunir, en el propio edificio del S21, a sobrevivientes y verdugos.No se trata de un simple efectismo de puesta en escena, sino de la entera exhumación (conviene recordar que el genocidio camboyano permanece sin juzgarse en su país) del modo en que funcionó, día a día y durante cuatro años, ese centro de detención, tortura y eliminación. Como lo había hecho en Bophana..., Panh utiliza aquí, con máxima eficacia dramática, transcripciones de las declaraciones bajo tortura, obteniendo luego el testimonio de los carceleros, asombrosamente dispuestos a confesarse en cámara.
No es sólo cuestión de testimonios. Vaya a saber cómo hizo Panh para convencer a los ex verdugos de “actuar de sí mismos”, pero el hecho es que logra hacerlos reproducir hasta los más pequeños gestos cotidianos de su rutina de vigilancia y tortura. Con lo cual, y de modo muy parecido a lo que Claude Lanzmann obtuvo en la monumental Shoah, lo que se consigue es, verdaderamente, revivir el horror.
(La tierra de las almas errantes se verá hoy a las 14.30. S21, la máquina de muerte del Khmer Rouge va mañana a las 14.30 y 21.30, siempre en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, Corrientes 1530, 10º piso.)