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Por M. B.

Como buenos peregrinos, unos siete mil fieles y/o curiosos del arte ya visitaron la Muestra Retrospectiva de León Ferrari 1954-2004 en apenas dos días, soportando colas de hasta una cuadra de largo. El ingreso se convirtió en un verdadero calvario, aunque con la tranquilidad que no había sucedido en los primeros días. Como era de suponer –como suele suceder–, la intención de prohibir (censurar, ocultar, tapar) la muestra sólo sirvió para aumentar el interés por ella. Los ánimos están caldeados: la muestra se desarrolla en clima de tensión en el Centro Cultural Recoleta, por las presiones que el clero porteño ejerció para cerrarla antes, durante y ¿después? En eso están. Por ahora, la muestra del artista plástico León Ferrari, de 84 años, que utiliza imágenes religiosas con fines artísticos, recibió fuerte apoyo de la comunidad artística.
Cientos de personalidades de la cultura juntan en estos días firmas para publicar una solicitada en apoyo a la exhibición, mientras Ferrari seguía recibiendo cartas de museos de todo el mundo. Entre otros, se solidarizaron Adolfo Pérez Esquivel, Adriana Varela, Ana de Skalon, Beatriz Sarlo, Clorindo Testa, Cristina Banegas, Eliseo Subiela, Tomás Eloy Martínez, Gastón Pauls, Horacio Fontova, Juan Forn, Lita Stantic y Luis Felipe Noé. Del otro lado, inspirados por la prédica del arzobispo Jorge Bergoglio, que un día antes había invitado a los católicos a presentar denuncias judiciales contra la “blasfemia” de la muestra, dos abogados pidieron la “inmediata clausura”.
El vocero del arzobispado, Guillermo Marcó –que tiene un programa de televisión junto al ex juez de fútbol Guillermo Marconi, los domingos a las 20 por Canal 9–, confirmó a este diario que oficialmente no realizará ninguna demanda, sino que lo harán los “particulares”. Tampoco hablará del tema en su programa. La jefa del ARI, Elisa Carrió, le advirtió ayer al gobierno porteño que “tendría que haber tenido un poco más de cuidado” al permitir la polémica muestra del artista en un centro municipal. Aunque pidió desdramatizar el tema: “Ni a Jesús ni a Dios les pasa nada por esas obras”. En diálogo con Radio Continental, la ex diputada reconoció que “mucha gente se puede sentir agredida” con la obra, en la que utiliza imágenes religiosas. “Que todo el mundo tenga claro que ni a Dios ni a Cristo les pasa nada por esas obras”, subrayó. “A Dios no le pasa nada porque un señor haga la obra que quiera.”
Ayer, la discusión tomó ribetes metafísicos: en el programa Hoy por hoy de Néstor Ibarra por Radio Mitre, Ferrari se cruzó con un abogado que decía que iba a iniciarle una querella por decir que en el infierno se torturaba. Ferrari se defendió y la discusión llegó a versar sobre la cantidad de almas que probablemente albergaría el infierno. “La verdad es que uno se siente un poco ridículo discutiendo estas cosas”, confió ayer Ferrari a Página/12. En estos días se publicará una solicitada de apoyo al artista (contactados a través del mail censura [email protected]). El texto todavía no publicado dice: “Decimos No a cualquier intento de clausura de la muestra, como decimos No a cualquier imposición sobre nuestra libertad de crear o elegir las obras que presenciamos como espectadores”. Por su parte, el canciller Rafael Bielsa y el secretario de Cultura porteño, Gustavo López, mantuvieron el apoyo al mayor exponente vivo de arte político. También el diputado Miguel Bonasso, quien declaró: “La Constitución argentina garantiza la libertad de expresión y de opinión. Dentro de este marco, se realiza la exposición de marras, y frente a la misma los espectadores tienen derecho a formarse su propio criterio”.
Inspirados por el comunicado de Bergoglio, sectores conservadores intentaron ingresar para destruir algunas obras y dispararon su artillería legal para detener la “blasfemia”: la curiosa acción de amparo, ante la Justicia en lo Contencioso Administrativo y Tributario, fue formulada por la abogada Mirta Susana Gallardo, basada en que “el 92 por ciento de la población de nuestro país es creyente cristiana en sus diversas formas”. El miércoles la abogada Beltrán María Fos presentó una denuncia penal en el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 8, a cargo de Jorge Urso, “por incitación al odio religioso”. La Corporación de Abogados Católicos todavía no hizo ninguna presentación, aunque evaluaba realizarla. El párroco Puiggari, de la Iglesia de Pilar, había amenazado con una denuncia en el Inadi por discriminación, todavía sin novedades.
Gallardo fue candidata a diputada por el Partido Reconstrucción Republicana, actúa en representación de algunos miembros y apunta a criticar el cartel de la entrada del salón. En las últimas elecciones, el PRR tuvo el 0,10 por ciento de los votos. El senador radical Rodolfo Terragno dijo: “Ferrari denuncia a quienes convirtieron a Cristo en comida chatarra. Escandalizarse porque el pintor pone iconos dentro de una olla es como santiguarse al oír los versos de Discépolo, que describe a un Cristo afeitado. Como cristiano, no me siento ofendido por poetas y pintores. Me ofenden los fariseos, que siempre ocupan los primeros bancos del templo y lavan la copa por fuera, pero dejan la inmundicia dentro”.
Por su parte, Gustavo López afirmó que “es un error pensar que en la obra de León Ferrari hay una blasfemia o que se ataca a la Iglesia Católica. En el Centro Cultural Recoleta existen muchas salas. Pero ésta, la sala Cronopios, tiene el cartel antes de su ingreso, por lo que la intención es la de no herir la susceptibilidad de nadie. Es decir, se utiliza la misma metodología que en la de otros museos del mundo. Del mismo modo, se previene el ingreso de menores de edad solos, porque a veces el arte requiere cierta explicación”, finalizó.