SOCIEDAD › TRES MUJERES ASESINADAS POR
SUS ESPOSOS, DOS DE ELLOS POLICIAS
La amenaza del arma reglamentaria
Con horas de diferencia, los tres hechos ocurrieron en el área metropolitana. En Villa Luro, un suboficial disparó cinco tiros en la calle a su mujer. La violencia en la casa de los policías.
Por Mariana Carbajal
La violencia familiar no da tregua. En apenas pocas horas, en el ámbito metropolitano, tres mujeres fueron asesinadas por sus esposos y una cuarta se salvó de morir de milagro. En dos de los casos, los homicidas eran policías y mataron a sus parejas con pistolas 9 milímetros, el arma reglamentaria de la fuerza: uno terminó suicidándose, y el otro, detenido. Las agresiones en hogares de uniformados no son hechos aislados. “Alrededor de un 30 por ciento de las mujeres que llaman al servicio telefónico de ayuda del gobierno porteño señalan que sus victimarios son miembros de fuerzas de seguridad”, reveló la directora de la Mujer de la Ciudad, Carmen Storani. Expertos consultados por este diario alertaron sobre las dificultades que las esposas de uniformados tienen para denunciarlos por el terror que despierta saber que en la casa hay una mano armada, entrenada para matar.
El hecho más resonante, de los cuatro conocidos ayer, ocurrió a la mañana en el barrio porteño de Villa Luro, donde un suboficial retirado de la Policía Federal asesinó a balazos en la cabeza a su esposa, una enfermera del Hospital Santojanni. La pareja se estaba divorciando. Precisamente, el momento de la separación suele ser de alto riesgo para las víctimas de violencia doméstica, según indican diversos estudios. La mujer, María Luisa García, de 55 años, lo había denunciado por malos tratos y existía una orden judicial que impedía al suboficial Mauricio González, de 56, acercarse a la casa donde vivía ella con el hijo adolescente de ambos. El hombre la pasó a buscar por el hospital y ambos viajaron en un taxi hasta Mozart al 100, de Villa Luro, a la vuelta del hogar de ella. Tras una acalorada discusión, el policía retirado sacó una pistola semiautomática y atacó a tiros a la mujer, quien cayó muerta con tres balazos en la cara y dos en el pecho. Tras el ataque, González llamó por teléfono a su psicóloga, le confesó lo que había hecho y le dijo que iba a matarse. Horas después, fue encontrado por la policía en su casa del barrio Villegas, de Ciudad Evita, con un balazo en la sien derecha y varias cartas junto a su cadáver en las que confesaba el homicidio de su esposa y adelantaba su suicidio.
En el segundo caso, el homicida fue un policía bonaerense. Osvaldo Sprang, de 46 años, tomó del cuello a su esposa Liliana Repres y le disparó en la boca con una pistola 9 milímetros. La asesinó en la casa de ambos, en La Plata, delante de sus hijos de 10 y 25 años. La violencia extrema se desencadenó, según fuentes policiales, cuando en medio de una discusión ella lo amenazó con denunciarlo por sus presuntos malos tratos. El hombre, que se desempeñaba como mecánico en la División Aérea de la Bonaerense, finalmente fue detenido.
“Debería haber un centro especializado para que las esposas de integrantes de fuerzas de seguridad puedan denunciar si son víctimas de violencia doméstica. Es raro que denuncien porque saben que entre policías se cubren, y si se animan a hacerlo, muchas veces les rompen la exposición para que no llegue a una instancia judicial”, señaló Cristina Moloy, titular del Programa Provincial de Violencia Familiar. “Las mujeres de un policía o un militar tienen un miedo enorme de denunciar. Saben que les puede costar la vida. Por eso cuando tenemos un caso así, recomendamos la erradicación inmediata de la mujer de su hogar porque corren riesgo de muerte”, alertó Eugenio Freixas, a cargo de la Oficina de Atención a la Víctima de la Procuración General de la Nación. En el ámbito porteño, alrededor de un 30 por ciento de las llamadas al 0-800-666-8537 corresponde a consultas y pedidos de ayuda de víctimas de violencia que son parejas de militares o policías, según informó la abogada Storani, titular de la Dirección de la Mujer del gobierno porteño. Para proteger a las mujeres maltratadas, Storani advirtió que no basta con una denuncia judicial sino que se les debe brindar una atención integral, que incluya contención psicológica, para que “puedan sostener en el tiempo las medidas cautelares que ordena la Justicia, porque muchas veces al excluir al marido del hogar se produce un quiebre emocional en el agresor, que es disparador de mayor violencia, y se termina exponiendo a la mujer a un riesgo aún mayor”, señaló la especialista, que se preocupó por resaltar que estos homicidios “no son crímenes pasionales sino femicidios”, como se define al exterminio de mujeres en sociedades patriarcales.
El tercer caso tuvo lugar el jueves en la localidad bonaerense de Ezpeleta, partido de Quilmes, donde un enfermero de 37 años fue detenido acusado de haber asesinado brutalmente a golpes a su mujer de 56. El mismo día ocurrió el cuarto episodio en la localidad de Villa Diamante, partido de Lanús. No terminó en asesinato porque la policía detuvo al agresor en la calle justo antes de que pudiera dispararle a su mujer, María Eugenia Polombo (37), con un revólver con el que previamente la había golpeado.