CULTURA › OPINION

Discutir las políticas

Por beatriz sarlo

Lo que dije sobre políticas culturales en Página/12 sacó de quicio al Lic. Jorge Alvarez, vicepresidente del Incaa. Yo declaré textualmente y así fue publicado: “Debe haber una discusión pública de las políticas del Instituto Nacional de Cinematografía, que maneja mucho dinero: quizá sea el mayor núcleo presupuestario de Cultura. Y ha sido manejado con una independencia respecto de los objetivos generales, y yo diría que con una privacidad respecto de sus balances y auditorías”.
El Lic. Alvarez opina que carezco de información para hablar y que lo hago hundida en un “desconocimiento total”. Mis declaraciones apuntaban a algo que no parece haber entendido. Pido una discusión de las políticas, como lo haría en cualquier otro tema: la educación o los planes de la seguridad social. Los asuntos de interés general convocan a los ciudadanos y no sólo a los miembros de las corporaciones. Todos tenemos derecho a emitir opinión sobre lo que para el Lic. Alvarez son logros del Incaa: por ejemplo, las consecuencias a mediano plazo de la “cuota de pantalla” o “una política educativa audiovisual”, necesaria, según el Lic. Alvarez, porque existen en la Argentina más alumnos de cine que en toda la comunidad europea (hecho asombroso o insensato que no juzgó necesario analizar). El Lic. Alvarez menciona como punto número 12 de su enumeración que el Incaa “ejecuta” un programa formativo dirigido a público general, actividad que me despierta curiosidad y precauciones.
El Lic. Alvarez, en cambio, pasa rápidamente sobre lo que fue el eje de mi intervención: que el Incaa maneja mucho dinero y que ese manejo debe ser accesible y transparente. El año próximo la Argentina tendrá, si todo sale bien, una ley de acceso a la información. Al Lic. Alvarez no debería parecerle suficiente con la “auditoría interna” del Incaa; la futura ley hará posible que otros, que no integran esa auditoría interna, hagan preguntas indiscretas y reciban respuestas sobre presupuestos y subsidios.
En una democracia, esos controles deben ser parte de la vida cotidiana. A ellos no puede responderse sencillamente que el Incaa es muy exitoso, como lo hizo un correo electrónico que circuló abundantemente con la firma de asociaciones de directores, productores y sindicato de la industria, criticando también mis declaraciones y defendiendo con fervor al Incaa como si yo lo hubiera atacado. Que algo sea exitoso no impide que se examine su funcionamiento. Ello equivaldría a declarar intocable la obra social de un sindicato que proporcionara servicios aceptables. Está mal razonar de ese modo. Además, el “éxito” en términos culturales es un tópico de discusión ideológico y estético que no se agota en una lista de premios en festivales.
Lic. Alvarez, despreocúpese y administre del mejor modo posible, teniendo en cuenta: 1) que todas las leyes y reglamentaciones son modificables con su debido trámite; 2) que el balance de los funcionarios puede ser discutido más allá de los límites de las corporaciones asociadas; 3) que las gestiones de los funcionarios están sometidas a la crítica, incluso por personas a las que el funcionario que se siente aludido puede calificar de ignorantes.

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