Domingo, 13 de junio de 2010 | Hoy
DEPORTES › OPINA EL VIEJO DEL TABLON
Por Osvaldo Bayer
Sí, sí, ganamos... pero. Sí, la Pulga, bien. Verlo nos hizo volver a aquellos años ’30 y ’40, aquel Moreno, aquel Cherro, ese Sastre, De la Mata. Para no hablar del Torito Aguirre, el mejor de todos y además canaya. Pero ayer parecía que imitábamos a los ingleses. El pase justo, todo calculado, sin sudar la camiseta. Mientras los africanos jugaron a lo rioplatense de antes, la gambeta, bien sudados, todos para adelante, luchando la redonda hasta la raya. Pero eso sí. Messi. Para aplaudirlo, tiene mucha mostaza. Y el cabezazo del Gringo que nos hizo respirar y esperar tranquilos a los chinos de Corea. Sí, y otro más, el que nos salvó con su cabezazo matemático, el Gringo Heinze, natural de aquellas colonias santafesinas tudescas de donde venimos varios. Pero después, todo como juego de señoritos, mientras la negrada se comía el césped de puras ganas de jugar. Además, ¿por qué Maradona siempre en pantalla? Se vieron más escenas de Maradona que de la pelota. La chantada en colores, esta vez vestido como un niño bien de la calle Florida y mirando desde lo alto como el Espíritu Santo. Falta que le recemos una oración en vez de cantar el Himno al empezar...
El mejor jugador del partido fue sin duda el arquero africano. Las paró todas, menos el cabezazo del Gringo.
De los demás nuestros podemos hablar bien del arquero Romero, un guardavallas que me hizo recordar a aquel Bossio, a Yustrich, a Bello, a Gualco, que vi jugar bajo los palos cuando niño y que con los dedos en la boca pegaban un silbido a los compañeros para que se avivaran que podía venir la carga por la izquierda y dos chiflidos si venían por derecha.
Sí, ayer jugaron bien los argentinos pero les faltó algo más, más alma, más entusiasmo, más calor. Apenas por un gol, porque chingamos muchos otros, pero ellos también, los africanos estuvieron varias veces ahí nomás del empate. Debo decir que, más allá del frío del equipo, también me gustaron –además de Romero y la Pulga (el mejor), el Pipa, el Galgo, la Bruja y La Fiera y, como ya dije, el Gringo, por su cabezazo que nos salvó. A lo mejor, ese cabezazo es el que nos clasifique, pero vamos a ver cómo nos va con esos japonesitos de Corea que ya dejaron a los griegos en el camino.
Apenas uno a cero. Y menos mal que llegó pronto el final. Con nostalgia recordé aquello que nos hablaban los mayores, cuando los argentinos en 1928, en el Mundial de Amsterdam, les ganamos 11 a 2 a Estados Unidos, 6 a 3 a los belgas y 6 a 0 a los egipcios. ¡Qué tiempos aquéllos! Claro, perdimos la final 2 a 1 con los uruguayos, pero los periódicos nuestros disimularon la derrota titulando: “Triunfó el fútbol rioplatense”. ¡Qué tiempos aquéllos, repito! Bueno, empezaríamos por decir que en esa época el fútbol no se jugaba dinero de por medio, era amateur. Los jugadores nacían y morían defendiendo a un solo club, esa camiseta.
Pero no hablemos de ese tema... porque nos pondríamos a ventilar el poder del dinero y estamos en la sección deportes. Vivamos también la ilusión de que hoy lo hacen por la camiseta. Este viejo del tablón –“tablón”, palabra que se usaba antes para designar a la tribuna– va a tratar de “modernizarse”. No vamos a aguar la fiesta, por el momento.
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