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Por Jorge Vogelsanger
Desde Madrid

Dirigente de fútbol, pero también magnate inmobiliario, asiduo de los juzgados como demandante y querellado, criador de caballos y durante más de una década uno de los políticos españoles más odiados por unos y querido por otros, Jesús Gil y Gil cumple hoy 70 años con el peso de una nueva condena que tiene a su club, el Atlético Madrid, en el limbo judicial. Gil y Gil, que en abril del año pasado dimitió como alcalde de Marbella por las diversas causas en su contra, es sin duda uno de los personajes más polémicos en la historia reciente de España.
“Soy un dictador liberal”, dijo en una ocasión de sí mismo el dueño y presidente del Aleti, que lleva acumulados tantos pleitos legales que en los juzgados le dieron el apodo de “El Querellas”, y que en más de una ocasión ha terminado con su voluminoso cuerpo tras las rejas.
El golpe más reciente fue la condena a tres años y medio de prisión que le impuso la Audiencia Nacional de Madrid el 14 de febrero por apropiación indebida y estafa en relación con la transformación del club “colchonero” en sociedad anónima. Lo más grave para Gil y Gil es, sin embargo, que el alto tribunal embargó las acciones que posee del Atlético y que representan el 95 por ciento del capital social de la entidad. Tan sólo el recurso ante el Tribunal Supremo ha impedido que el club se le fuera por el momento de las manos.
Nacido el 12 de marzo de 1933 en la provincia de Soria, estudió veterinaria y después ciencias económicas, sin terminarlas, hasta que decidió probar suerte como promotor inmobiliario y constructor, un negocio que terminó convirtiéndolo en millonario. Su primera obra importante acabó en escándalo: en junio de 1969, se derrumbó un edificio en Segovia y murieron 58 personas. A raíz de la tragedia, Gil y Gil fue condenado a cinco años de cárcel, pero a los 18 meses fue indultado por el dictador Francisco Franco.
Por esa vía llegó a la política: cuando no pudo conseguir un permiso de construcción en Marbella, se propuso ser alcalde. Lo logró y entonces construyó donde quiso. En Marbella, Gil y Gil se dio a conocer por “limpiar” las calles con mano dura de mendigos, prostitutas, drogadictos y carteristas, convirtiendo además a la localidad en la “meca” de millonarios, con infinitos campos de golf y lujosas mansiones. Uno de ellos es el traficante Monzer Al Kassar, conocido de los argentinos, con quienes tiene una relación contradictoria.
Apenas elegido presidente del Aleti, el 27 de junio de 1987, eligió como técnico a César Menotti. El Flaco no duró mucho. En 1995 contrató a Alfio Basile, hasta un año antes entrenador de la Selección Nacional. El Coco se fue enojadísimo con Gil y Gil, que quería formarle el equipo. Amó a Diego Simeone, una de las estrellas de su equipo a fines de los ‘80, hace poco quiso contratar a Claudio López y ahora banca a muerte a Germán Burgos; pese a los problemas de salud del arquero, le renovará el contrato que vence a mediados de año.
Durante su carrera, Gil y Gil enfrentó no menos de 80 causas judiciales, en algunas de las cuales se lo acusaba de ser un gangster mafioso, algo que él siempre negó, alegando ser víctima de una persecución.
Se lo ha comparado con Jean-Marie Le Pen, el ultraderechista francés. De hecho, al dueño del Atlético no le tembló el pulso cuando en su día colocó un busto de Franco (1939-1975) en el ayuntamiento marbellí. Pero el partido por él creado, el Grupo Independiente Liberal (GIL), en realidad no tiene ideología alguna y elude presentarse como una formación xenófoba o de extrema derecha. Dijo la semana pasada por Radio Del Plata de Buenos Aires: “¿Así que (Mauricio) Macri se presenta a elecciones para alcalde? ¿Y sin partido? ¡Qué lástima que acá en España eso no se pueda hacer!”.
Con GIL, Gil y Gil quiso llegar al Parlamento español en marzo del 2000. Sus críticos lo acusaron de usar la nominación en busca, únicamente, de inmunidad parlamentaria para dejar atrás la persecución judicial. Los aficionados del Aleti lo adoran y aplauden cuando se pavonea en la tribuna del estadio Vicente Calderón e incluso le piden autógrafos. Con Gil y Gil en la presidencia, celebraron un título de Liga (1995/96) y tres Copas del Rey (1991, 1992 y 1996).
Su relación con la prensa, en cambio, ha sido muchas veces conflictiva. “Son unos auténticos hijos de puta. No conocen a su padre ni a su madre y deben ser hijos de algún toro cornudo”, dijo en una ocasión sobre los informadores de algunos diarios madrileños.
Tampoco tiene pelos en la lengua a la hora de criticar a sus jugadores, a los árbitros o a los dirigentes de otros clubes. Incluso ha llegado a las manos, cuando en 1996 le pegó un puñetazo al gerente del Compostela, José González Fidalgo. Y en enero, pocos días después de que le colocaran un marcapasos por sus problemas coronarios, dio muestras de una pronta recuperación al desatar con sus críticas una grave crisis en la entidad, tras la derrota 4-3 en Villarreal. El entrenador Luis Aragonés a punto estuvo de dejar el club de sus amores.
Sus excesos verbales le han valido un sinfín de inhabilitaciones, pero eso lo tiene sin cuidado: “Me sirven de papel higiénico”, dice Gil y Gil, que en sus 16 años al frente del club, desde Menotti “quemó” a 39 entrenadores y gastó más de 270 millones de dólares en contrataciones.
Su mejor consejero, según dice él mismo, es su amado caballo “Imperioso”, al que piensa embalsamar después de muerto. Y su frase más repetida no podía ser otra que ésta: “Del Atlético sólo me sacarán con los pies por delante”.