Como pocas veces, para la selección argentina de básquet, el partido de anoche en los Juegos Panamericanos era a todo o nada. Un triunfo significaba ganar el grupo, clasificarse para las semifinales y tener un cruce accesible ante República Dominicana, con la chance concreta de jugar la final. Por el contrario, la derrota determinaba la última posición en el grupo y caer a jugar ante Uruguay por el séptimo puesto. Y con ese panorama, fue nada. El equipo de Enrique Tolcachier cayó 83-56 con México y se despidió de la lucha por las medallas. Es cierto que no estaban las grandes figuras de la Generación Dorada, pero el balance general terminó siendo bastante deficitario.

En el arranque, Argentina pudo llevar bien el desarrollo con el goleo de Luciano González y llegó a tomar ventajas de 15-12. Sin embargo, México imponía su mayor presencia física en la pintura y dominaba los rebotes. Con segundas y hasta terceras opciones, los aztecas encontraron las soluciones a un ataque que no era fluido. Así se quedaron con el primer parcial 18-15, aunque lo peor llegó a partir del segundo cuarto. Argentina siguió sin lucidez en ataque y, para colmo, México comenzó a tener una notable efectividad en triples. De esa forma, la ventaja se fue estirando de manera paulatina.

Sin una conducción segura con ninguno de los tres bases y sin un goleador confiable, la remontada se tornó imposible. En ese momento cada jugador argentino buscó la heroica, sin brújula y sin ideas claras. Por eso, ante un rival agrandado y entonado por el aliento de su público, esa estrategia resultó un suicidio. Así México siguió estirando ventajas ante una Argentina entregada y nerviosa, que cometió muchas faltas y dejó una imagen muy negativa.