En los corrillos más o menos cercanos al fútbol se dice, se comenta, se difunde y hasta se afirma con argumentos y convencimiento que “Boca juega mal”. Y esto es un poco y una vez más la vieja cuestión tan afín a quienes dicen sin decir del todo, de diagnosticar sin tratar. Se trata de “lo que pasa”, sin preguntarse demasiado seriamente “por qué pasa lo que pasa”.

La reciente declaración de Juan Román Riquelme –para quien esto escribe, demasiado “protectora” para con el entrenador Bianchi– en cuanto a que “la culpa es de los once”, es casi como decir la culpa la tiene la manera de jugar de este Boca. Por extensión, las frases bien podrían ser “Boca defiende mal por culpa de los once” y también “Boca ataca mal por culpa de los once”.

Es que no se puede ni defender bien ni atacar bien jugando al pelotazo, cuanto más lejos mejor, pero a dividir, no tocando casi nunca de primera, haciendo del pase al adversario casi un hábito y demás.

Parece que no hubiera cuestionamientos a esta manera de “no jugar”. Todo se reduce a “Boca juega mal”. Diagnóstico sin receta.