› Por Carlos Silber
Los mejores científicos e intelectuales responden: "¿A qué deberíamos temer en los próximos años?". Y la mayoría apunta a la enajenación tecnológica.
› Por MARCELO FIGUERAS
› Por Diego Fischerman
Cuando ya todos lo daban por retirado (su último disco era de 2003, su último tour terminó en el 2004) y muchos se preocupaban por su salud (en 2004 tuvo un infarto y su última presentación en vivo fue en 2006), un inesperado día de enero David Bowie dio a conocer al mundo el corte de difusión de un nuevo disco. Ominoso, ecléctico, casi fantasmal, el rey de la androginia, la transformación permanente y la enciclopedia rockera, no sólo se cita a sí mismo y a su etapa más radical ya desde la gloriosa tapa de The Next Day, sino que parece hablar de todo eso que él propició, significó e instaló en el mundo. Y lo hace como estrella que se niega a extinguirse y observa aquello que ilumina.
› Por Liliana Viola
› Por Claudia Piñeiro
Fue la persona más rica de la Argentina y una de las más ricas del mundo. Fue célebre por haberse casado con un millonario, pero también por haber convertido esa fortuna, una vez viuda, en algo inimaginable. Nunca se volvió a casar, se movió como nadie en la bambalinas del poder; su colección de arte terminó siendo un museo; su vida está llena de nombres y hombres famosos envueltos en rumores y versiones. Una biografía de Amalia Lacroze de Fortabat enfrentaba el desafío de perforar el sólido silencio alrededor de su figura y prometía la recompensa de poder pintar no sólo a una mujer sino a la historia del país y más de una época. Amalita (Sudamericana), de Marina Abiuso y Soledad Vallejos, lo cumple. Y lo cumple tanto que, una vez publicada, las historias sólo siguen apareciendo de los lugares más insospechados.
› Por Soledad Vallejos y Marina Abiuso
› Por XIMENA TORDINI
Perseguidos por diversos defensores del copyright con todo el poder de los estudios de Hollywood, el año pasado los tres jóvenes fundadores de The Pirate Bay se vieron obligados a sacar sus servidores de Suecia –su país de origen, donde contaban con una de las mejores bandas anchas del mundo– y repartirlos por otros lugares de Europa. Pero los problemas legales del más polémico de los sitios web de enlaces para compartir música y películas empezaron bastante antes. Cinco años, para ser más precisos, que el cineasta sueco Simon Klose tuvo el reflejo de documentar desde el principio: un lustro de idas y vueltas a los tribunales, las ideas y contradicciones del trío de activistas, y el frenesí policíaco con que ha lanzado sobre ellos una industria multimillonaria que se resiste al cambio en un mundo hiperconectado. El resultado es The Pirate Bay - Away from the Keyboard, el notable documental que tuvo su estreno mundial semanas atrás en la Berlinale y ahora puede verse completo, subtitulado –y gratis, por supuesto– en YouTube.
› Por Verónica Gómez
Sin marcos ni telas, tomando las paredes de la galería SlyZmud pero lejos de los murales o la instalación, Jill Mulleady convirtió el cubo blanco en una exploración no de los colores que cubren la pared, sino de los que emergen del otro lado: como si pellizcara con el pincel ese universo infinito e inabarcable que es el blanco para ir revelando paisajes que se desmoronan, figuras que creemos ver, climas pasajeros que nos envuelven antes de seguir. Una visita guiada (la guía está, escrita y dibujada, en el cuarto aledaño) a todo un mundo por descubrir.
› Por Gustavo Nielsen
¿Qué mira el ojo cuando se enfrenta con un rostro? ¿Dónde hace foco, dónde se detiene antes de saltar a otra parte, dónde habilita la imaginación? ¿Es posible registrar esa información y reconstruir lo que se ve realmente durante los primeros 8 segundos? A partir de un dispositivo que permite mapear los movimientos, los recorridos oculares, el artista y físico Mariano Sardón, junto al neurobiólogo Mariano Sigman y a los becarios Germán Ito, Laila Kazimierski e Iván Lengyel, dedicaron dos años a crear una extraordinaria comunión de arte y ciencia: tomaron los rostros de un puñado de amigos e invitaron a 200 personas a prestar su mirada sobre ellos. El resultado es 200 miradas recorriendo sus rostros, la reconstrucción de esas caras con la información que esos 400 ojos capturaron, y que dice mucho del modo en que nos figuramos –salvaje, instintiva, desconfiadamente– a los otros a partir de la mirada.
› Por Diego Vergara
George Peter Alexander Healy nació el 15 de julio de 1813 en Boston. Destacado retratista de personajes ilustres, por su pincel pasaron Daniel Webster, Henry Clay, John Calhoun, Audubon, Pío IX y varios presidentes de los Estados Unidos, desde John Quincy Adams hasta Ulysses Grant. Su padre fue un capitán irlandés de la marina mercante del que Healy quedaría huérfano muy joven, acontecimiento que lo impulsa a asumir el papel de sostener económicamente a su madre, siendo el mayor de cinco hermanos. Comenzó a dibujar a los dieciséis años, demostrando gran destreza técnica en la copia precisa. En 1834 viajó a Europa, donde estudió con Antoine-Jean Gros y Thomas Couture. Pronto se convirtió en un retratista prolífico y popular. En 1869 pintó el retrato de Abraham Lincoln, que fue utilizado para el sello de correos en el 150 aniversario del nacimiento del presidente. El estilo de Healy es esencialmente francés. Su refinado sentido del color, su dibujo preciso, la exactitud expresiva en los rasgos de los retratados y su ajustado manejo de las luces y sombras le valieron un lugar privilegiado en el arte del retrato. “Todos mis días fueron perdidos en mi taller de pintura”, escribió en su libro Reminiscencias de un pintor de retratos. Murió en Chicago, el 24 de junio de 1894.
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