DEPORTES › JOSé CEVALLOS, EX ARQUERO Y FUNCIONARIO DE DEPORTE DE ECUADOR
El histórico arquero de Barcelona de Guayaquil fue elegido por el presidente Rafael Correa y ya está cambiando al deporte de su país. Su historia y el largo conflicto que mantiene con el Comité Olímpico Internacional.
› Por Gustavo Veiga
En una América latina que camina hacia un deporte revalorizado, en sostenido ascenso, y a las puertas de organizar los dos eventos más importantes del planeta (el Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016), a menudo se invoca como modelos que deberían imitarse a Cuba o la potencia regional más grande, Brasil. También se menciona a Venezuela y la Argentina por su compromiso en el crecimiento deportivo, pero poco, o casi nada, se dice de un país más pequeño que ha ido a fondo con una política de cambios: Ecuador. El gobierno del presidente Rafael Correa designó para realizarlos a un ex jugador de fútbol, José Francisco Cevallos, quien según la mayoría de sus compatriotas, es el mejor arquero de la historia nacional. Desde el Ministerio de Deportes, donde asumió el 24 de mayo de 2011, avanzó sobre las federaciones y el Comité Olímpico Ecuatoriano (COE), donde se apoltronaban dirigentes que resistían la democratización planteada en la nueva Ley del Deporte votada el 3 de junio de 2010 por aplastante mayoría. Así se generó un conflicto que perdura hasta hoy, donde los atletas fueron los principales perjudicados.
“Pepe Pancho, tienes uno de los partidos más difíciles que te ha tocado jugar, pero estamos seguros de que lo vas a hacer bien”, le dijo Correa a Cevallos el día que le tomó juramento en el cargo. No se equivocaba el presidente. “Las manos de Ecuador”, como lo apodan al histórico arquero del Barcelona de Guayaquil y el seleccionado de su país, tenía una difícil misión que cumplir. Acaso mucho más complicada que la de atajar en su primera y única Copa del Mundo, de Japón y Corea del Sur en 2002.
Con la Ley del Deporte en la mano –la Asamblea Nacional la aprobó con 91 votos a favor, 8 en contra y 12 abstenciones– se aprestó a concretar los cambios de fondo que plantea el gobierno. Pero tuvo demasiada resistencia, y sobre todo, del ex titular del COE, el banquero Danilo Carrera Drouet. Este dirigente proveniente del tenis, renunció a su cargo el 6 de mayo pasado, después de conducir al Comité durante dieciséis años. Su alejamiento era pedido por los deportistas ecuatorianos, cansados de las trabas que les presentaban las autoridades de las federaciones –aliadas de Carrera Drouet– para competir en el exterior. Los últimos en frustrarse fueron los pesistas juveniles que no pudieron participar en el mundial de la disciplina, disputado en Lima, Perú. Cevallos los apoyó en la Defensoría del Pueblo de Quito el lunes pasado.
Como el COE siempre tuvo el previsible respaldo del Comité Olímpico Internacional (COI), la pelea se prolongó y aún continúa, ya sin Carrera Drouet en el cargo. Ahora el interlocutor de Cevallos es el sucesor de aquél, Marcelo Delgado. El ministro de Deportes dice que cualquier acuerdo con el Comité Ecuatoriano sólo será posible si se garantiza la participación de los atletas en las competencias internacionales. Pero desde el COE le responden que el conflicto debe dirimirse con el COI.
El problema radica en que cada federación deportiva tiene dos autoridades. Al menos eso parece. Las que venían desde la gestión de Carrera Drouet, que debían revalidar su mandato en elecciones a las que nunca se presentaron –como señala la Ley del Deporte–, y las que respalda el gobierno de Correa. Esta conducción bifronte en cada deporte hizo peligrar la participación de los atletas ecuatorianos en los últimos Juegos de Londres 2012. Finalmente se presentaron, pero no ganaron ninguna medalla.
No pasó lo mismo con los pesistas que iban a competir en el mundial juvenil de Lima este mes. Julio Arteaga, el presidente de la Federación Ecuatoriana de Levantamiento de Pesas avalado por Cevallos, criticó la actitud del dirigente que le disputa el poder en ese deporte, Luis Zambrano: “Los pesistas estaban inscriptos, pero a última hora, por intervención del ex presidente, se les negó participar”.
Acusado por los viejos directivos de injerencia en los asuntos internos de las federaciones, el ex arquero de 42 años y ahora funcionario defendió la intromisión del Estado en el deporte: “La intervención es la única figura legal que garantiza a los atletas no perder su derecho a prepararse y competir”, escribió en una carta de su puño y letra.
El conflicto venía desde el mismo momento en que Correa designó a Cevallos como ministro y le dio instrucciones de avanzar con la Ley del Deporte en la mano. En abril del año pasado, y en vísperas de los Juegos de Londres, la asamblea general de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales había emitido una moción de condena al gobierno de Ecuador. Hasta el máximo dirigente del COI, el belga Jacques Rogge, le escribió una carta al presidente ecuatoriano en la que le advertía que de no revocarse la destitución de cuarenta autoridades de sus respectivas federaciones, el país sufriría “una posibilidad real de suspensión”.
Otros mojones en esta disputa fueron el comentario de Carrera Drouet en 2011, cuando aseguró que Ecuador había ganado 1200 medallas en torneos extranjeros ese año y en 2012, por el conflicto entre el COE y el gobierno, no obtuvo ni el 50 por ciento de esa cantidad. O cuando el Comité le reclamaba al Ministerio de Deportes 996 mil dólares en aportes, según su ex presidente, aunque para Cevallos mucho más deudor es el COE con el Estado. Le exige pagar unos 11 millones por asignaciones no justificadas. Además, el mal estado en que el COE mantenía al Centro Olímpico de Alto Rendimiento (COAR) hizo que el ministro le quitara su administración.
Los reveses de los dirigentes olímpicos ecuatorianos no se detienen. En marzo de este año, varios deportistas le pidieron que renuncie a Carrera Drouet. Este retrucó diciendo que eran manejados por el ministerio de Cevallos. Al final abandonó el Comité este mes, pero dejó un conflicto instalado. El COI todavía mantiene la amenaza de sanciones contra el país y la negociación, aunque avanzó por la mediación de un dirigente español, se alarga. El ex futbolista y funcionario –como le dijo el presidente Correa– está jugando uno de los partidos más difíciles. Le queda resolver cómo destrabará la participación de los deportistas en torneos internacionales. Una pelota complicada de atajar para un veterano del arco.
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