DEPORTES › DESDE EL PANNO DE AZúCAR
› Por Juan José Panno
Desde Río de Janeiro
En los primeros cinco días de Mundial se convirtieron 44 goles en 14 partidos, que en su mayoría fueron catalogados como excelentes y en los que hubo un solo cero a cero (único empate, por otra parte), el insoportable Irán-Nigeria. ¿Los partidos son tan buenos como parece o nos están envolviendo en un paquete con celofán y todo, como ocurrió en 2006 en Alemania? No es fácil la respuesta. También puede ocurrir que por casa ya casi se nos había hecho natural eso de ver encuentros malísimos, con tribunas de un solo color y todo esto nos parece fascinante. También las repeticiones de las jugadas, con primeros planos y cámara lenta, suman puntos. Queda entonces que hay mucho color, hay fiesta en las tribunas, hay goles, hay buenas actuaciones de las grandes figuritas, Messi hizo un golazo, Neymar otro, Robben desparramó a Casillas como juega el gato maula con el mísero ratón y encima Argentina ganó en el debut, lo que aumenta las ilusiones y mejora las imágenes que, de por sí, son buenas.
Ya debutaron todos los candidatos de fierro y algunos dieron clara respuesta de por qué llegaron como favoritos. En esta carrera, recorridos los primeros metros y antes de llegar a la primera curva, picaron en punta Alemania, Holanda e Italia. Los tres convencieron, mostraron velocidad, ideas, poder de fuego y liquidaron a rivales de mucho peso, como Portugal, España e Inglaterra. Brasil, por ahora, aparece un poco más atrás (casi siempre van de menor a mayor), mientras Chile, Colombia y Argentina avanzan en pelotón. Los chilenos van al frente porque Sampaoli no se anda con reparos, pero habrá que verlos cómo se las arreglan con otros rivales que ofrezcan más resistencia, como España esta tarde. Lo mismo con la Colombia de Pekerman, que aplastó a los griegos del Partenón, que no pueden salir de su condición de partenaires. Tienen el crédito abierto.
Argentina es una gran incógnita. No se sabe muy bien qué pasa por la cabeza (la de Sabella, las de los jugadores) después del desconcierto que generó el debut, la actuación irregular, la formación inicial sorpresiva, el giro de 180 grados en el entretiempo. Se supone que contra Irán jugarán los que tienen que estar, pero nadie puede asegurar qué trole se tomará para seguir cuando lleguen los octavos de final. Hay que ir paso a paso, pero después de ver Nigeria espantosa e Irán horrible ya casi puede asegurarse que Argentina saldrá primera en su zona y deberá jugar contra el segundo del Grupo E, el de Francia, Ecuador, Suiza y Honduras.
Descartada Honduras, será uno de los otros tres: por ahora, es Suiza (ver página 27). Ninguno mostró gran cosa, ninguno asusta y el camino parece allanado, pero los principales escollos hay que buscarlos dentro de nosotros mismos, en esa búsqueda confusa de la identidad, por un lado, y en la natural discusión acerca de si hay que jugar a todo o nada, si hay que flexibilizar o no los esquemas, si hay que buscar un estilo propio o ir adaptando la formación de acuerdo con el rival de turno, por otro. Lo único que parece cierto es que la gente (todos, independientemente de ideologías futbolísticas) quiere que el equipo se parezca más al del segundo tiempo contra Bosnia que a esa cosa horrible del primer tiempo.
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