El Mundial de Qatar en 2022 ya es un verdadero dolor de cabeza para la FIFA. A las denuncias de corrupción para la entrega de la sede, se le suma el intenso calor del verano qatarí, que hace imposible jugar al fútbol de alta competencia con temperaturas tan altas. Por ese motivo, el presidente de la entidad, Joseph Blatter, aseguró ayer que su idea es que el certamen se retrase para noviembre de ese año.

Cuando se confirmó la sede de Qatar, la respuesta inicial de la FIFA ante las altas temperaturas fue asegurar aire acondicionado en todos los estadios. Sin embargo, esa solución no parece ser suficiente y así lo hizo saber el propio Blatter, en una entrevista con la emisora francesa France Info. “No se puede jugar en verano. Podemos bajar la temperatura en los estadios, pero no podemos poner todo el país bajo techo... Hay que buscar una solución”, resaltó Blatter.

Ante esa situación, la idea del máximo dirigente del fútbol mundial es cambiar la fecha habitual de junio y julio (verano en el Hemisferio Norte) por noviembre y diciembre. “La fecha conveniente sería que se juegue a fin de año, entre noviembre y diciembre de 2022”, remarcó Blatter, aunque dejó en claro que no es algo oficial, ya que esa solución implicará hacer muchos cambios en el calendario de las ligas nacionales. “Se trabaja sobre el calendario internacional. Al principio era posible. Ahora es un poco más difícil. Pero el Mundial es tan importante...”, deslizó el suizo que, de esta manera, dejó entrever que las fechas podrían modificarse.

Hace un mes, el grupo de trabajo de la FIFA creado para diseñar el calendario internacional 2018-2024 ya estudió la posibilidad de que el Mundial de Qatar 2022 no se disputase en el período habitual entre junio y julio y se jugase en enero/febrero o noviembre/diciembre. El grupo de trabajo volverá a reunirse el próximo noviembre para que sus integrantes aporten más información sobre cómo afectaría un cambio de fechas en sus respectivos sectores, y posteriormente celebrará otra reunión en febrero de 2015. Más allá de la decisión final que se tome, está claro que el Mundial de Qatar ya se convirtió en más que un dolor de cabeza para la FIFA y, sobre todo, para Blatter.