Mar 01.09.2015

DEPORTES  › EL FúTBOL ESTADOUNIDENSE, EN LA CIMA DE SU DESARROLLO ECONóMICO Y DEPORTIVO

Relaciones peligrosas en la MLS

Cómo creció el soccer de Estados Unidos en tiempos del polémico dirigente Chuck Blazer, expulsado de la FIFA por recibir sobornos. Las razones que explican el crecimiento de la liga que contrató a Pirlo, Lampard y Kaká y que pide más protagonismo.

› Por Gustavo Veiga

Hace tres meses, el periodista Matt Lichtenstadter se preguntaba: “¿Qué sabía el fútbol de Estados Unidos sobre los sobornos de Chuck Blazer?”. En apariencia, demasiado. Los elogios que le dispensaba el comisionado de la MLS (la liga de EE.UU.), Don Garber, se repetían hasta que se transformó en soplón del FBI: “Es una de las personas más importantes en la historia del fútbol de este país”, decía. Ese reconocimiento lo extendía a “los que están en el negocio” del soccer, como también se lo conoce en Norteamérica. El gordo y barbado Blazer, una especie de Santa Claus que en lugar de regalos llevaba coimas en su bolsa navideña, era parte del jet set de la FIFA antes del escándalo. Se codeaba con Pelé, Platini, Beckenbauer. Pero también con Hillary Clinton y Henry Kissinger. Las imágenes lo documentan. Sonreía para las fotos con el propio Garber. Este le atribuía una influencia superlativa en la casa matriz de la corrupción con sede en Zurich, Suiza.

Todo tiene que ver con todo en la saga maloliente de la FIFA. Pero casi nadie reparó en el mercado interno donde operaba Blazer: el fútbol estadounidense, hoy en la cima de su desarrollo económico y deportivo. Ahí donde todo parece funcionar de maravillas, SUM (Soccer United Marketing), una empresa que depende de Garber, desplazó a la desprestigiada Traffic, de Brasil, involucrada como está en los sobornos que llevaron a prisión a varios dirigentes de la FIFA. Las dos competían en el mismo espacio de la Concacaf. Hoy es evidente cuál salió ganadora en la disputa.

SUM ya tenía una poderosa herramienta comercial en sus manos: los derechos de la selección mexicana. Para que se perciba mejor: sería como si la AFA, por medio de su socia la empresa Santa Mónica, fuera dueña de los derechos del seleccionado brasileño. Blazer o Mister 10 por ciento, como lo llaman porque recibía ese porcentaje de cada contrato que se adjudicaba la Concacaf, era clave en el mundo de los sobornos, transformados en moneda corriente. Un delito transnacional que basó su operatoria en el sistema financiero de Estados Unidos. De ahí que interviene una corte federal de ese país.

La insignificancia que durante décadas se le atribuyó al fútbol de EE.UU. dejó de ser tal. Hoy, ni por su sostenido crecimiento, ni por las corruptelas que confesó su máximo dirigente, su mercado escapa al soborno empresario global. La MLS tiene base en el segundo país del mundo en cantidad de futbolistas, solo ubicado por detrás de China. Su primera Liga, con el recordado ariete del Cosmos de Pelé, fracasó. La que ahora preside Garber, el festejante de Blazer, nació recién en 1996 con apenas diez clubes repartidos en dos conferencias: este y oeste. Un millonario que hizo mucho por su desarrollo, Lamar Hunt, llegó a ser dueño de tres equipos. También tenía intereses en el fútbol americano, el deporte más popular de EE.UU.

El buen papel que cumplió la selección en el Mundial 2002 elevó los índices de popularidad del soccer. Aparecieron más franquicias y después comenzaron a llegar figuras como David Beckham, Thierry Henry, Cuauhtémoc Blanco, el mellizo Guillermo Barros Schelotto y Juan Pablo Angel, entre otros. Ahora el ex futbolista inglés está por levantar un estadio en Miami, para el que ya tiene el apoyo del alcalde, el cubano estadounidense, Tomás Regalado. También compraría un club que jugaría de local en La Pequeña Habana, en la zona del Marlins Park, donde hace de local un equipo de béisbol y los anticastristas de Miami siguen despotricando contra la reanudación de relaciones entre Cuba y EE.UU.

Este fútbol, que iba subiendo escalones mientras su referente cobraba coimas de negociados en la FIFA, empezó a cautivar en el exterior. Manchester City se asoció con los Yanquis de Nueva York, de las grandes ligas de béisbol, y juntos compraron una franquicia que llamaron New York City FC. Ahí juegan el inglés Lampard, el italiano Pirlo y el español David Villa. Los tres integran el ranking de diez jugadores mejores pagos de la MLS, que lidera el brasileño Kaká, de Orlando City, con 7.167.500 dólares. Pirlo es el que cobra menos del top ten: 2.315.694 por temporada. Tres también son los clubes canadienses que compiten en la MLS.

Las reglas económicas de la competencia donde el dinero fluye como manantial son parecidas a las de la NBA. Hay un Draft para elegir jugadores que en 2015 permitió seleccionar a 84. Existe un cupo de 28 integrantes por plantel con una disparidad salarial enorme entre estrellas internacionales y juveniles de las universidades. Lo mínimo que se paga son 50 mil dólares anuales, pero el futbolista debe tener menos de 25 años. Ocho son los refuerzos extranjeros que se permiten por equipo. Y la cotización de la MLS en general, según la revista Forbes, aumentó su valor un 50,7 por ciento en 2015 comparada con la temporada 2013. Pero no todo brilla en la reluciente liga de EE.UU. En 2014, menos de la mitad de las franquicias arrojó superávit.

Los contratos de TV, la construcción de nuevos estadios donde la media de concurrencia orilla los 20 mil espectadores en promedio y los sponsors, que son muchos y muy grandes, convirtieron a la MLS en un negocio que todavía no alcanzó su techo. Coca-Cola difundió en un comunicado oficial declaraciones de Iván Pollard, su vicepresidente senior de Inversiones, Conexiones y Propiedades: “Nos comprometemos al crecimiento del fútbol aquí, en Estados Unidos, y a usar el poder de nuestras marcas para atraer y refrescar a los aficionados en todos los niveles del deporte”, señaló tras la firma de un acuerdo con la MLS y la Federación de Soccer de EE.UU. Es tanta la bonanza que el comisionado Garber se atrevió a decir: “Diría que nos estamos acercando a Conmebol y a los líderes de la Liga MX (mexicana). Me gustaría encontrar maneras de competir, ya sea en torneos oficiales o amistosos”. Su amigo Blazer ya no es el dirigente todopoderoso que elogiaba hasta que se desató el escándalo en la FIFA. Hoy no pasaría inadvertido aunque se disfrazara de Papá Noel para la próxima Navidad.

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