DEPORTES › LA SELECCION GOLEO 5-0 A PANAMA EN CHICAGO Y SE ASEGURO LA CLASIFICACION
El capitán del equipo nacional rompió con tres toques magistrales la monotonía del equipo de Martino, que ganaba gracias a un gol de Otamendi en el arranque pero que no terminaba de encontrarle la vuelta a un rival débil que pegaba más de lo que jugaba. El Kun le bajó el telón.
› Por Facundo Martínez
El partido frente a Panamá debía ser, al menos en los papeles, un trámite simple para la Selección. Sin embargo, no lo fue sino hasta la segunda parte, cuando el Tata Martino se aburrió de la monotonía y para alivio de todos hizo debutar a Lionel Messi en la Copa América Centenario. Argentina ya ganaba 1-0, con un gol de Nico Otamendi y había perdido a Di María, por lesión; y a poco de ingresar, el crack del Barcelona aprovechó una falla defensiva del rival para definir de zurda contra el primer palo para cantar el 2-0 y, diez minutos más tarde, con un buen remate puso el 3-0 y luego el 4-0. El Kun Agüero, habilitado por Rojo, tras un pase de Lio, puso el 5-0 final.
Más o menos buenos fueron los primeros minutos de la Selección, que eligió jugar la pelota con seguridad la pelota y por esa vía no tardó en arcecarse al arco de Penedo. La superioridad insinuada en el arranque tuvo su correlato en el marcador cuando, a los 6 minutos, en una jugada de tiro libre, ejecutada por Di María, que puso la pelota en el corazón del área rival, Otamendi pasó entre los centrales panameños y clavó un cabezazo perfecto para abrir la cuenta.
Panamá reaccionó rápido y, con más fuerza que ideas, intentó arrinconar a la Argentina, que se vio sorprendida y, por momentos, perdió el control de la situación. El partido se volvió trabajado, con mucho roce en la zona de volantes. Y en la Selección no terminaban de aparecer Banega ni Fernández, y entonces los ataques se limitaban a un solitario Higuaín, o a lo que entre Di María y Rojo se animaban a generar por la izquierda.
Panamá fue creciendo en base a sus jugadas de pelota parada y a algunas salidas en falso de Romero, que le daban algo de crédito a la búsqueda desordenada de los centroamericanos. Tanto y tan torpemente pegaron los panameños que no extrañó que a los 31, el árbitro salvadoreño echara a Godoy, por doble amilla, tras un manotazo en la cara de Gaitán.
El entrenador Bolillo Gómez tuvo que cambiar y reagrupar sus líneas defensivas y entonces la Selección tuvo la excusa para volver a la carga, aprovechando los espacios que se le generaban. En uno de esos ataques, Di María acusó un pinchazo y debió dejar la cancha, reemplazado por Lamela.
En la segunda parte, la Selección continuó manejando la pelota y dominando el mediocampo a gusto. Sin embargo, su primera oportunidad clara para estirar la ventaja llegó de contragolpe, a los 54, pero Higuaín, en la primera que tuvo en el partido, definió mal y se le fue afuera. La Selección necesitaba algo más, necesitaba a Messi, a quien el entrenador mandó a la cancha para jugar los últimos 30 minutos. Con él dirigendo la batuta, Argentina comenzó a inclinar la cancha. Se lo perdió Lamela, tras un buen pase de Banega, y no terminaban de asimilar el susto los panameños cuando Lio aprovechó un rebote tras una mala salida de los centrales rivales para poner el 2-0. Con el envión, otra vez Messi, a los 78, estiró la ventaja con un remate de tiro libre, colocando la pelota sobre el primer palo, cerca del ángulo del arco de Penedo. Fue demasiado para Panamá, que se desdibujó definitivamente. Sobre el final, otra vez Messi, a los 84, y luego Agüero, a los 89, estiraron la diferencia para el delirio de un estadio que con una gran ovación reconoció la supremacía del genio rosarino.
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