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Por Ralf Krueger

A menos de una semana de que la FIFA decida en Zurich el nombre del país organizador, Sudáfrica sueña ya con el Mundial 2010. “La concesión del Mundial sería el mayor regalo que podría hacernos la FIFA en el décimo año de nuestra democracia”, opinó el director de la Comisión de la candidatura, Danny Jordaan.
Sudáfrica está luchando desde hace ya siete años por el Mundial (y ha gastado en ese empeño casi 300 millones de dólares), y perdió por muy escaso margen el Mundial 2006. “En aquel entonces se nos partió el corazón, pero seguimos con valentía nuestro camino. Una nueva derrota sería para nosotros un enorme revés”, admitió Jordaan. En caso de que Sudáfrica sea la elegida, quiere mostrar al mundo que los africanos pueden organizar fútbol de clase mundial.
Siguiendo el modelo alemán, la venta de entradas para africanos prevé precios moderados. Jordaan afirma: “El fútbol es por mucho el mayor deporte en Africa, donde hay 2,5 millones de jugadores. Sería absurdo que tuviéramos en Africa el primer Mundial de fútbol en 100 años y los africanos no puedan adquirir siquiera las entradas”. Sin embargo, podrá alcanzarse la suma de ingresos de 3250 millones de dólares, fijada por la FIFA como condición.
En caso de resultar elegida, Sudáfrica confía en la creación de 156 mil puestos de trabajo, así como en importantes impulsos para el turismo y la unidad nacional del joven Estado nacido tras el apartheid.
Desde el punto de vista técnico, Sudáfrica dispone de 13 estadios bien acondicionados. Los cuatro mayores se hallan en el Gran Johannesburgo y Pretoria. “Así como el Mundial de Alemania simboliza tecnología y eficiencia, el de Sudáfrica simbolizará la pasión y la espontaneidad de nuestros pueblos”, prometió Jordaan.