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Muestra, que algo quedará
Por Diego Bonadeo
“Miente, miente, miente... que algo quedará”, dicen que decía aquel inteligentemente perverso aserto goebbelsiano, que signó gran parte de la propaganda nazi, en los terribles tiempos del “prohibido pensar diferente”. De manera mucho más incruenta, pero nociva al fin, la caja boba de la televisión –que no necesariamente es la televisión– aquí y allá, entre nosotros y entre “ellos”, se encarga insistentemente en una especie de “muestra lo que sea, muestra lo que sea, muestra lo que sea... que algo quedará”.
Y el fútbol televisado resulta el vehículo ideal para los mostradores de lo que sea para que algo quede. De tanto mostrar, interlocutar, en fin, sobredimensionar, a quienes no son los protagonistas centrales del juego –dirigentes, entrenadores, árbitros, periodistas, intermediarios y otros merodeadores diversos–, éstos van sacándole lustre a la chapa, y de periféricos se vuelven centrales.
A la mamá del referí Horacio Elizondo, protagonista de un comercial años atrás, se sumaron muchos otros, como la dupla entrenador-periodista integrada por Carlos Bianchi y Juan Pablo Varsky en un aviso de la empresa multinacional Banco de Galicia; el ignoto masajista Galíndez, recomendando no en este caso bidones con vomitivos sino un producto –no importa demasiado si gasificado o no– de Villavicencio, y en estos días el árbitro Héctor Baldassi quien, exhibiendo un teléfono celular en una mano y una tarjeta roja en la otra, insta en un cartel de vía publica a comunicarse con su familia con la leyenda “acordate de tu mamá y no de la mía”.
Falta solamente que el barrabrava de Boca, Rafael Di Zeo, aparezca aconsejando como buena la marca de las sábanas que entrelazó para escaparse, descolgándose desde un balcón y profugarse así de la Justicia.