ECONOMíA › NUEVO RECORD DEL PETROLEO: EL BARRIL DE WTI SUPERO LOS 50 DOLARES
Una corrida con sobrados motivos
Auguran el fin de la era del crudo barato.Temores por los efectos macro a nivel mundial. La especulación de los poderosos.
Por Claudio Scaletta
El precio del petróleo superó los 50 dólares el barril, un record absoluto en términos nominales. Según algunos especialistas existiría una corrida especulativa montada sobre una suma de factores geopolíticos y hasta meteorológicos de corto plazo. Para los más pesimistas, en cambio, se trata del comienzo del fin de una era. El dato básico es el mismo para los dos análisis: la época del petróleo barato parece haber llegado a su fin. El riesgo es que la escasez y los mayores precios constituyan un freno para la evolución de la economía mundial.
El traspaso de la marca de los 50 dólares se produjo ayer en Nueva York en las operaciones electrónicas posteriores al cierre del mercado. Fue luego de haber cerrado a 49,64 dólares el barril, el nivel nominal más alto desde que existe este mercado, es decir, de los últimos 21 años. La cotización, que significó una suba del 1,5 por ciento respecto del pasado viernes, corresponde al crudo WTI de referencia al mercado argentino. Si bien el valor es un record nominal, no lo es en términos reales. Los especialistas estiman que 50 dólares de 2004 representan alrededor del 70 por ciento del precio alcanzado durante la crisis de 1973.
La explicación principal escuchada ayer fue la inestabilidad de Nigeria, uno de los integrantes de la OPEP y el principal proveedor africano. La semana pasada, en cambio, el tema central fue la disminución de la producción en el golfo de México por efecto del huracán Jeanne. Antes había sido el aumento de la demanda china en el mercado mundial, tras los anuncios de disminución de ventas de la petrolera rusa Yukos. Como se ve, todos los conflictos presionan sobre las cotizaciones. Sin embargo, el impulso más fuerte y permanente fue la invasión a Irak. Desde entonces, el crudo no dejó de subir.
Para algunos analistas, estas cuestiones, si bien no dejan de tener una significación real sobre las cotizaciones, representan fenómenos coyunturales que se retroalimentan en la propia disputa. Por eso, la invasión a Irak es concebida más como una guerra del petróleo que como una conflagración antiterrorista. Desde esta perspectiva, se trata de fenómenos que potencian la especulación de los mercados, pero la explicación de base es más estructural. La producción de petróleo se encuentra relativamente estancada y las nuevas explotaciones son cada vez más caras. En los primeros meses de este año salió a la luz que la petrolera angloholandesa Shell había mentido sobre la magnitud de sus reservas, las que finalmente resultaron ser un 23 por ciento menores a las declaradas.
Desde hace más de 30 años no se descubre ningún megayacimiento. Muchas cuencas importantes ya se encuentran “maduras”, es decir, no puede esperarse de ellas aumentos de la producción. No solo sucede en el Mar del Norte, sino también en Arabia Saudita. Durante algunos momentos de 2003, Rusia le arrebató al reino petrolero el cetro de primer productor mundial. Mientras tanto, el crecimiento de la economía global, lento pero sostenido, demanda cada vez más energía.
Y si el precio finalmente determinado por las explotaciones menos productivas, según se deriva de la teoría de los rendimientos marginales decrecientes, algunas muestras de nuevas explotaciones bastan para confirmar la afirmación de que “la era del petróleo barato llegó a su fin”. Ejemplo de ello son las perforaciones cada vez más profundas en el Caribe, la extracción de las arenas alquitranadas del río Athabasca, en el estado de Alberta, Canadá, o del petróleo pesado que en Venezuela se extrae de la Faja del Orinoco.
Mientras tanto, también perdió vigencia la máxima de que el “petróleo que está bajo tierra no vale nada”. Estados Unidos posee en Alaska y Canadá inmensas reservas que, por ahora, no tiene previsto explotar. Incluso, si se siguen las declaraciones de la Casa Blanca de ayer, Washington tampoco piensa en utilizar sus reservas estratégicas para influir sobre los cotizaciones. Scott McClellan, vocero de George Bush, sostuvo que lareserva “no debería ser utilizada para manipular precios o para objetivos políticos”.