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El “nuevo” Guillermo Coria se prepara con psicólogo y vitaminas

En Barcelona, el tenista argentino se repone de su lesión en un hombro y sueña con volver a jugar en el Masters de Houston.

Por Sebastián Fest
Desde Barcelona

Cuando Guillermo Coria regrese al circuito ya no será el mismo. Habrá un “nuevo” Coria, un Coria que ahora cree en la psicología, que sabe que su cuerpo no puede vivir sólo de la naturaleza y que admite errores y excesos. Una estrella del deporte en plena autocrítica y cambio de rumbo. “Todo este tiempo parado me sirvió para analizar lo que hice bien y lo que hice mal, tanto con mi cuerpo como con mi tenis”, asegura el número cinco del mundo.
Operado de una lesión en el hombro derecho, Coria vive desde principios de septiembre junto a su esposa Carla en la capital catalana. Ocupa sus horas en dolorosos ejercicios de rehabilitación, en recuperar su forma física y en entender por qué sucedió lo que sucedió.
Arrasador en la primera parte del año, alternó triunfos y lesiones, desde cólicos renales hasta problemas en los abdominales y los aductores. Tuvo dos “match points” para ganar Roland Garros, pero terminó sucumbiendo ante Gastón Gaudio y, sobre todo, ante los nervios y la presión que se autoimpone.
“Uno tiene que aceptar lo que pasó, por algo es. Creo que si mañana me llega a tocar ganar Roland Garros u otros Grand Slam lo voy a disfrutar diez veces más que de haberlo ganado este año. Hay que seguir trabajando y mejorar lo que falta”, dice el tenista.
“Lo que falta” pasa por muchos aspectos. Uno está en la cabeza, y para ello cuenta con un psicólogo argentino, Leo, que comparte con el chileno Nicolás Massú. Hasta hace poco asociaba el ir a un psicólogo con estar loco. “Estoy trabajando, pero más que nada no para controlar los problemas que tengo, sino para controlar los nervios y la respiración. Por no estar seguro de mi físico culpé de todo a los nervios. Pasan un montón de cosas: no sólo en la cabeza, si estoy loco o no, si estoy depresivo o no. Lo que pasó es que la bronca que tenía dentro me jugó en contra. Pero todo lo que viví me sirve de experiencia, y estoy seguro de que no me va a pasar más.”
Mantuvo encuentros intensivos con su psicólogo en Buenos Aires y ahora sigue la terapia por teléfono. “Lo bueno es que no es del ambiente del tenis, también podemos hablar de otras cosas.”
Otra asignatura pendiente de Coria pasa por lo físico. Angel Ruiz Cotorro, el jefe médico de la Federación Española de Tenis (RFET), está más que contento con los progresos de su paciente. “Guillermo va entre dos y tres semanas adelantado en su proceso de recuperación –cuenta el médico–. Y vamos a trabajar mucho en crear una base física que evite que la historia de lesiones se repita. Lo que estamos haciendo es muy poco habitual en el tenis, porque nunca se tiene tanto tiempo para trabajar con tranquilidad.”
Coria confía casi ciegamente en el español, tanto que aceptó terminar con su política de no tomar “ni una aspirina”. Golpeado hace tres años con una sanción por doping involuntario tras consumir un suplemento vitamínico contaminado con nandrolona, Coria tomó en su momento la drástica e inusual decisión de vivir sin ningún tipo de vitamina extra. La decisión le pasó factura este año, porque en el alto rendimiento deportivo es impensable sostener una carrera con semejante política. “Voy a tomar hierro o vitamina C, magnesio... Lo que me haga falta según lo que digan los análisis de sangre que voy a hacer estos días. Quizás también tome alguna bebida que me permita recuperar...”
También anuncia un posible juicio a la ATP. “Primero quiero solucionar lo que está en marcha con el laboratorio que vendió las pastillas que tomé. Eso va bien. Pero los que están arriba en la ATP, Mark Miles y Richard Ings, nunca se acercaron a decirme que por ahí yo tenía razón. Desconfiaron, mintieron, todo. En el juicio fue como si se me rieran en la cara.”
Critica a aquellos que minimizan la importancia de los Juegos Olímpicos –“no tienen que opinar por los demás, que hablen sólo por ellos”– y sigue lamentando no haber estado en Atenas 2004. “Tener una medalla de oro en Pekín 2008 o ganar la Davis lo cambio por todo.”
La Copa Davis, eje de una fuerte polémica este año en Argentina tras firmar los 14 mejores jugadores una carta que desembocó en la renuncia del capitán, es una obsesión para Coria. Y cree que también ahí se pueden hacer las cosas mucho mejor que hasta ahora.
“Sería bueno que todo esté bien organizado, que los jugadores y el cuerpo técnico se ocupen sólo de lo que tienen que hacer, que cobren en tiempo y forma y que no se esté desconfiando de la Asociación (Argentina de Tenis). Todos tenemos un poco de culpa. Tenemos que organizarnos, también los jugadores tenemos que cambiar cosas. Sentarnos y hablar, que no porque uno tenga mejor ranking pretenda cobrar más que otro.”
Coria responde rápido cuando se le dice que da la impresión de no ser el más querido entre los jugadores argentinos. “No, no. Y Nalbandian tampoco. En el circuito tenemos una buena relación. Es imposible estar peleado con alguien al que ves más que a tu mamá o tu papá.”
Y, en tren de cambios, anuncia uno más: ya no protagonizará estallidos de furia en plena cancha cuando no esté de acuerdo con un fallo de los jueces. “Me caliento demasiado, lo reconozco y estoy trabajando en eso, porque hay mucha gente que te está viendo. Trabajo mucho para estar más tranquilo dentro de la cancha, para disfrutar más lo que estoy haciendo.”

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Guillermo Coria de civil, una imagen que perdurará un tiempo más.
 
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