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Bicicleta turca y menemismo deportivo
- El delantero turco Ilhan Mansiz encontró la ola perfecta con que sueñan los surfers, la ballena blanca de los narradores: le hizo una bicicleta a Roberto Carlos, casi entrando al área, como si hubiese estado jugando un picado en Burzaco. El turco, que en realidad parece de Burzaco, hizo la jugada que los futbolmaníacos reclamaban al final del partido que su equipo perdió por dos a uno ante Brasil. Del partido que el árbitro Young Joo Kim le hizo ganar a Brasil, cobrando un penal inexistente cuando faltaban tres minutos para el final. Los futbolmaníacos –que saben que a Brasil, Italia o Alemania difícilmente le cobren un penal así en contra– andan pasando de boca en boca el santo y seña de la jugada que inventó Mansiz, que había ingresado por Bulent Korkmaz, con el número 17, que ahora les cae simpático. Fue sobre la derecha, en diagonal al arco. El turco amagó tirarla hacia adentro del área y encontró el medio metro que necesitaba para levantar la pelota a sus espaldas con la pierna derecha, taquearla con la izquierda por sobre su cuerpo y el de Roberto Carlos, bajarla, y encarar. Roberto Carlos, que había quedado como turco en la neblina, lo bajó de un guadañazo y la jugada terminó allí, pero la secta la recordará por años.
Que un jugador suplente de Turquía humille al que tal vez sea el mejor marcador de punta del mundo, en un momento caliente de un partido que su equipo va perdiendo, es un gesto a la vez heroico y necesario. Los futbolmaníacos se prometieron seguir de aquí en más la carrera de ese turco atorrante (aunque nada que ver con Mohamed y García, turcos de Huracán), que es un crédito del equipo de Besiktas. Hasta la bicicleta turca estaban encantados con una falsa bicicleta, al estilo Lobo Fischer, de Ronaldo, que terminó en un gran centro que Rivaldo cabeceó al gol, y el arquero carapintada Rüstü Recber atajó volviendo sobre sus pasos. Eso para no hablar del perfecto pase hacia atrás de Totti, en el primer gol de Vieri, en el triunfo de Italia ante Ecuador. Ni de la corrida de Vieri, que tiene por apodo Bobo pero ni un rizo de tonto, en el segundo gol. Bobo significa “Grande” en el dialecto de la región italiana donde nació ese centrodelantero con el que mejor no encontrarse. ¿Vieron ayer los enganches, las pisadas, los amagues, las gambetas del 11 de Costa Rica, Ronald Gómez? Ante los chinos parecía Garrincha en el ‘62. Pero ante los chinos.
- Los futbolmaníacos imaginan que Fernando Niembro hubiese deplorado la jugada de Mansiz, porque se ha convertido en cruzado de una concepción ridícula del fútbol, según la cual la belleza molesta y el mejor ataque no es atacar. El otro día, en su tarea de alentar al equipo argentino en lugar de comentar los partidos que disputa, pidió el ingreso del Turco Husain, luego del gol de Batistuta. El entrenador Marcelo Bielsa le dio una lección, sin proponérselo ni haberlo escuchado: sus tres cambios fueron jugadores de ataque, y el resultado cualitativo más que elocuente. Argentina mantuvo a raya a Nigeria atacando, presionando sobre su salida, imponiendo su mejor técnica, como se debe. En el transcurso del partido, Niembro, que es hincha de Nueva Chicago, no tuvo más remedio que elogiar a Jay Jay Okocha, después de una jugada notable que terminó con un disparo cruzado de zurda, que derivó en la única atajada importante de Cavallero. Niembro odia en un silencio larvado a los Okocha del mundo, esos jugadores capaces de improvisar y equivocarse en un deporte que nunca deja de ser un juego. Venera en cambio a los robóticos, los obedientes, los previsibles. Eso cuando los conoce, lo que no pasa tan seguido cuando se trata de fútbol internacional. El día del comienzo del Mundial, por ejemplo, dijo al promediar el partido que Senegal era un conjunto de amateurs. Un rato antes, su adláter e ideólogo, Carlos Bilardo, había señalado que seguramente los senegaleses estaban más preocupados porsacarse fotos con los jugadores de Francia que por ganarles. Senegal ganó. Cuando un periodista de un diario de derecha se atrevió a consignar dos días después la gaffe del lobbista de T yC, Niembro se tomó el trabajo de contestarle desde Japón. Estaba tan ofuscado el socio de Marcelo Araujo en el negocio de una Escuela de Periodismo Deportivo (¿de Menemismo Deportivo?) que llegó con facilidad al insulto, dándole publicidad a su propia metida de pata. ¿Qué hubiese contestado si alguien, de puro memorioso, hubiese recordado que Niembro anunció el indulto a los militares genocidas, cuando era el vocero de Carlos Menem, en el momento en que los ‘80 se convertían en los ‘90? ¿Qué hubiese dicho si alguien recordaba al honorable público que fue apartado del cargo luego de que se hicieran públicas una curiosas triangulaciones entre la publicidad oficial, algunos medios y la agencia de publicidad de que era dueño, en sociedad, otra vez, con Araujo?