Marcelo Sánchez es cordobés; Lucas Moreno es salteño. Tienen 37 y 20 años, respectivamente. Son dos de los argentinos que correrán el Dakar en moto. Algunos de sus rivales van a la aventura. Ellos, no tanto. Algo parecido a un ejército los seguirá detrás. Los perseguirán dos camiones Atego 1418 transformados como motorhomes, con un total de 22 camas, con sus respectivas duchas y baños, cocinas, heladeras, escritorio con Internet y hasta cama de hielo para recuperación de los pilotos después de cada jornada. Ambos vehículos están también equipados con depósitos de agua con capacidad de 600 litros cada uno y sus respectivos equipos de aire acondicionado. Grupos electrógenos independientes y propios suministran la energía para el funcionamiento de todos los dispositivos de cada unidad. Un tercer camión funcionará como taller móvil, completamente equipado, con otro grupo electrógeno propio, banco de trabajo y un total aproximado de tres toneladas de carga en herramientas y repuestos. La logística de apoyo a Sánchez y Moreno se completa con tres camionetas Toyota y una S10 doble cabina 4x4, más un staff de 30 personas, entre mecánicos, médicos, chefs, fisioterapeuta, preparador físico y asistentes. Tener sponsors (en este caso el agua mineral salteña Palau) hace la diferencia.