Miércoles, 27 de abril de 2011 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Facundo Sava *
Al explicar su salida como entrenador de San Lorenzo, Ramón Díaz afirmó que lo más justo era que él asumiera toda la responsabilidad por los malos resultados del equipo: “Fallamos nosotros”, contó, contando en el “nosotros” a los integrantes de su cuerpo técnico. “Tuvimos cuatro oportunidades y las perdí yo. Los jugadores dieron todo, son de mucha categoría”, agregó. A su turno, el presidente Carlos Abdo sumó otra mirada: “Hay jugadores que no están motivados, a los que les falta reacción, hay que hablar con ellos porque son los que tenemos”.
En el fútbol es muy común que los entrenadores asuman la culpa o la responsabilidad cuando se pierde un partido. Y, en sentido contrario, también es común que les adjudiquen los méritos solamente a los jugadores cuando la cosecha es una victoria: esfuerzo, gloria y demás flores de ocasión.
A mi modo de entender es un error. Durante mi etapa como jugador, nunca me gustó escuchar esta clase de declaraciones de los técnicos. En el caso de la derrota, y aunque sin mala intención, nos restaba responsabilidades. Y eso era justamente lo que yo más quería: sentirme importante, que lo que yo hacía dentro del campo tuviera valor aun equivocándome.
Eximir al jugador de toda responsabilidad en una derrota es ubicarlo inexorablemente en un segundo plano. Ramón Díaz también comentó que, con su cuerpo técnico, no tuvo recursos para salir de esa situación. Eso, reconocer las limitaciones, está bien: ser DT requiere de capacitarse todo el tiempo y seguro que esta experiencia le servirá para crecer.
¿Y los jugadores? Si ven que un entrenador no puede o no sabe o lo que fuere, a partir de la experiencia, de las situaciones que han vivido en sus carreras, deben involucrarse, intentar resolver los conflictos o los problemas que superan al DT. Hay muchas formas de hacerlo: hablar es la primera. Reconocer, a través del diálogo, cuáles son los errores. Hablar solamente entre los jugadores, si el entrenador no está abierto al diálogo, o involucrarlo si lo está, incentivar su participación.
Respecto de lo que dijo Abdo: ¿qué es la motivación? ¿Cómo se logra? ¿Cuáles son las mejores formas para motivar al jugador? Existen también muchas formas: puede ser externa, a través de un premio; y puede ser interna, encontrar espacios donde el jugador pueda tomar decisiones, pensar formas de juego, estudiar al rival, proponer entrenamientos, expresar sus sentimientos.
En fin, que pueda reconocer errores y virtudes y que tenga libertad para crear, que pueda debatir sobre cualquier cuestión. Todas estas situaciones van a llevar al jugador a sentirse escuchado, comprometido con un sistema de juego, responsable, protagonista; aumentará el nivel de concentración, ya que fue y será actor principal de cualquier decisión, se sentirá más seguro dentro de la cancha y conocerá más a sus compañeros. Son múltiples beneficios que, si no existen, hacen que el jugador esté dibujado afuera y pintado adentro de la cancha.
Esto requiere de un trabajo personal del entrenador. Como primera instancia tiene la necesidad de conocerse y trabajarse a sí mismo, la obligación de ser muy seguro de sí mismo, capacitarse con cursos de conducción de grupo y coaching, leyendo o estudiando todo lo referido a la parte psicológica grupal e individual. Para ser un buen entrenador, necesariamente debe sentirse preparado para lograr todas estas cuestiones.
* Ex futbolista, entrenador.
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