Dante Panzeri hubiera definido el actual escenario futbolístico con una de sus máximas: “Ojos vacíos en el negocio de llenar los ojos”, como escribió en Burguesía y gangsterismo en el deporte, publicado en octubre de 1974. En un capítulo de su libro titulado así, sostenía que “el fútbol es un comercio de fervores sentimentales y no una industria de manufactura deshumanizada, como pretenden ciertos pragmatistas que se autotitulan dirigentes con sentido empresario”.

En el mismo texto describía que “en el Campeonato Metropolitano de 1973 se batieron todos los records hasta ahora conocidos en vaciamientos de estadios de fútbol. Se vendieron 1.964.376 entradas en 272 partidos, lo que indica que pagaron entrada solamente 7211 personas por partido”. Nostálgico, el periodista añoraba las concurrencias de mediados de los años ’50. Y ponía como ejemplo el torneo de 1954, en que se alcanzó el promedio máximo de venta, con 15.056 boletos. También colocaba los hechos en contexto cuando decía que en el ’73 la Argentina tenía 24 millones de habitantes y veinte años antes, 16 millones.

El último promedio disponible del que se tienen cifras oficiales corresponde a la temporada 2012/2013 de Primera División. Arroja 3415 entradas vendidas por partido, sin contar las plateas. Nuestra población es ahora de 40 millones de habitantes. La asistencia de público viene en baja en las últimas diez temporadas. Las tribunas están cada vez más vacías por un combo de problemas y medidas para paliar esos problemas de dudosa eficacia y discutible aplicabilidad.