Martes, 18 de febrero de 2014 | Hoy
EL MUNDO › TRAS LA SALIDA DE LETTA, EL DIRIGENTE DE CENTROIZQUIERDA TENDRá QUE FORMAR GOBIERNO
Matteo Renzi, de 39 años, deberá ponerse de acuerdo con sus eventuales aliados para llevar adelante su programa de reformas. El Nuevo Centro Derecha (partido de los que abandonaron a Berlusconi) está dispuesto a negociar.
Por Elena Llorente
Matteo Renzi, 39 años recién cumplidos, el más joven político italiano que haya jamás llegado a ser primer ministro, recibió ayer su encargo de manos de uno de los políticos más ancianos que todavía estén en actividad en la península, el presidente Giorgio Napolitano, de 88 años. El joven, emprendedor y “apurado” Renzi –como lo han definido algunos diarios europeos–, secretario además del partido de centroizquierda que tiene la mayoría relativa en el Parlamento, el Partido Democrático (PD), aceptó “con reservas” como prevé la tradición en Italia. Porque antes de decir “sí, acepto definitivamente”, está por verse si puede, aunque todo hace pensar que sí. Es decir, debe hacer una serie de consultas oficiales y oficiosas, que comenzará hoy, con sus eventuales aliados. Porque de hecho su partido no cuenta con los números en el Parlamento como para hacer aprobar todas las leyes y reformas que son necesarias, según el mismo Renzi, para sacar al país del pantano.
“Aseguro al presidente de la República, a las fuerzas políticas y a los italianos que están asistiendo a esta crisis de gobierno, que pondré todo el coraje, el entusiasmo y la energía para salir de la emergencia de mi generación, que es aquella del trabajo y de la resignación”, dijo Renzi al terminar el encuentro con Napolitano. Y como para dar muestra de su urgencia, agregó que su programa prevé antes de fines de febrero, es decir en diez días, trabajar sobre las reformas constitucionales y electorales y después, en marzo, abordar las cuestiones relativas al mundo del trabajo; en abril, la reforma de la administración pública; y en mayo, la reforma del fisco. En sustancia, una reforma al mes, cosa que –en un país como Italia donde reina la burocracia– muchos consideran más una expresión de deseos que una cuestión viable.
En cuanto a las reformas constitucionales, Renzi ha presentado un proyecto de disminución de los miembros del Senado, que prácticamente quedaría reducido a la mitad (150 miembros) y cuyos integrantes futuros serían intendentes y presidentes de regiones sin una serie de privilegios que hoy tienen los 315 senadores existentes. Esto significaría, entre otras cosas, un gran ahorro para el Estado.
De la reforma electoral se viene hablando insistentemente y al parecer ya estaría prácticamente elaborada una nueva ley, criticada por los partidos menores, porque esencialmente garantizaría la bipolaridad, es decir la supervivencia de los más grandes. Renzi ha conseguido el apoyo de otros partidos para este proyecto, entre ellos de Forza Italia, del polémico Silvio Berlusconi. Pero lo que dará que hablar y será una de las reformas más difíciles es la referida al mundo del trabajo. Con una desocupación juvenil que llega casi al 40 por ciento, mientras el desempleo general supera el 11 por ciento, algunas reformas podrían actuar como estímulo para incrementar el empleo. Un ejemplo es la disminución de los impuestos que pagan tanto las empresas por cada trabajador como los que pagan los propios trabajadores al Estado, que en este momento superan el 30/35 por ciento del salario. También se habla de cambiar los contratos de trabajo para hacerlos más flexibles y así facilitar las incorporaciones. Los sindicatos miran con atención todos estos proyectos, pero no dejan de ser pesimistas.
Pero para que este programa pueda ser puesto en práctica, Renzi primero que nada deberá ponerse de acuerdo con sus eventuales aliados. Alianzas con otros partidos de izquierda, como Izquierda, Ecología y Libertad, ya fueron descartadas por su propio líder, Nichi Vendola. Los demás partidos de izquierda son tan minoritarios que no podrían ayudar a cambiar los números en el Parlamento, que es lo que necesita Renzi. El Nuevo Centro Derecha (NCD), el partido de los que abandonaron a Berlusconi, está dispuesto a formar parte del nuevo gobierno como lo fueron del precedente, con Enrico Letta. Ahora se trata de un nuevo gobierno de emergencia, en el que el centroizquierda y el centroderecha estarían aliados nuevamente porque no queda más remedio, se dice, para ayudar al país. El líder de NDC y ex ministro del Interior con Letta, Angelino Alfano, ha subrayado que quiere todo muy claro, negro sobre blanco, para que no haya confusión y la clase media, a la que ellos dicen defender, sea un punto central en el programa. El encuentro con el líder de NCD promete ser el más arduo. Y si no hay acuerdo, no quedaría más remedio que ir a elecciones, dicen los analistas.
“La duración del Ejecutivo depende de Angelino Alfano –comentó el presidente de la región Sicilia, Rosario Crocetta–. El debe decidir si quiere estar en un gobierno antiberlusconiano para hundir a Berlusconi o si piensa cantarle el magnificat al Cavaliere dentro de un año”. Los insultos que se lanzaron uno al otro este fin de semana, Berlusconi, que llamó “idiotas útiles” a los de NDC, y Alfano, que devolvió el insulto llamando “idiotas inútiles” a los colaboradores de Il Cavaliere, hacen pensar que, por ahora, la vieja amistad se ha roto.
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