El magnífico escenario en el que la Selección hará su debut en la Copa del Mundo fue construido para el Mundial de 1950. Se inauguró con una goleada de Brasil por 4-0 sobre México, pero en el recuerdo quedó grabada a fuego la histórica derrota de Brasil en la final frente a Uruguay por 2-1, jornada que recibió el nombre de Maracanazo. Que no se repita esa historia es la mayor preocupación de los brasileños, que sueñan con quitarse la espina clavada hace 64 años por el equipo comandado por Varela, el Negro Jefe.

En este estadio, ubicado a escasos metros de la Universidad del Estado de Río de Janerio (UERJ), a unos 5 kilómetros del centro de la ciudad, además del partido de la Selección ante Bosnia, se enfrentarán España con Chile, Bélgica con Rusia, Ecuador con Francia, un partido de octavos de final, un partido de cuartos de final y el partido que el 13 de julio definirá al campeón del mundo.

En las páginas de la mítica historia del Maracaná, cuyo verdadero nombre es Estadio Jornalista Mario Filho, en honor a un famoso periodista deportivo brasileño, se cuenta el primer gol de Pelé con la verdeamarelha, y también su famoso gol número 1000. Y el hecho de haber albergado alguna vez 200 mil espectadores, lo que le valió la consideración de ser el estadio mais grande do mundo, que en realidad debe decirse: o maior do mundo.

Tras la remodelación para esta Copa del Mundo, que incluyó la demolición y reconstrucción del anillo inferior, la instalación de un techo nuevo, la instalación de 10.000 plateas preferenciales y espacios destinados a restaurantes, su capacidad se redujo a poco más de 73 mil espectadores. Lo único que permanece inalterable en este estadio en el que suelen jugar Flamengo, Botafogo, Vasco y Fluminense es su fachada, declarada Patrimonio Histórico de la ciudad.