DEPORTES • SUBNOTA › EN MINAS GERAIS
› Por Facundo Martínez
Desde Belo Horizonte
La ciudad sede de Belo Horizonte, donde hoy la Selección jugará su segundo partido mundialista, es en la actualidad una de las principales ciudades de Brasil y una de las cinco más ricas. La cultura, la buena música, la gastronomía, la bohemia y el arte, todo tiene su lugar. Dentro de un amplio abanico de opciones de entretenimiento se destacan los recorridos por los bares de la ciudad, que es una de las cartas fuertes que ofrece BH para la vida nocturna. De ahí la consideración de que la capital del estado de Mina Gerais es “la capital mundial de los botecos (bares)”.
Los bares no son como los de Buenos Aires, son mucho más pequeños y se concentran en su mayoría en el barrio de Savassi. Los hinchas argentinos que arribaron ya a BH los conocieron durante la tarde y la noche del jueves. Jóvenes, adultos, familias, nadie quiso perderse la concentración espontánea de hinchas nacionales que saltaron y cantaron por la Selección, compartiendo la velada con centenares de brasileños, hasta entrada la madrugada.
El ex ministro de Salud, Ginés González García, caminaba cerveza en mano por la peatonal, acompañado por un grupo de amigos. El mediático Matías Alé se presentaba, sonrisa abierta, extendiendo su mano y saludando uno por uno a sus compatriotas, que le pedían alguna foto y él accedía como quien paga un tributo a la popularidad.
Cantitos de cancha, algunos insultos, y la misma idea de que los argentinos son locales en todas partes y copan las paradas, incluso aquí en Brasil, fueron las constantes de la noche.
La misma peatonal que por la tarde había sido escenario de reunión e intercambio cultural entre turistas de las más variadas nacionalidades, que acudieron a Savassi para ver los partidos en los televisores de los bares y cafeterías, por la noche se convirtió en una aglomeración de jóvenes exaltados por el alcohol, algún que otro ebrio tambaleante, custodiados todos a la distancia por el Batallón de la Copa de la Policía Militar de Minas, encargado de la seguridad en esta sede mundialista.
Entre la euforia, los saltos, los abrazos y los diálogos al paso, corrían litros y litros de cerveza que salían de los bares y de los carritos de vendedores ambulantes, a razón de 5 reales la lata (25 pesos), la noche se fue degradando irremediablemente y perdiendo su encanto. Por las bellas veredas de piedras portuguesas, corrían ríos de orina y un aroma concentrado y desagradable. Pero a nadie parecía importarle demasiado. Incluso para los locales, el espectáculo era novedoso y animado.
Pero no todo pasa por Savassi. BH ofrece varias otras opciones para todos los gustos y bolsillos. Desde pubs hasta boliches bailables donde la música es interpretada por bandas en vivo. Una de las opciones es el barrio de Santa Teresa, una suerte de San Telmo, pero a mayor escala, muy similar a los Arcos de Lapa, en Río de Janeiro; aquí acude la bohemia minera, los intelectuales y los artistas, y la música popular brasileña tiene su lugar de privilegio.
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