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Malevos que ya no son
› Por Diego Bonadeo
Verea, Norberto, alias “El Ruso”, entrañable amigo, fana de Independiente y de Manchester United, lector de Cioran, admirador de Hugo Gatti y de Motorhead, dicen que también filósofo de Wilde, insiste con sabio empecinamiento que los campeonatos de hinchadas no existen. Y anteanoche, el arrugue de los organismos de seguridad ante los embates de los clubes atados a los horarios de sponsors y corporaciones televisivas, los de Boca y los de River, esta vez de verdad, pudieron cantar “... que lo miran por TV...”. Los unos en la cancha de Boca, como espectadores en vivo de la vergonzosa parodia de “malevos que ya no son” (ver y oír Tinta roja), y los otros, en la cancha de River, como espectadores en pantalla gigante de la misma parodia. Quien esto escribe se rehusó desde siempre a escribir o hablar de “violencia en el fútbol”, por entender que las peleas por los trapos, los lugares en las tribunas, los territorios callejeros, las jefaturas de las barras, el monopolio de la merca y demás intoxicaciones, nada tenían ni tienen que ver con el juego. La violencia no se vincula en nada a meter una rabona o pegarle de punta y para arriba.
Pero anteanoche hubo violencia en el fútbol, sin “campeonato de hinchadas”. No hubo peleas por los trapos. Era como si el partido –esa parodia– lo hubieran jugado “La 12” contra “Los Borrachos del Tablón”. Y tampoco se pelearon demasiado por la pelota. Se patearon, se empujaron, se golpearon, se arañaron, porque están enfermos más que por la pelota, por quién la tiene más grande. Como si tener huevos, aguante o lo que sea, fuese eso, y no pedir la pelota, o tenerla, o cuidarla. O simplemente jugar.
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