Lunes, 2 de julio de 2012 | Hoy
DIALOGOS › ANA MARíA COSTA, PRESIDENTA DEL CENTRO BRASILEñO DE ESTUDIOS DE SALUD (CEBES)
La problemática de la salud, la democratización de los sistemas públicos, aparece como un tema necesario en América latina. En el caso de Brasil, Costa señala que el Sistema Unico de Salud, en Brasil, no está pensado para la cantidad de brasileños que lo necesitarían.
Por Marcela Stieben
“¡Ay, ustedes no se imaginan cómo me gusta Argentina!” confesó con una gran sonrisa la doctora Ana María Costa cuando saludó a la cronista y a la reportera gráfica de Página/12 a poco de haber arribado a nuestro país, invitada especialmente para asistir a la Pre Cumbre Social del Mercosur, que se realizó en la sede capital de la UNLaM (Universidad Nacional de La Matanza) bajo el lema “Participación, Soberanía y Salud en la región”. Las jornadas, organizadas por la cancillería argentina (Comisión de Salud Internacional), la Agrupación Raúl Lagguzzi (fundada por militantes que comparten el común origen de haber iniciado su participación política activa y orgánica en el seno de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA a comienzos de los ’80) y la Asociación de Profesionales Paraguayos en la Argentina, contaron con el auspicio del Inadi (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo); el Departamento General de Irrigación de la Provincia de Mendoza y las fundaciones Femeba y Jaime Roca. Los paneles y talleres preparados para generar el debate giraron en torno de los siguientes temas: derecho a la salud, ciudadanía, democracia y participación popular; los servicios de salud, hospital y atención primaria; salud y trabajo; salud mental y desmanicomialización; discriminación; medio ambiente y salud; uso racional del medicamento; formación y capacitación de los trabajadores de la salud y bioética y derechos humanos. La convocatoria fue muy exitosa, con la asistencia de representantes del campo de la salud de numerosos países latinoamericanos y de varias provincias argentinas. A tal punto que el aula magna de la facultad quedó chica, hubo mucha gente de pie en el acto de apertura y en los plenarios. Cafecito y medialuna en mano, cada participante intercambiaba mails, teléfonos e inquietudes con sus colegas. Antes de la apertura, la doctora Costa dialogaba con su colega Nila Heredia, coordinadora de Alames (Asociación Latinoamericana de Medicina Social) y ex ministra de Evo Morales, recién llegada de la República Plurinacional de Bolivia, y con algunos de los organizadores: Giglio Prado, el bioquímico Juan Canella, el farmacéutico Néstor Galache (que viajó desde Río Negro para asistir) y Mario Rovere (decano organizador del Departamento de Salud de la UNLaM). Página/12 dialogó con la doctora Ana María Costa en un alto del encuentro preparatorio para la Cumbre del Mercosur.
–¿Cuánto hace que usted es militante del Partido de los Trabajadores y cómo ve la salud en su país?
–Yo soy militante del Partido de los Trabajadores desde su creación, al comienzo de los años ’80. Pero es importante decir que la lucha por la salud se encuentra por encima de los partidos políticos, porque en Brasil no tenemos proyectos políticos en salud en ninguno de los partidos ni de derecha ni de izquierda. Tenemos una lucha por dentro del partido y los que estamos comprometidos con la democratización de la salud no podemos limitarnos a las luchas partidarias. Necesitamos más presupuesto para la Salud, porque a pesar de ser un sistema muy adecuado y muy bien elaborado, con políticas públicas, sabemos que en la práctica no está bien, hay muchas colas para cada procedimiento de salud, los hospitales están llenos de gente esperando ser atendida, faltan medicamentos y la población necesita tener una buena salud para todos.
–Sé que usted tiene una hija que tuvo cáncer. Debe haber sido difícil atravesar ese momento. ¿Cuál fue el diagnóstico y cómo fue su tratamiento?
–Sí, una de mis hijas tuvo un diagnóstico de linfoma y tuvo que hacerse un tratamiento de quimioterapia, pero a pesar de que tengo muchos amigos médicos no quise utilizarlos para atender a mi hija en la salud estatal por mis principios éticos, no quise usar los privilegios de mi condición política, social y profesional. El padre de mi hija también es médico y nos hubieran podido atender en poco tiempo, cuando la gente espera meses para atenderse. Si yo iba con mis contactos para que me atiendan antes, sentía que no estaba bien y por eso la atendí en forma privada.
–¿Qué habría pasado si la atendía con el Sistema Unico de Salud, el SUS?
–Y... si entraba en el SUS, como cualquier habitante, para atenderla en la atención pública, habría tenido que esperar meses porque así está la salud hoy en Brasil, donde la gente espera meses. Para empezar un tratamiento que debería iniciarlo en el momento, tuve que atenderla a nivel privado, con un costo muy alto. Tuve que enfrentar un plan de pagos con la enfermedad de mi hija porque es muy caro pagar un tratamiento oncológico en forma privada, y eso que tuve muchos amigos que no me cobraron sus honorarios, pero igual me costó mucho dinero. Obviamente, la salud de mi hija estaba antes que todo y elegí atenderla por privado ya que en el SUS, en la salud pública, había muchísima espera y yo no podía esperar con mi hija con cáncer. Una vez que una persona ingresa en el SUS y que lo empieza, ya tiene todos los medicamentos y la salud es excelente.
–El problema es llegar a esa puerta de ingreso, ¿verdad?
–¡Sí! El grave problema es que abrimos las puertas para todos y no tenemos los recursos para todos. El problema es ingresar. La espera es para entrar al SUS, porque no está previsto para la cantidad de habitantes que hay en mi país. Somos muchos habitantes. Hay que ocuparse de que el SUS esté bien financiado, no como está ahora.
–¿Qué población hay en Brasil?
–Doscientos millones. Y por eso digo que el SUS es un muy buen plan, pero no alcanza para todos, porque si una persona tiene cáncer se tiene que atender hoy, no dentro de unos meses. Una vez que uno logra ingresar, lo atienden maravillosamente bien y le dan todos los medicamentos y todos los tratamientos que necesite con excelentes profesionales, pero si uno debe hacer largas colas y esperar meses a ser atendido, hay una falla profunda en la atención a la población a nivel salud. En Brasil los médicos son pocos, las enfermeras son pocas y eso hay que resolverlo. Estamos reconstruyendo recursos, estamos reconstruyendo una red, conversando con la población para conocer la calidad de atención de salud.
–En Brasil, el SUS fue creado por la Constitución brasileña de 1988 para que toda la población brasileña tuviera acceso a la atención médica pública. La Constitución garantiza la asistencia sanitaria como derecho para todos y una obligación del Estado.
–En Brasil, cuando vemos las dificultades que hay con el SUS, nos preguntamos: “¿Debemos abandonar el SUS?” Y la respuesta es: “¡No, no debemos abandonar el SUS, debemos profundizarlo para que funcione bien para todos!”. Está financiado para menos personas que los que somos en Brasil, hay que modificar el presupuesto que se le otorga a la salud por año para que funcione como se debe... El Sistema Unico de Salud forma parte de los centros de salud, hospitales, incluyendo universidades, bancos de sangre, laboratorios, servicios de Vigilancia Sanitaria, Vigilancia Epidemiológica, Vigilancia Ambiental, además de las fundaciones e institutos de investigación. Hay que profundizar el SUS.
–¿Y cómo cree que se puede solucionar este problema?
–Es una decisión política, hay que poner a la salud como una prioridad. Abrimos las puertas para todos, pero tenemos un problema grave con la financiación. Y eso se puede resolver ya. La salud pública necesita más presupuesto. La clase media alta y la clase alta tienen sus planes privados de salud y muchos de clase media baja buscan esos sistemas privados también, aunque les cuesta mucho pagarlo, porque consideran que lo tienen que tener para poder asegurar su salud. Nosotros tenemos que hacer que esto no sea así, que no sea un comercio la salud en mi país, por eso estamos tratando de difundir nuevos conocimientos, nuevas encuestas, haciendo campañas.
–Se suele decir que hay que ver a la salud como una inversión y no como un gasto.
–¡Claro! Si uno lo entiende así le da prioridad a la salud y no la deja en último plano... La presidenta en Brasil tiene muy buenas intenciones, pero hay que lograr que toda la población se pueda atender en la salud pública y que no espere meses para un tratamiento y que haya medicamentos para todos porque es un tema grave. No está bien que la salud en tiempo y forma la tenga garantizada sólo quien la pueda pagar en el sistema privado. Se han logrado muchas cosas muy buenas en mi país, pero todo lo que es salud está muy relegado. Si uno mira lo que se logró a nivel derechos humanos, a nivel trabajo, industria y hasta en educación... tuvimos muchos avances y vemos que se alcanzaron metas muy buenas, pero en salud pública no, la salud parece que queda en último lugar. Hay un fortalecimiento en el sector privado de salud, pero lo que hay que fortalecer es la salud pública, libre y gratuita para todos y todas. Hay que cambiar el modelo de atención. Cuando el ex presidente Lula se interna, se va al sector privado; cuando la Presidenta Dilma tiene que ir al médico, se va al sector privado... Cuando tienen encuentros con médicos y corporaciones que dialogan con el gobierno, son siempre del sector privado, entonces el sector privado va creciendo más y más.
–Usted vino invitada para participar como panelista en el Encuentro preparatorio para la Cumbre Social del Mercosur. ¿Cuál es la importancia de estas jornadas?
–El mundo está globalizado y nosotros tenemos problemas transnacionales. Por eso este encuentro es extremadamente importante, porque permite hacer acuerdos, generar redes entre Colombia, Bolivia, Uruguay, Argentina, Brasil, y todos los países en los que estamos luchando para lograr una salud pública para todos. En Latinoamérica venimos luchando desde hace décadas, primero contra las dictaduras, luego contra la onda neoliberal y contra las distintas discriminaciones y ahora el desafío es que logremos que los gobiernos le den a la salud pública el lugar que se merece dentro de cada país. Hay que hacer un gran cambio al respecto.
–¿Cómo ve esta realidad en Argentina?
–En Argentina tienen unos cuantos planes de salud que favorecen a la población, como la Asignación Universal por Hijo, que incluye la vacunación de los niños y niñas, hay buenos planes para la embarazada y muchos otros y eso es muy bueno y en toda la región y en el mundo se reconoce este avance, pero falta mucho si nos referimos a la salud integral. En Argentina han logrado muchos avances, pero son planes focalizados. Hace falta que esos avances se den en forma integral. Hay que tener mucho cuidado porque la onda neoliberal sigue vigente en algunas áreas y eso nos lleva a tener que resistir en toda Latinoamérica para que el sector privado no siga ganando terreno en detrimento de la salud pública. En Brasil, para que Lula llegara al poder tuvimos que hacer una alianza, una composición, entre distintos sectores, pero eso no ayuda en la lucha para alcanzar las políticas sociales como Salud para Todos. Y ahora tenemos que lograr democratizar, sin distinción para nadie, sin discriminación, a la Salud Pública. El capital está arriba de todo, lamentablemente, y aunque haya muy buenas intenciones, no alcanzan.
–¿Se refiere a la medicina privada?
–Sí, la medicina privada es hambrienta y quiere más capital, pero los gobiernos tienen que luchar para democratizar la salud. En términos de Salud estamos mal. No podemos permitir en ningún país latinoamericano que la medicina privada intente que se imponga un sistema como el que tienen en Estados Unidos, donde la medicina la tiene quién la paga y sólo quién la paga. Es urgente que sea una prioridad la salud para los gobiernos y eso implica financiar como corresponde los programas como el SUS. La doctora Nila Heredia, amiga mía desde hace muchos años, coordinadora de Alames (Asociación Médica Latinoamericana) y ex ministra de Evo, fue vencida por las corporaciones médicas. La lucha es muy dura. Hace falta tener coraje y decisión política para defender la salud pública de toda la población en Latinoamérica.
–Aunque parezca fuera de tema y forme parte de su vida privada, sus hijos también se han destacado en las actividades que realizan. Se lo pregunto porque me lo han comentado.
–Bueno, yo estoy divorciada ya por tercera vez y en este momento no tengo pareja. Tengo sí tres hijos, dos mujeres y un varón, que ya son grandes y que son mi orgullo. Clarice Semerini Costa, que tiene 30 años y es arquitecta con posgrado en Milán, Italia. Ella es muy activa e inteligente. Le gusta mucho la danza latinoamericana, está llena de amigos, canta y toca la guitarra, pero no en forma profesional. Trabaja con proyectos de arquitectura en Brasilia. Después está mi hijo Gabriel Semerini Costa, que tiene 25 años y estudia antropología política del Oriente Medio en Francia y habla doce lenguas. Su vida es estudiar. A los 12 años yo le decía por las noches: “Por favor, hijo, vamos a dormir”, y él decía: “No, madre, déjame leer que esto está muy interesante”. Estudia antropología política de los países árabes en una maestría. Habla árabe, catalán, italiano, francés, inglés y muchos idiomas más. Es admirable cómo estudia.
–Y queda una hija.
–Sí, Ligiana Semerini Costa, que tiene 34 años, es cantora con doctorado en Musicología en Italia y en Francia, donde investigó el nacimiento de la ópera en el Siglo XV y hace trabajo social con travestis. Ella conformó un grupo de teatro para ellos. Es gente que vive en situación de calle y ella sola fue buscando financiación para ayudar a los excluidos. Y tiene su vida académica también. Ella canta en óperas. Se ocupa de temas del medio ambiente y de cómo vivir bien en las ciudades. Es famosa en mi país, tiene premios, discos y da recitales. Canta unos tangos muy bellos y de Argentina admira a Adriana Varela. Hace poco Ligiana se fue con su grupo de transexuales gays, todos vestidos de basureros, para hacer un trabajo cultural y popular muy importante de integración y de lucha contra la discriminación, a favor de la igualdad de derechos para todos. Y es muy activa y es muy parecida a mí. Y con respecto a un cuarto casamiento, ¿quién sabe? Cuando una se enamora, se enamora... y no se puede gobernar sobre lo que el corazón siente... Tendría un cuarto marido sin problemas, soy una persona alegre y me gusta compartir las cosas de la vida. Ahora que tengo la oportunidad de compartir el amor como una búsqueda personal, quiero volver a vivirlo. A mis hijos los he criado para la libertad, para que hagan lo que más les gusta, para que sean felices y plenos con sus carreras.
–¿En qué ciudad vive?
–En Brasilia. Es lo más cómodo para poder moverse con los ministerios. Yo tengo miles de reuniones, viajo mucho, tengo que ocuparme de muchísimos temas como presidenta del Cebes y por eso vivo en un departamento en la ciudad, aunque tengo mi casa de fin de semana en las afueras, con árboles, huerta, flores y mucho espacio. Alguna vez viví ahí, pero cuando me separé decidí irme a vivir a la ciudad porque era más práctico.
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