EL PAíS › EL JUEVES SE CONOCERá LA SENTENCIA EN LA CAUSA POR EL PLAN SISTEMáTICO DE ROBO DE BEBéS

“Queremos que la condena sea ejemplar”

Abel Madariaga y su hijo Francisco reclaman que la Justicia tenga en cuenta la gravedad del delito de apropiación.

 Por Victoria Ginzberg

Abel y Francisco Madariaga son padre e hijo. Se conocen hace un poco más de dos años. Francisco recuperó su identidad y con ella a Abel, que lo buscaba desde el día en que su compañera Silvia Quintela fue secuestrada embarazada y llevada a Campo de Mayo. Para Francisco estos dos años fueron como una carrera de Fórmula 1, pero este jueves tendrá, tal vez, la oportunidad de aminorar la marcha. Ese día se conocerá la sentencia del juicio sobre el plan sistemático de robo de niños durante la última dictadura y entre los acusados están sus apropiadores: el ex capitán del Ejército Víctor Galo y su mujer, Susana Colombo. Abel y Francisco piden “que la condena sea ejemplar”.

“Quiero llamar a una reflexión de la Justicia en general, de los jueces a los que les toca fallar en particular y de toda la sociedad. La apropiación de un menor, para mí, en este caso 32 años y medio sin mi hijo, es más que un delito de lesa humanidad. Creo que la Cámara de Diputados de la Nación también debería reflexionar sobre este tipo de delitos, que se siguen cometiendo, porque faltan más de 300 nietos por encontrar”, dice Abel.

El reclamo está relacionado con una particularidad del juicio que, luego de más de un año y medio de audiencias, terminará esta semana. Los imputados son los dictadores Jorge Videla y Reynaldo Bignone, los represores Jorge Acosta, Santiago Riveros, Rubén Franco, Antonio Vañek, Jorge Magnacco (médico de la ESMA), Eduardo Ruffo, Juan Azic y Víctor Gallo y Susana Colombo. La mayoría fue acusada por su participación en el plan sistemático y se descuenta que recibirán una importante pena, pero Azic, Gallo y Colombo afrontan condenas por haberse quedado ellos mismos con hijos de desaparecidos. El Código Penal contempla para este hecho, la apropiación de menores, penas de entre 5 y 25 años (la máxima se alcanza si se suman todos los delitos que se suelen cometer a la vez: retención de un menor, alteración de identidad y falsificación de documentos públicos). Hasta ahora, la condena más alta aplicada por este crimen fue para el ex agente de inteligencia de la Policía Federal Luis Falco, apropiador del legislador porteño Juan Cabandié. Falco recibió en el juicio oral 18 años de prisión, pero luego la pena fue reducida a 14 por la Cámara Federal.

“Ellos (Colombo y Gallo) fueron partícipes de todo este plan sistemático de robo de bebés. Yo lo viví. Lo mamé. Trataron de darme vuelta para que compre ese paquete, pero no pudieron. Fueron y son parte todavía. Gallo debe seguir afirmando que estuvo bien lo que hizo”, dice Francisco. Y entre él y su padre repasan casi a dúo los antecedentes del militar: fue carapintada, fue condenado por la Masacre de Benavídez, en la que fue asesinada una familia en 1994 (Gallo no pudo ser relacionado directamente con los homicidios, pero recibió diez años por robo y tenencia de arma de guerra), asaltó financieras... “Y es golpeador, de género... y de niños”, agrega Francisco. Cuando él tenía 13 años, Gallo le apuntó a la cabeza con una 9 milímetros. Antes, había “molido a palos” a la que ahora es su ex mujer. A raíz de ese episodio, dice Francisco, se le desencadenó una diabetes. Pero ésa no fue la única vez que fue maltratado: “Yo era su juguete de guerra. El entraba vestido de militar y era agarrársela directamente conmigo. Le viene del Operativo Independencia (la represión en Tucumán previa al golpe de Estado) porque yo recuerdo desde que tengo uso de razón que me colgaba una cruz de plomo del operativo y me lo contaba todo. Y el tema que volvió a tocar Videla de ‘las guerrilleras que usaban los chicos como escudo’ es otra cosa que yo crecí escuchando en esa familia. Es parte de las excusas tontas que siguen dando y no se las cree nadie. Espero que la sociedad entienda lo que es esto”. Abel dice que las palabras de Videla le dan “más asco” del que ya le tenía, que es “un cobarde” y que todos son iguales.

Silvia Quintela, la mamá de Francisco, fue secuestrada el 17 de enero de 1977 y llevada al centro clandestino de Campo de Mayo. En la maternidad clandestina que se montó en el Hospital Militar, nació Francisco, que sólo estuvo con su madre unas horas. “Sabemos que la trajeron después de la cesárea y que se la llevaron en el primer traslado posterior, es decir, un vuelo. Sabíamos que había tenido un varón porque en Campo de Mayo la vio Juan Carlos “Chacho” Scarpati, que la conocía de la militancia. El llegó herido a Campo de Mayo y Silvia, que era casi cirujana, le faltaban seis meses de residencia, lo atendió”, cuenta Abel.

Poco después de que Francisco recuperara su identidad escuchó junto a su padre la sentencia a Santiago Omar Riveros y otros represores responsables del cautiverio de su madre en Campo de Mayo. El jueves irán juntos a tribunales. Pero ambos temen que esta vez las condenas no sean lo que esperan. Además, creen que debe ponerse la lupa sobre los represores prófugos y las condiciones de detención de los presos por delitos de lesa humanidad. Sobre todo, sostienen que debería reformularse el monto de la pena para los apropiadores y piden que Colombo no reciba pocos años con el argumento de que fue maltratada por el militar. “Cuando se quedaron conmigo eran una pareja hecha y derecha y ella tuvo muchas oportunidades para decirme la verdad. Ahora se hace la víctima”, sostiene Francisco. Abel, incluso, propone un proyecto que dé seis meses de plazo para que quienes tengan todavía “esclavos del alma” confiesen y sean juzgados con el Código actual y que al resto se le aplique la condena perpetua.

Sea cual fuera el resultado del jueves, Francisco dice que no “festejará” la sentencia porque “en mi corazón siempre queda eso oscurito que me pasó”, pero que la condena es lo que busca porque, más allá de su historia personal es importante socialmente. “Ese pedacito oscuro no me lo saca nadie –asegura–, pero la vida sigue y hay que llenarla. Por eso, mi relación con Abel es una construcción para delante. No pienso en quedarme con lo que no pudo ser, porque si no seguís en el papel de víctima. Lo mejor es pensar en lo que queda de vida.”

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Abel junto a Francisco, a quien pudo conocer hace poco más de dos años.
Imagen: Luciana Granovsky
 
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