Lunes, 21 de abril de 2008 | Hoy
ECONOMíA › LA DIFICULTAD DEL ACCESO AL CRéDITO POR PARTE DE LAS EMPRESAS
El sistema bancario ha aumentado la asistencia al sector productivo, pero sigue siendo insuficiente, al preferir los bancos otorgar préstamos al consumo. Dos economistas convocados por Página/12 analizan la situación y presentan propuestas.
Producción: Tomás Lukin.
Por Alfredo T. García *
La escasez del crédito en Argentina es conocida y tiene muchas aristas. La totalidad de los préstamos otorgados al sector privado no financiero alcanza al 13,5 por ciento del PIB, la participación más baja de América latina, muy lejos de Brasil con el 40 por ciento y Chile con el 80. Esas cifras son preocupantes puesto que el financiamiento es el lubricante que permite mover los engranajes de la producción. Pero en este aspecto debe separarse el financiamiento a las empresas, que se utiliza para la producción de bienes y servicios e impacta sobre la oferta de la economía, del destinado al consumo, que fomenta la demanda de productos.
Otra de las aristas de la escasez crediticia muestra que el total de préstamos destinados a las empresas, es decir, a la producción, se ubica en el 6 por ciento del PIB. Los prestamos al sector privado crecieron a un promedio del 2,7 por ciento mensual en los últimos dos años, un ritmo más que aceptable. Sin embargo, mientras los préstamos comerciales crecieron al 2,1 por ciento mensual en igual período, los personales lo hicieron al 4,0. Como consecuencia, si en 2005 los préstamos comerciales eran 1,5 vez el monto destinado a los préstamos personales, ésta relación se revirtió, y en el primer trimestre de 2008, el monto de préstamos personales superó a los comerciales.
El leasing es una operatoria típica de las empresas para adquirir maquinarias y ha venido creciendo a buen ritmo, aunque sólo representa el 3 por ciento del total de préstamos al sector privado. Los hipotecarios y prendarios acompañaron el crecimiento general de los préstamos, aunque cerca de las dos terceras partes han sido tomados por las familias. Analizando estos datos en el contexto actual, con el consumo privado creciendo a mayor ritmo que el PIB, aparece la necesidad de direccionar el crédito. Esta orientación debería cumplir dos objetivos: evitar que los préstamos al consumo aceleren una demanda que ya viene sostenida por el propio crecimiento de la economía y los ingresos personales, y orientar los recursos financieros hacia la inversión de las empresas productivas, para que el crecimiento de la oferta permita atender sin presiones de precios esa mayor demanda.
Una tercera arista de las limitaciones crediticias es el análisis de la concentración del financiamiento, ya que el 32 por ciento del crédito a las empresas con forma de sociedad es detentado por las cien más grandes, un 43 por ciento corresponde a las 1900 empresas con más de cinco millones de pesos de deuda y queda un austero 25 por ciento para las 118.500 empresas restantes. Con una metodología de cálculo distinta, se arriba a resultados de concentración similares. Tomando el total de financiaciones por todo concepto al sector privado, los préstamos a pymes para todo el sistema financiero ascienden al 24 por ciento del total, cifra que sube al 57 para los bancos cooperativos y muestra un llamativo 36 por ciento en el caso del grupo de los diez bancos privados más grandes, que en los últimos años han desarrollado políticas hacia las pymes.
La otra arista de la escasez es la falta de crédito a largo plazo. Según datos del BCRA, a diciembre de 2007 el plazo promedio de los préstamos totales del sistema financiero ascendía a cuatro años. El plazo promedio de los préstamos a familias es de 5,4 años, duración determinada por la combinación de préstamos personales con plazo de 3,9 años, e hipotecarios con 11,8. El dato más preocupante es que el plazo promedio de los prestamos otorgados a las empresas es de 1,4 año, similar nivel que los dos años anteriores, los que indica una exagerada y persistente participación del financiamiento a corto plazo. Salvo para las muy grandes empresas, esta situación limita la inversión posible a un mero recambio de maquinarias, e impide a la mayoría de empresas encarar proyectos de renovación tecnológica de punta, cambio de planta, u otras mejoras sustantivas.
Este es quizá uno de los escollos más grandes de la disponibilidad de crédito en Argentina, porque para dar crédito a largo plazo se necesita ahorro a largo plazo, algo que el sistema bancario privado no está en condiciones de generar en la actualidad. Por ello es importante potenciar los instrumentos del mercado de capitales y de la banca pública, más la creación de un banco de desarrollo, en el cual fondos públicos y de la seguridad social, como en el caso del Bndes brasileño, sirvan para sustentar el necesario financiamiento al proceso inversor que requiere nuestra economía para seguir creciendo a buen ritmo.
* Economista Jefe Banco Credicoop.
Por Nicolás Salvatore *
El mercado de crédito argentino ha estado históricamente caracterizado por un conjunto de severas “fallas de mercado”, que desembocaron en un proceso de “racionamiento de crédito” a la Stiglitz y Weiss. En Argentina esta característica ha sido, desde siempre, particularmente crítica en el segmento de financiamiento de largo plazo a la inversión pyme. Luego, la ruptura del proceso de intermediación financiera, resultante del colapso del régimen de convertibilidad, no hizo más que agudizar este histórico problema. Actualmente el financiamiento para inversión pyme es absolutamente inexistente en nuestro mercado de crédito, caracterizado por:
1. La debilidad estructural de las políticas públicas.
2. La inexistencia de una unidad de cuenta de largo plazo.
3. La ausencia de una fuente de fondeo de largo plazo.
4. La estrategia de portafolio de la mayor parte de la banca luego de la crisis de 2001: racional, sumamente aversa al inmenso riesgo pyme.
5. La increíble ineficiencia de la banca pública a la hora de no traicionar su mandato fundacional, su misma razón de ser: prestarles a las pymes para que inviertan.
6. Un sistema de información sobre pymes que mejore su acceso al crédito.
7. La inexistencia de un sistema de Garantías Recíprocas que logre diferenciarse del film La gran estafa; al menos, algo apenas mejor que el burdo sistema de elusión impositiva actual, por el cual la mismísima “oligarquía agropecuaria” desgrava el total del impuesto a las Ganancias.
8. Debido a estas razones, la mayoría de las líneas para pymes son de muy “baja calidad”: a) plazos cortos, b) tasas altas, b) severas exigencias de cobertura frente al riesgo, c) fuertes barreras de entrada, y hasta d) pérdida de especificidad de las firmas pymes en tanto sujetos de crédito.
1. Fondeo inicial BID al 2020 (Etapa I), para luego crear un “fondo rotatorio” de carácter permanente con el recupero de los préstamos (Etapa II).
2. Unidad de cuenta: pesos sin indexar.
3. Destino: exclusivamente Proyectos de Inversión (atendiendo el objetivo antiinflacionario).
4. Tasas de interés: Libor, más un spread bancario fijo de 5 por ciento.
5. Eficiencia en la asignación de recursos: vía sistema financiero, método competitivo por la adjudicación de los fondos en una ventanilla de descuento directo del BCRA.
6. Sistema de monitoreo triple: a) ex–ante a la entrega de los fondos (BCRA y Unidad Coordinadora del Programa); b) ex post, tres vías (BID, Unidad Coordinadora e inspección in situ).
Más de 3200 créditos otorgados por 1000 millones de pesos en cuatro meses; 70 por ciento de ellos por montos menores a 100 mil dólares; plazo promedio de 5 años; costo financiero total del 10,3 por ciento; el 85 por ciento de los créditos deben ser otorgados por la banca a nuevos clientes en este nicho de mercado; la conformación de una Unidad Coordinadora del Programa; la activa participación de la banca pública.
En realidad, tal cosa ya ocurrió en Argentina, en 2007. Más allá de su inesperado aborto final (que obedeció a una interna política minimalista), y al único objetivo que no pudo ser alcanzado, lograr que la banca pública financie el desarrollo pyme (el Banco Nación más el Banco Provincia entregaron cero créditos; el Banco Ciudad ni siquiera se inscribió en el Programa), este caso exitoso de gestión pública se llamó Etapa I del Programa Global de Crédito. ¿Qué fue necesario para que ocurriera tal “milagro”? La respuesta es política, y especialmente institucional. Se trató de un eficiente trabajo de diferentes oficinas públicas en forma coordinada, toda una rara avis: un subsecretario pyme con decisión política, Matías Kulfas; la inmejorable intervención regulatoria de la Gerencia de Créditos del BCRA, a cargo de Fernando Expósito, y el invalorable apoyo logístico del BID. Sobre estos pilares, una sumamente eficiente Unidad Coordinadora del Programa, luego de desarrollar una adecuada ingeniería financiera, fue conducida por la licenciada Julieta Peláez. ¿Cómo recrear el mercado de crédito pyme a largo plazo? No es necesario reinventar la fórmula de la Coca-Cola.
* Profesor de la UBA e Investigador del Cedes.
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