Después de conseguir que la desocupación bajara hasta 6,7 por ciento en el cuarto trimestre del año pasado, el principal desafío para el Gobierno en materia laboral es reducir el trabajo no registrado. Es un problema que afecta al 34,2 por ciento de las personas ocupadas, contra el 33,7 por ciento del mismo lapso de 2010. El dato fue presentado ayer por el Indec, en base a la Encuesta Permanente de Hogares. La suba de medio punto porcentual refleja las dificultades que encuentra el Ministerio de Trabajo para modificar comportamientos muy instalados entre empresarios argentinos. En particular, en algunas regiones del país, como el Noroeste y Nordeste, donde el empleo en negro alcanza al 41,9 y 41,0 por ciento, respectivamente.

El año pasado empezó con un registro de empleo en negro del 34,1 por ciento en el primer trimestre, subió a 34,5 en el segundo, pasó a 34,3 en el tercero y finalizó con un promedio de 34,2 por ciento en los últimos tres meses. Es decir que hubo un amesetamiento del indicador. Carlos Tomada, jefe de la cartera laboral, hizo un fuerte llamado en la última reunión de ministros del área de todo el país para que profundicen las inspecciones y desarrollen planes de estímulo y capacitación para mejorar la calidad del empleo. Sin embargo, no es tarea sencilla, ya que varios distritos no muestran voluntad política suficiente para dar un vuelco en este tema.

En la década del ’80, el empleo en negro promediaba el 20 por ciento. En 1990 saltó a 25,2, y siguió escalando: 30,3 en 1995, 37,4 en 2000, 38,5 en 2001, 44,8 en 2003 y 48,5 en 2004. A partir de entonces, la recuperación de la economía y las campañas de fiscalización lo redujeron al nivel actual. Las bajas graduales que se venían dando años atrás, en 2011 ya ni siquiera se vieron. Las personas que trabajan en negro no acceden a la cobertura de las obras sociales ni tienen aportes jubilatorios.

La región patagónica es la que presenta el mejor panorama, con un 22,0 por ciento de asalariados en negro. A más de diez puntos de distancia queda la región Pampeana, con 32,1 por ciento de empleados sin registrar. Después siguen el Gran Buenos Aires, con 34,1 por ciento, el interior de la provincia de Buenos Aires, con 34,4, y Cuyo, con 34,5.

El informe del Indec abunda en otras cuestiones laborales. Destaca que la tasa de desocupación nacional bajó a 6,7 por ciento, mientras que la subocupación quedó en 8,5. Es decir que el 15,2 por ciento de las personas no trabaja o lo hace menos de lo que quisiera. Otro 32,4 por ciento, en cambio, denuncia una situación de sobreocupación horaria. Esos datos permiten advertir que el Gobierno ha sido exitoso en la creación de puestos de trabajo, aunque todavía hay una deuda en cuanto a la calidad de esas ocupaciones.

Una de las áreas en las que el Ministerio de Trabajo puso más énfasis es en mejorar la empleabilidad de los jóvenes y, en este caso, sí va teniendo éxito. La tasa de desocupación entre las mujeres hasta 29 años bajó a 16,7 por ciento, desde el 17,8 del cuarto trimestre del año anterior. La tendencia es igualmente declinante entre los varones de la misma edad, con un desempleo del 11,9 por ciento, contra el 12,6 de un año atrás. Entre los jefes de hogar, la desocupación es de sólo 3,4 por ciento.