Martes, 19 de junio de 2012 | Hoy
Choferes. La organización de la cumbre puso a disposición de los periodistas transporte gratis para trasladarlos de un hotel a otro. Los Cabos es un conjunto de playas que se extienden a lo largo de 40 kilómetros, y los eventos son en distintos resorts. El único problema es que los choferes fueron traídos desde Monterrey, el Distrito Federal y otras regiones del país, por lo que no conocen la ubicación de los alojamientos. Y se les complica más por las restricciones que pone la seguridad, que los obliga a tomar desvíos. A este diario ya le tocaron dos viajes que tardaron más de una hora, cuando lo normal serían veinte minutos.
Playas. El 80 por ciento de los turistas de Los Cabos son estadounidenses, mientras que los mexicanos ocupan el 15 por ciento de las plazas y el 5 por ciento restante son de otros destinos. Es un lugar armado con la espectacularidad que gusta a los norteamericanos, en un terreno desértico. En temporada alta, el aeropuerto queda abarrotado de jets privados que vienen de Los Angeles y otros lugares de la Costa Oeste. “Es Punta del Este por diez”, dicen aquí, aunque las playas propiamente dichas no son tan atractivas: mayormente rocosas, con una arena no tan suave y el agua bastante fría.
Canilla libre. La primera cumbre del G-20 fue en Washington, en noviembre de 2008. Si bien había fuertes medidas de seguridad y una sala de prensa amplia, resultaron insignificantes en comparación con las que siguieron. Los países a los que les tocó recibir a los presidentes fueron compitiendo cada vez más para lucirse con la organización. Los mexicanos lograron estar a la altura de encuentros anteriores, pero le agregaron una cuota de simpatía que otros no tuvieron. Desde la llegada al aeropuerto y en cada momento se escucha a un grupo de mariachis que van recorriendo los pasillos del hotel donde se concentra la prensa, y además hay canilla libre de tequila.
Españoles. El ministro de Economía español, Luis de Guindos, aseguró ayer que el jefe de Gobierno de su país, Mariano Rajoy, no hará comentarios ante la presidenta argentina, Cristina Kirchner, por la expropiación del 51 por ciento de las acciones de YPF a Repsol. El argumento fue que las cumbres del G-20 no son para debatir cuestiones bilaterales, sino llegar entre todos a un consenso sobre cómo accionar ante la crisis económica. El gobierno ibérico pasó de una posición inicial de confrontación a otra moderada. La misma actitud mostró aquí el presidente de Repsol, Antonio Brufau. Fue esquivo con la prensa argentina y se limitó a decir que “no es buen momento para hablar, pero seguiremos exigiendo lo que es justo”.
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