Lejos del ruido político interno en materia sindical, Cristina Fernández de Kirchner no recibió más que elogios por parte de una delegación gremial que la visitó ayer en su hotel. Eran miembros de la Confederación Sindical Internacional (CSI), quienes fueron a pedirle que siga insistiendo en incluir las temáticas de empleo en las sesiones del G-20. La jefa de Estado fue la principal impulsora de la incorporación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a estas cumbres. Ocurrió hace ya más de tres años y en cada encuentro ella remarca la importancia de orientar las políticas públicas en favor de la producción y el empleo. Ese discurso es valorado por los sindicalistas, que la han convertido en su representante.

“Sabemos y valoramos la política que usted lleva adelante en la Argentina a favor de la creación de puestos de trabajo y en defensa del empleo decente”, la endulzó Ken Georsetti, titular de la central sindical canadiense. Y luego la sorprendió con un pedido. Le encomendó que le transmita al presidente ruso, Vladimir Putin, con quien CFK tendrá una reunión bilateral hoy, que vuelva a ubicar los temas laborales en un lugar destacado de la próxima cumbre. Rusia será el organizador de ese encuentro, que tendrá lugar en San Petersburgo. La sugerencia fue también un reproche implícito a la actitud del gobierno mexicano, de Felipe Calderón, que relegó esas cuestiones.

Gerardo Martínez, titular del sindicato de la construcción (Uocra), presente en la audiencia con CFK, declaró a la prensa: “En este momento hay dos países líderes en estos temas y son la Argentina y Brasil, cuyas presidentas defienden con políticas activas esta decisión de sostener los puestos de trabajo, en contra de los ajustes que nos quieren imponer los países desarrollados”.