ECONOMíA › LA CRISIS DE LA DEUDA EN EUROPA

“Eso ya lo pasamos”

 Por Javier Lewkowicz

Nosotros ya pasamos por eso. Esa es una de las principales conclusiones que sacaron los economistas Roberto Frenkel, Eduardo Levy Yeyati, Daniel Heymann y Stephany Griffith-Jones, con relación a la situación en Europa, en el cierre del congreso sobre “La crisis de deuda y su resolución”, organizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Coincidieron en que la típica crisis de deuda externa sufrida desde la década del ’80 por los países emergentes se trasladó a Europa a partir de un esquema de unión monetaria sin respaldo fiscal regional, junto con la falta de disposición del Banco Central Europeo para rescatar en forma decidida a los países en dificultades. Advirtieron que la salida del euro de alguna de las economías de la periferia de Europa es un escenario probable, con consecuencias negativas para el crecimiento económico global.

El análisis económico de carácter técnico predominó en las presentaciones. Sólo la economista chilena Stephany Griffith-Jones, profesora de la Universidad de Columbia, introdujo la variable de la disputa de hegemonía en bloque regional. “Se puede hacer mucha plata con la liberalización financiera. Esa gente beneficiada busca socavar la regulación”, indicó. Una primera lección que Europa puede extraer de la experiencia de nuestra región, sostuvo, es que la liberalización financiera si no va acompañada por una regulación adecuada, lleva casi inevitablemente a la crisis.

Por su parte, Roberto Frenkel, del Cedes, explicó cómo es el proceso que deriva en las típicas crisis de deuda. En primer lugar, se establece una fijación del tipo de cambio nominal, como la convertibilidad o la “tablita” de Martínez de Hoz, y se desregulan los flujos financieros. Ello induce la entrada de capitales y el endeudamiento externo, estimula la demanda interna y de importaciones y genera un aumento en los costos, que debilita las exportaciones. Se genera un déficit en cuenta corriente por el desbalance comercial y la carga de los intereses de deuda, comienzan los incumplimientos y la salida de capitales. Luego, la crisis financiera y cambiaria. “Las crisis se dieron en mercados emergentes desde los ’80, pero ahora está en Europa. Allí no hay riesgo cambiario porque la deuda está en euros. Pero el riesgo opera porque el BCE no es prestamista de última instancia, ya que el euro es una moneda sin nación. Muchos problemas se hubieran resuelto con una intervención inicial del BCE”, criticó.

“Ellos estudiaban antes nuestra crisis, pero nunca se les pasó por la cabeza que esto podía pasarles”, manifestó Daniel Heymann, de la UBA. Según su postura, el esquema del euro suponía que podría haber crecimiento sostenido y mejora relativa de los países más débiles sólo con credibilidad respecto del nivel de precios, un banco central independiente y el corset fiscal establecido en el Tratado de Maastricht. “Sin embargo, se quedaron sin válvulas de seguridad por si la situación se complicaba. Si ocurre una especie de default en Italia o España, el mundo se va a poner difícil”, advirtió.

Eduardo Levy Yeyati, de la UBA y Torcuato Di Tella, calculó que la situación actual de Grecia es tres veces peor a la de Argentina en 2001. Siguiendo con la analogía, destacó que “la devaluación, es decir la salida del euro, con pesificación o ‘dracmatización’ de las deudas es una salida, sin pesificación, no. Porque se necesita reducir la carga de la deuda externa. Nosotros ya pasamos por eso. Es necesario reemplazar deuda externa en dólares por deuda en moneda local”.

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